Su cabeza, un universo de pensamientos con galaxias de dudas. En el reflejo de sus ojos están guardadas la tristeza y melancolía, con lágrimas derramadas cuales yacimientos, por la pureza de sus sentimientos.
Su boca alberga millones de dudas y pensamientos retraídos, sus labios anhelan aquel cálido contacto que sellara la grieta que separa su belfo.
Su pecho como un volcán a punto de hacer erupción, arrojando resentimiento, heridas, rencor, y eso derritiendo todo a su paso... Pero una estrella se ha apagado en su basto universo, otorgándole la libertad de elegir su rumbo.
Ahora ella está inactiva, sus ojos ya no reflejan nada, su pecho ya no siente, su boca ya no ríe...
Aquella transición no duró mucho hasta que comprendió que no podía seguir matando estrellas en su cabeza, las necesitaba para hacer algo mejor, algo impactante, y entonces lo hizo, perdonó y olvidó...