San y Seonghwa no son precisamente de la misma sangre. No, claro que no lo son. Son dos chicos que por causas normales de la vida se conocieron, siendo vecinos. Seonghwa tenía aproximadamente 10 años cuando lo conoció, un niño de cabello azabache más bajo que él. Lo odiaba, sí, lo hacía y mucho. Su madre y la vecina se habían vuelto buenas amigas y aquello significaba que cuando las dos mujeres se encontrasen, el niño tenía que invadir su hogar.
El mayor era un tanto posesivo con sus cosas, daba igual si no tenían ni una pizca de valor, eran suyas. Seonghwa odiaba la idea de pasar tiempo con su pequeño vecino, pero a final de cuentas fue obligado por la mujer que había sido su madre hace mucho tiempo. A regañadientes y lloriqueos, comenzó a pasar tiempo con él, dándose cuenta de que no parecía tan malo como lo había pensado.
San llegaba a ser fastidioso en ocasiones. Muy chillón, lloraba por cada pequeña cosa pero era un niño muy tierno que le entendía a la perfección. Seonghwa amaba esa faceta de él, ambos podían discutir cómodamente sobre si las gallinas volaban o no.
Seonghwa fue su primer mejor amigo, además del único. San nunca había sido un niño que le gustara estar rodeado de muchas personas, él, con las personas necesarias bastaba y sobraba. Podía mostrarse como era realmente, sin secretos, sin tapujos. No le avergonzaba el ser tonto frente a las personas que le importaban, simplemente se dejaba llevar. San había estado tan feliz cuando lo conoció. Algo en un espacio recóndito de su mente le había dicho que serían buenos amigos, eran cosas de niños que a veces no llegaban a cumplirse, pero, tal vez el destino realmente los unió.
Los años continuaron pasando. Ambos estaban cursando sus años en la secundaria, aunque no juntos por sus respectivas edades. San había sido nombrado como el presidente de su clase desde la primera semana, era callado, pero eso no le impedía resaltar entre todos con su léxico limpio y sus agradables notas entre los varios chimpancés que tenía por compañeros. Seonghwa hacía lo suyo, no le importaba ser presidente de su tonto grupo ya que realmente los odiaba. ¡Deseaba irse a casa lo más pronto posible para acabar con esa tortura! Seonghwa podía llegar a ser hostil algunas veces sin quererlo, o respondía de manera altanera y enfadada, pero eso no significaba que sus notas fueran deplorables al igual que su personalidad.
El menor a veces llegaba a enfadarse con él por simplemente ser... él. Seonghwa a veces se sentía estúpido cuando decía algo sin pensarlo dos veces, aunque de ser así, igualmente algo que se podía malinterpretar saldría de su boca con la rapidez de una estrella fugaz surcando el cielo estrellado. San lo conocía demasiado bien, no por nada era su mejor amigo en el mundo, pero aquello no significaba que le aguantase sus miles de rabietas en una sola semana. Él era un tanto destructivo con todo lo que estaba a su alrededor, pero ahí estaba el menor para recoger los platos rotos que el huracán Seonghwa había dejado a su paso.
San siempre lo perdonaría, de eso no había duda.
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MY BLOOD。 ── SEONGSAN
Short Story❝ cuando todas las personas a las que creías conocer abandonen tu lucha, yo me iré contigo. ❞ ๑ 15 O6 2O19。░ finished。 ✲ one shot, angst, romance。 Ⓒ ORGASMINGI