El principio del Fin: Helcurt

60 6 0
                                    

La oscuridad, el mayor miedo de tantos seres vivos. Elfos, Dragones, Enanos, Humanos, todos por igual temían con creces a la oscuridad, pero es bien sabido que no es ella en si la que da esa sensación, es lo que se oculta en ella lo que hace que la sangre se congele. Hace unas semanas, hubo reportes en la tierra de los elfos sobre extraños y… horripilantes homicidios. Elfas y Elfos de todas las edades eran encontrados muertos, desmembrados, desgarrados, como si alguien les amputara los miembros e incluso peor, como si …algo, abriera sus entrañas cuando aun estaban vivos, como si ese ser disfrutara que sus víctimas vieran sus órganos antes de morir en tan dolorosos agonía. Los casos de homicidios aumentaban a medida que pasaban los días, no había indicios sobre quien o qué podría estar causando esta carnicería, el poderoso Rey Estés ya no sabía que hacer. Ni siquiera con su poderosa fuerza lunar podía hacer algo, esta criatura era capaz de oscurecer aun mas la noche, dejando una vista reducida a solo tu nariz. No tuvo mas opción, se dispuso a contactarse con el famoso cazador demonios, Alucard. Le costo encontrarlo, ya que éste andaba en sus “vacaciones” con su nueva esposa, Miya la elfo. El rey Estés no quería perder mas tiempo, le exigió que viniese cuanto antes, que seria compensando de una forma monetaria muy generosa. Alucard acepto, e incluso volvió con su esposa. En cuestión de unos días, el gran cazador y su flameante esposa llegaron a los aposentos del rey elfo. Y no vinieron solos. Junto a ellos, dos jóvenes con una peculiar apariencia felina venían riendo y carcajeando. El rey no tardo en reconocerlos, la maga experta en el arte de la transformación, Nana, y el experto en la materia espacio/tiempo, Harith.  No le importaba que ellos dos llegaran, hasta le parecía buena idea, todo sea para detener esta monstruosa amenaza. Los cuatro caminaron hasta el rey, dando una reverencia.
-Bien, aquí me tienes, reicito ¿Cuál era la gran amenaza que no podía esperar?¿Una Gargola?¿El gigante de la colina volvio?¿No puedes abrir un frasco?- entonó burlonamente Alucard. Miya no lo dejo reír, ya que golpeo las costillas de este con su codo en seña de silencio.
-Te contare de que trata, Alucard- Dijo en un tono serio el Gran Estes- Hay algo que esta arrebatándole la vida a decenas de inocentes, pero no es un asesino convencional -aclaro su garganta para proseguir-  este…ser, parece que disfruta acabar con la vida de estos elfos de maneras atroces, los despedaza, los tritura, perfora sus órganos  o los desmiembra…mientras estos aun están vivos…-
El silencio invadió el lugar, hasta que un fuerte rayo rompió el hielo, sobre saltando a Nana quien no dudo de tomar con fuerza a Harith. El rey bajo la mirada, se sentía impotente al no poder haber hecho nada por todas las vidas perdidas. Miya y Alucard jamas lo habían visto así, esto era muy serio, sabían que tenían actuar, y tenían que hacerlo ahora.
-No te preocupes, Rey Estés, acabaremos con este monstruo y lo traeremos ante la justicia para ser juzgado por sus pecados- Exclamo Miya muy confiada- Saldremos de inmediato, aun bajo esta lluvia-.
El rey no objeto nada, Alucard tampoco, estaba igual de preocupado que ella. Nana parecía querer decir algo, pero Harith la detuvo con la mirada.
-Sin mas que decir, vamos- exclamó Miya.
Los cuatro individuos caminaron hasta en portón, donde la elfa los detuvo.
-Chicos escuchen, se que son muy poderosos y nos serian de gran ayuda, pero necesito pedirles que se queden, si esta cosa es tan peligrosa como parece, el Rey necesita ser protegido a toda costa- espetó Miya en un tono ameno.
-Ni creas, Miya, nos necesitan, ese Alutarado no durara cincos segundos sin mi- acoto Harith burlonamente. Por su parte, Nana guardó silencio.
Miya no respondió, solo se limito a observar a Harith fijamente, hasta que este comprendió que si, lo mas importante es asegurar la vida del rey. La elfa y el cazador se despidieron de los niños, adentrándose bajo la fuerte lluvia.
-¿Crees que estarán bien?- Pregunto Nana muy preocupada
Harith tardo en responder.
-Se, no te preocupes, Alutarado es un tonto, pero sabe pelear, y además esta con Miya, ella lo cuidara desde lejos, no te preocupes Nanita. Ven, vamos con el rey.-
Esto no termino de tranquilizar a Nana, pero ya nada podía hacer.
-
La lluvia era suave, ya no parecía que se escucharan truenos. La visibilidad era normal, podían verse los enormes arboles con flores brillantes en las copas, las construcciones típicas de los elfos, e incluso una parejita de ellos que huían del chaparrón. Miya se acerco a hasta Alucard, quien examinaba una pared.
-Andas muy callado, mas para ser tu ¿Qué estas pensando?- pregunto curiosa pero sería.
-Mmh…esto es extraño, me recuerda mucho a una criaturas que Ruby me narro hace tiempo.- el cazador se puso de pie, mirando en todas las direcciones hasta que volvió a tomar aire- según recuerdo, su compañera Freya había luchado contra algo así, una alimania cuadrupeda con filosas garras en todas sus patas, y una cola con un veneno devastador, capaz de abatir hasta el guerrero más rudo. Si esta criatura es la misma que esa, debemos tener cuidado-
-¿Cuidado?¿Por que, Alu?- volvió a preguntar la elfa, ahora mas confundida
Su pregunta quedo sin respuesta, un terrible grito de pánico se escucho en las lejanías, luego otro, y otro. Ambos sabian que no había tiempo que perder, movieron sus piernas lo mas rápido que podían, los gritos no cesaban, primero uno, luego otro, sonaba a una maldita carnicería sacada del mismísimo infierno.A medida que avanzaban, Miya noto que la noche se hacia más espesa, pero no le dio demasiada importancia. Al cabo de unos instantes, llegaron a una zona de oscuridad casi total, apenas podían verse el uno al otro.
-Miya, no te separes de mi ¿Si?- El cazador preparo su ostentoso sable, listo para lo que fuese a ocurrir. Avanzaron espalda con espalda, hasta que Alucard piso algo que llamo su atención. Un brazo, si no había duda, era un brazo arrancado hace poco. Miya aguanto sus ganad de vomitar, era algo horripilante de ver, pero no pudieron distraerse demasiado tiempo, un sonido, como de carne…capto la atención de ambos. Sigilosos, avanzaron por la oscura calle, hasta llegar a la esquina de la manzana. Y ahí fue donde pelo vieron. Rodeado de unos 5 cadáveres totalmente aniquilados de elfos. En sus patas delanteras, sostenía lo que parecía ser una pequeña niña, aterrorizada y bañada en sangre. Miya no pudo controlarse mas al ver semejante escena
-Hey tu, monstruo horripilante,¡ suelta a esa niña de inmediato!- Grito con todos sus pulmones
Esta criatura sólo sonrió ante ese escandalo, y en un sorpresivo giro, le respondió.
-¿La quieres? Es tuya…- su voz sonaba sacada desde la peor película de terror.
Tomo a la niña en sus garras, y la lanzo al aire, a lo que Miya reaccióno para intentar atraparla, pero Alucard la detuvo en seco.
-¿Qué te pasa, Alucard? ¡Sueltame!- la histeria se apoderaba de ella, pero Alucard no le respondió, solo le señalo en silencio. Ella se giro para ver como la niña caía al suelo..o bueno, lo que quedaba de ella. Así es, el demonio solo había lanzado la mitad superior de la inocente, la otra mitad se hayaba descuartizada en sus garras. Para empeorar todo, aun bajo la lluvia que aumentaba segundo a segundo, la niña lloraba aterrorizada, pidiendo una ayuda que nunca llegaria. El rostro de Miya de puso totalmente pálido, sus piernas le fallaron y solo cayo al suelo, envuelta en lágrimas. La misteriosa criatura solo sonreía vilmente
-Ustedes la querían, yo solo se las di… ja ja ja…-
Alucard estaba saturado por esta situación, ver estas masacre y a su amada esposa tan quebrada emocionalmente lo saco de sus casillas, dio un violento salto hacia el frente, corriendo contra este ser, pero antes de que siquiera pueda levantar su espada, una profunda penumbra invadió el lugar, acompañada de una terrorífica risa. Alucard perdió de vista al ser…y a Miya. Miya ¿Dónde estaba ella?
-Tonto mortal, se dejan manipular tan fácil por sus emociones…no piensan antes de actuar, era muy obvio que me atacarias y descuidarias a tu débil compañera…-
El rostro del cazador de demonios se lleno fe un pavor y desesperación como nunca antes. Volvió sobre sus pasos lo más pronto que pudo, hasta que un desgarrador sonido lo detuvo. Su mirada se blanqueo, su respiración casi se detuvo en su totalidad, sentía que estaba a nada de caer de rodillas, solo por pensar en lo peor. La oscuridad se disipó, y con eso, deus miedos se hicieron realidad. Frente a él, esta horrible cosa tenis perforada la espalda de Miya con su pulsante cola, que salís por el pecho de esta. La elfa no podía reaccionar del dolor que padecía,y Alucard tampoco podía hacer nada, nada de nada, solo podía ver como la mujer que amaba en este mundo, se encontraba frente a ella, atravesada por un monstruoso ser.
-Mira bien, tonta elfa, mira quien te juro proteger con su vida, y ahora no es capaz ni de mover un musculo aun cuando te desangras frente a sus aterrados ojos. Aprende tu lección, cazador de demonios…este mundo es mas grande de lo que te imaginas, la gente se muere todos los días, así como esta elfa…dale un mensaje al Rey Estés…dile que Alice esta de vuelta…-.
El demonio quito su cola del pecho de la elfa, dejándola caer al suelo a la par de su desgarrador grito de dolor.
-Y recuerda…”cazador de demonios”…que no eres nada contra el verdadero demonio, Helcurt..-.

