En casa de ellos.

37 0 0
                                    

Era un día como cualquier otro en esa casa, despertar con los ruidos de la mañana y bajar a desayunar con el tumulto de la gente con la que vivía, para ellos siempre todo tenía que ser puntual, el desayuno y la hora de dormir, yo siempre me metía en problemas a causa de eso, no suelo ser muy puntual para las cosas, siempre me quedo observando y analizando mucho las cosas, es por eso que siempre paso el tiempo entre mis naipes, E siempre decía que yo era una persona muy ociosa y que por eso podía pasar horas construyendo castillos de naipes o, estar tirado en el césped mientras llovía, dejando que mi cabello se empapara y mi ropa quedara como recién salida de la lavadora, pero así era yo, siempre lo he sido creo, al menos desde que recuerdo, lo poco que recuerdo al menos, siempre entre libros, naipes y durmiendo, con mis cuadernos de dibujo, y dibujos y pinturas desordenadas en el piso de mi habitación, otra razón por la que ellos siempre se molestaban.

Nunca pude adaptarme bien a ese lugar, sentía que me consumía por dentro, quizás eran las pastillas o la falta de compañía, solo había una persona de entre toda la inmensidad de gente que vivía en esa casa que lograba agradarme, F , de alguna forma lograba entenderme, y podía quedarse conmigo, hablando de cosas mundanas o solo viéndome jugar con los naipes o dibujando, era una persona callada, creo que por eso me agradaba tanto, siempre fue de la clase de personas que no hace muchas preguntas, y para mí eso era perfecto, no recuerdo muchas cosas sobre mí, solo algunos recuerdos vagos, un hombre, creo que podría ser mi padre, muchos naipes, y libros, una especie de luz cálida que iluminaba todo, y a E, creo que siempre he recordado a E, o al menos creo que no se pueden olvidar a alguien así.

La luz entraba por mi ventana y podía escuchar sus gritos tratando de despertar a la casa completa, siempre pensé que deberían de comprar cortinas, si tenían tanto dinero como para mantener una casa llena de personas, al menos podrían de haber comprado cortinas, deje pasar el tiempo, tratando de que nadie lo notara, dieron las once en punto, y ya me había perdido el desayuno, no me importaba, sabía que F al no verme en el comedor guardaría algunas sobras para mí, porque era esa clase de personas, aunque yo siempre le decía que no se preocupara por alguien como yo, pero de todos modos y de alguna forma siempre estaba cuidando de mí, a veces era algo molesto pero siempre le agradecía, a pesar de todo.

Ese día no fue un día como cualquier otro de alguna forma sentía que algo pasaría, que algo cambiaría, fui a mis clases y a las citas con el doctor, aunque siempre sentía que no me servían de nada, simplemente me miraba dibujar o me escuchaba decir una sarta de estupideces típicas de una persona adormecida, el solo escribía cosas en una libreta, nunca supe que era lo que escribía, tampoco era que me importara, lo único que sé es que, cada cuantos meses, siempre llegaban nuevas pastillas, él no me agradaba mucho, siempre estaba preguntándome sobre mi pasado, y sobre cosas que yo no podía recordar, no era que no me esforzara, en verdad, era solo que recordaba luces cálidas y gritos, imágenes vaga de alguna vida que supongo que alguna vez tuve, pero ese día sentía algo distinto, afuera se puso a llover y salí al largo patio de la casa, nunca me importo mucho mojarme, eran de las cosas de la vida, que aunque raras, disfrutaba mucho, sentir como el agua caía por mi rostro, mi cabello empapado y sentir el calor húmedo que se producía con el frió y mi temperatura corporal, al entrar F me esperaba con una toalla, me di cuenta entonces que era día de lavado y que no tenía más ropa que la que llevaba puesta, me resigne, después de todo dejar que mi cuerpo se secara mientras me tendía en el piso de mi habitación observando la nada no era tan mala idea.

Debí de haberme dormido en algún momento, cuando desperté ya era la hora de cenar, a pesar de todo no tenía suficiente apetito, y usé la excusa de la ropa mojada para quedarme en mi habitación mientras dejaba que la oscuridad de la noche cayera por completo, y así me quedé durante mucho rato, en mi cama mirando un punto vacío en el techo, escuchaba los ruidos de fuera y cada vez me parecían más irritantes, me parecía raro, aunque no era distinto del ruido que se producía en esa casa normalmente, esta vez sentía algo diferente, ese día era distinto, me empezó a irritar la gente moviéndose, era molesto escucharlos dar órdenes, no podía aguantarlo más.

Ya era de noche, el frío se colaba por mi ventana, había dejado de llover y la luna brillaba en el cielo despejado, siempre me ha gustado la luna, de alguna forma me recuerda a un gato riendo, una vez tuve a un gato, recuerdo que fue uno de mis mejores contrabandos, lo tuve hasta que ellos lo encontraron en mi habitación, a veces sentía que no querían que fuéramos felices. Ya era media noche y la casa se encontraba callada, yo aún miraba la luna, pensando en cómo a luna es tan pura y los gatos tan corruptos, alguna vez escribiré sobre eso, también pensaba en cómo sería la vida allá fuera, no recuerdo mucho de cómo era mi vida antes de esta casa, no recuerdo lo que hacía, ni los lugares que frecuentaba, no recuerdo a mi familia tampoco, solo recuerdo a E, pero solo su rostro, su sonrisa y algunas de las cosas que me decía, recuerdo un campo de un cielo azul despejado y la brisa del tiempo, pero ¿no sé si fue solo un sueño muy vivido o en verdad sentí esas cosas?. De nuevo oí ruidos, algo raro para esa hora, un ruido de motor, se veía desde mi ventana como una de las rejas del portón de la casa se abría, sentí que debía apurarme, esa era mi oportunidad, al fin y al cabo, quería sentir la brisa de la noche en mi cara, sentía que debía de correr, que debía de encontrar a alguien, sentía que debía de escapar, y algo dentro de mí me decía que esa era mi oportunidad.

Espere un par de minutos, y al darme cuenta de que la reja no se cerraba apure el paso, metí en una mochila que tenia de contrabando un par de cosas, naipes, un par de libretas y cuadernos de dibujo, y un poco de dinero que había ganado vendiéndole tareas y pruebas a algunos chicos de la casa, un poco de ropa, que había llegado limpia apenas diez minutos antes de la hora de dormir, me asome por mi puerta para ver si había alguien, al parecer la ronda de esa noche aun no empezaba, pensé en F y como se sentiría la mañana siguiente después de darse cuenta de que no solo había faltado al desayuno, sino que tampoco me encontraba en mi habitación, pero sinceramente no me importo, sentía una urgencia inmensa de salir de ese lugar y respirar el aire de la noche, de caminar bajo su oscuridad, con las calles solamente iluminadas por la luz de la luna de esa noche.

Baje rápidamente, no sabía si la puerta principal estaba cerrada o abierta, pero algo dentro de mi sabía que esa noche estaría al fin fuera de ese lugar, al llegar al borde de las escaleras, lo supe con certeza, la luz de la calle se colaba tímidamente por la ranura que dejaban las puertas juntas, y al otro lado la reja abierta, era libre, al fin, de nuevo libre, si es que alguna vez lo fui, pero eso no importaba ya, al fin estaba fuera de esa casa y los ruidos de la noche se oían tranquilizadores, de alguna forma, mientras más me alejaba de esa casa, me sentía en paz...

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 10, 2019 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Recuerdos oscuros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora