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Un singular joven de cabello azulado se encontraba en una transitada esquina, con un alto talón de papeles que entregaba a cada persona que pasaba por su lado.

Debía admitir que no era el mejor trabajo, era increíblemente aburrido estar parado por varias horas simplemente allí, extendiéndoles papeles a las personas siendo que apenas se alejaban un par de metros tiraban el papel al suelo.

«¡Es inaceptable y muy muy grosero!»

Pensaba el joven.

Es que, él entendía lo poco interesante que debía ser para las personas un simple folleto sobre playeras estampadas pero, ¡él se conformaba con que por lo menos lo tiraran al cesto! Ademas de ser irrespetuosos con el trabajo de otros ensuciaban la vía pública y dañaban el medioambiente.

Un suspiro cansado salió de sus labios y arremangó la manga de su suéter para observar en el reloj que abrazaba su muñeca, rogando que el tiempo de tortura que aún le quedaba se pasara rápidamente.

Cuarenta y cinco minutos y sería libre.

«Muy bien, no es tanto Kim, tú puedes soportarlo; inhala, exhala, inhala, exhala.»

La gente seguía pasando en frente suyo, así que se apresuró a tomar un volante rápidamente entre sus dedos para extenderselo a un muchacho que caminaba lentamente por su lado.

— Hola, tal vez te interese visitar Magic Shop, hay diseños muy originales que podrían gustarte — habló rápidamente, mostrando su mejor sonrisa cuadrada.

— Eh... No.

La respuesta fue grosera, sí, pero más grosera fue la forma en la que el extraño empujó su mano, sin siquiera esforzarse en tomar el papel.

El ceño del chico de cabello color fantasía se frunció y sus labios se separaron en sorpresa. Nunca en sus semanas trabajando como repartidor de volantes se había topado con un niño tan maleducado.

— ¿Disculpa? Sólo pretendía que recibas el volante, no tienes que ser tan irrespetuoso.

Su creciente enojo se podía notar tanto en sus cejas casi juntas como en sus manos que se apoyaban en sus caderas.

— No me interesa tu volante — una mueca sarcástica se formó en los finos labios del azabache, haciendo enfurecer aún más a TaeHyung.

— ¡Vete al diablo!

Pateó el suelo infantilmente y luego de observar por unos segundos el folleto rechazado aún en su mano, lo arrugó y lo lanzó directamente en la cara del desubicado.

— Mocoso insolente, quién se cree que es... — masculló para sí mismo, yéndose de allí lo antes posible antes de que pudiera lanzarse sobre el extraño y romperle su gran nariz.

[Una semana después...]

Nuevamente y como cada semana el joven de sonrisa cuadrada se encontraba repartiendo volantes.

Pero ésta vez era diferente. Ahora se había propuesto que ya no se estresaría por cosas tontas, intentaría calmarse, respirar tres veces y tomar un té de tilo, justamente como su amigo de mejillas regordetas le había recomendado. TaeHyung no quería llegar a tener problemas de caída de cabello o algún otro problema de salud por ser tan nervioso e intolerante.

Y él lo estaba haciendo bien, increíble, perfecto; su sonrisa no se había borrado en toda la mañana y no era para nada forzada. Sí, todo iba genial hasta que un bollo de papel golpeó fuertemente en medio de su frente.

Respiró hasta calmarse y levantó su mirada para encontrar al culpable, tal vez sólo era un niño jugando, no tendría por qué alterarse, ¿verdad?

Pero lo que se encontró no era un inocente niño jugando.

— ¡Oye, tú! ¿Qué te sucede? — le gritó comenzando a sobar su frente, realmente le había golpeado fuerte. O tal vez sólo estaba exagerando.

Pero el mismo azabache maleducado de la semana anterior simplemente se encogió de hombros, mostrándole una pequeña sonrisa antes girarse y desaparecer entre todas las personas que caminaban por allí.

El peliazul bufó y tomó el papel que lo había golpeado, encontrándose al desdoblarlo con que era el mismo volante que él le había tirado a la cara días atrás.

«¡Pero que descortés!»

Rodó sus ojos ante la inmadurez del joven, y estando a punto de tirarlo al cesto notó algo diferente.

El folleto tenía algo escrito en el dorso, así que como todo curioso lo observó, encontrando un "Llámame ;)" con una desastrosa caligrafía y el correspondiente número más abajo.

Oh no, TaeHyung no podía creer el nivel de caradurez que ese muchacho tenía. Así que con brusquedad y su característico ceño fruncido (por cortesía del pelinegro cara de tonto) guardó el papel con el número en su bolsillo, alejándose de allí hecho una furia.

Porque Kim TaeHyung no se dejaría intimidar, claro que no. Él llegaría a su casa, agendaría el número como "idiota" y le diría a ese tipo todas las cosas que ya le molestaban de él.

Incluída esa adorable y molesta sonrisa que le dedicó antes de desaparecer momentos atrás.

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Ésta simple idea se me ocurrió de la nada, siempre me pasa, veo una piedra y en mi mente se dibuja toda una historia ahre.

Espero que les haya gustado, sé que es muy tonto y corto pero la verdad a mi si me gustó ksdjlsjz.

Nos vemos en mis demás historias (si es que las leen o van a hacerlo ¿?).

I love u hermosa persona que lee ésto, ten un buen día.❤

— sora.

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⏰ Última actualización: Jun 07, 2019 ⏰

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