Al decir esto ultimo, la oscuridad tomo toda la zona una ves más, y antes de que Alucard siquiera pudiese parpadear, Helcurt se encontraba a unos cm de él, lanzando un feroz ataque que hirió gravemente a Alucard en sus piernas. Tan pronto como llego, la oscuridad se retiro, y junto a ella, Helcurt, el monstruoso demonio que venció a Alucard sin siquiera esforzarse.
El cazador de demonios no pensaba darse por muerto, aun con sus terribles heridas, logro acercarse hasta el cuerpo de su amada mujer, quien seguía desangrándose en demasía. Una amorosa y suave sonrisa se pinto en el rostro de la elfa al ver a Alucard.
-Estas…tan…hermoso…como…esa…noche…- balbuseo la elfa.
-Shh…guarda tus fuerzas, amor…no recuerdes cosas así, aun…tenemos mucho que hacer…-.
El cazador hizo un esfuerzo sobre humano, para levantar a la herida elfa con sus brazos y comenzar a correr en dirección al castillo del rey.
La tormenta comenzó a ser mas y mas fuerte, empapando dos abandonados cuerpos bajo esta. Dos cuerpos que no sabían, que eran observados por una sombra en la lejanía. Una elfa muy hermosa de piel morada observaba todo en silencio, desde inicio a fin.
-Alice…-dijo para ella misma- ella…debe saber donde esta…mi hermana…

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 06, 2019 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

El principio Del Fin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora