Desgracia 3

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Siempre fui tímido, incluso ahora lo sigo siendo. Cada vez que conocía a alguien era usualmente por necesidad, necesidad de esa persona hacia mí.

Mis padres me decían: “Debes hacer amigos” “Decirles que tal amigo, o qué onda pana”. Nunca pude decir eso, no es que no quisiera ni mucho menos que no me dieran las ganas, simplemente era imposible, cada vez que decía un “Hola” ya me miraban raro, por lo que prefería mejor no hablar. Pero hasta la escuela me hacia bullying, cada día cuando tomaban lista, recuerdo que decían mi apellido y no podía decir un “presente” sin antes escuchar alguna risa, o algún comentario que decía: “el maricòn”, “Malckovich (imitando mi voz)”, “viiii pásamela”, ¿Y qué hacía yo? Nada, no podía hacer nada más que fingir no escuchar esos murmullos.

Una vez trate de hacer algo cuando me estaban molestando. Mis padres me habían dicho que si me molestaban nomas debía decirles: “Ya no me molestes”. Eso le dije al niño que se acercaba con otros dos preguntándome y notándose la risa entre sus palabras: “¿Eres hombre?”, cuando termine de decir lo que mis padres me habían enseñado, ellos soltaron carcajadas como si les hubiera contado un chiste. Al terminar de reírse el niño se me acerco más a mí para decirme: “¿Ay, la niña se cree ruda?”, luego de eso me dio un golpe en el estómago que me hizo dar ganas de vomitar (justo había sido esa escena en recreo al cuando había terminado de comer mi refrigerio), y se fueron, riéndose otra vez, dejándome con las ganas de llorar y maldiciéndome por mi debilidad.

En hora de clases, cuando era una actividad de contestar oralmente y decían mi apellido, yo temblaba, odiaba hablar porque ya sabía lo que iba a pasar, por eso siempre en las clases, permanecía callado, hablaba nomas cuando era necesario. Cada vez que me llamaban y yo respondía bien, se escuchaba “Ahyyyy( de manera molestosa hacia mi)”, si me equivocaba nomas se reían.

A la hora del recreo trataba de esconderme de mis “amigos” yéndome  hasta llegar a un lugar con sombra y sentarme  hasta que acabara el receso. Era la única manera de que no me molestaran en mi tiempo de descanso, aunque no siempre funcionaba, a veces los niños en vez de irse a jugar futbol entre ellos, algunos iban a comprar sus refrigerios en el bar y en el camino se topaban con “el maricòn”  y me molestaban con la típica pregunta: “¿Te gustan las niñas?”. Los odiaba, tanto así que si hubiera sido fuerte en aquel tiempo, les hubiera dado una golpiza de tanta rabia que me hacían tener. Pero no, para mi desgracia era un gay robusto, pequeño, y débil en aquellos tiempos por lo que no podía hacer nada para defenderme, solo hacerme el de oídos sordos, lo cual provocaba que ellos se enojaran y me tumbaran.

Lo único bueno de aquellos tiempos, era llegar a casa, hacer las tareas, estudiar si había que estudiar y dormir hasta el día siguiente que volvía.

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⏰ Última actualización: Mar 26, 2015 ⏰

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Las desgracias de ser gayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora