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Él y yo jamás fuimos de ser tan expresivos físicamente el uno con el otro, nunca había despedidas efusivas, ni mucho menos abrazos o besos en las mejillas. Nuestra amistad se reducía a ir por ahí apoyándonos cuando se necesitase.

Entre nosotros dos se podía decir que yo era la más cándida y más propensa a demostrar mis sentimientos.
Pero... cuando se trataba de Li Shaoran era muy diferente a cómo comúnmente lograba ser, es decir, mi cerebro no emitía señales de funcionamiento cuando estaba cerca de él, tampoco podía establecer un contacto calido -Cómo sería común en las amistades- cuando se me acercaba o caminabamos de regreso a casa. No pasaba absolutamente nada.

Nuestros acercamientos lograban llegar cuando una torpeza mía se presentana y él tendía a salvarme sosteniendome en sus fuertes brazos. He de admitir que a veces, en muy pocas ocasiones, mi torpeza era algo meramente planeado para lograr sentir algún tipo de contacto con él, no sabía exactamente por qué me ocurría o pensaba en aquello con bastante ahínco, pero llegaba, y se instalaba en mi cabeza hasta que a veces quedaba satisfecha con algún ligero toque de su parte.

Mi pregunta entonces era ¿qué sucedía conmigo en esos casos? ¿Por qué busco la atención y acercamiento con Shaoran, mi mejor amigo?

—Sakura ¿podemos ir a casa ya? —preguntó entonces el susodicho dueño de mis pensamientos más recientes, robando la atención que previamente no estaba tomando.

Se encontraba parado frente a mi con una expresión aburrida y su mochila colgando de uno de sus hombros. Se veía muy bien.

—¿Hoe? Sí, sí, lo siento, pensé que tardarías un poco más en salir de tus clases —conteste con apuro, casi atragantandome en el proceso. Shaoran me sonrió ligeramente y después procedió a quitarme la mochila de mi regazo, tomándola con simpleza en su mano.

—Eres muy distraída, frente a ti podría estar pasando la tercera guerra mundial y muy probablemente no te darías cuenta —me dijo burlonamente, yo infle mis mejillas en un puchero, y él se burlo un poco más.

—No seas exagerado Shaoran, nunca sucedería eso, es ilógico —pucheree.

—Contigo todo puede suceder, Sakura, ¿recuerdas la vez cuando un mimo...?

—¡Li Shaoran! —vocifere de manera avergonzanza, tapándome de forma rápida los oídos para no escuchar.

—¡Sakura Kinomoto! —gritó él de vuelta, haciendo que le viera confundida.

—¿Y tú por qué gritas? —pregunté ladeando mi cabeza, viendolo fijamente.

—Pensé que jugabamos a gritar el nombre del otro —dijo mientras se encogía de hombros. Yo sólo sonreí ante lo dicho, Shaoran era un chico genial... y muy ocurrente.

—Shaoran eres todo un caso —murmure agitando suavemente mi cabeza de un lado a otro, sonsteniendo una ligera risa traviesa.

—¿Te escuchas? Es como si estuvieses hablando de ti misma —declaró él con simpleza, dándome una mirada de reojo.

—Shaoran~ no puedes compararme contigo —sobre todo porque tú eres genial, bueno en matemáticas y demasiado amable como para soportarme, pensé, más no lo dije.

El susodicho sólo se quedo en silencio, esbozando una sonrisa ladina que le quedaba de maravilla.

Y así, entre pláticas, llegamos a nuestros respectivos hogares, recalcando que Shaoran y yo eramos vecinos incondicionales.

Nos despedimos con simpleza, un único "Hasta mañana, cuídate y descansa" fue musitado por nuestras bocas, y yo estuve un tanto descontenta esta vez, sólo esta vez.

Hug me please!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora