Capítulo 9

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Detuvo el auto luego de más de dos horas de viaje, decir que estaba cansado era poco más cuando hubieron varios trancones en el camino que hicieron el viaje algo pesado.

Miró hacia un lado y fue inevitable no sonreír viéndola dormir tan plácidamente y con sus manos rodeando su vientre de forma protectora. Gia se había convertido en la única prioridad que tenía en ese momento, quería hacerla feliz y demostrarle que no se había equivocado en darle una oportunidad.

— Eres tan hermosa — acarició su mejilla, delineó sus facciones maravillándose con ella por largos minutos.

Dado que Gia ya había visitado la mayoría de cosas en Niza quiso sorprenderla luego de hacer una pequeña búsqueda por internet. Un tour privado especialmente para ellos en los campos de Lavanda era algo que seguramente ella disfrutaría, la conocía y amaba los pequeños detalles.

— Cariño despierta ya llegamos — la movió un poco con delicadeza.

La castaña abrió los ojos lentamente hasta que su mirada azul se posó sobre él, sonrió para luego parpadear varias veces dejando escapar un pequeño bostezo.

— ¿Ya llegamos? — él asintió — ¿A dónde estamos? — preguntó mirando a su alrededor.

— Ya lo verás — sonrió para sí mismo, salió del carro y abrió la puerta para ella.

Aquellos jeans que llevaba puestos se ajustaban a sus piernas como una segunda piel realzando sus atributos, la camisa blanca que completaba su look caía por sus hombros y en ese momento solo agradeció ser el único que pudiera observar aquella obra de arte; por suerte quien les daría el tour era una mujer ya de edad avanzada así que no habría problemas.

— Deja de mirarme así — se quejó mientras  volteaba hacia él — siento tu mirada lasciva sobre mi.

— Solo estoy viendo lo que es mío — replicó bastante orgulloso de que así fuera.

— ¿Ah si? — él asintió abrazándola por la espalda — que mal que yo no puedo decir lo mismo.

— Cariño — ella detuvo sus pasos — mírame Gi— alzó su mentón con delicadeza. Sentía que su corazón se hacía pequeño cuando aquellos ojos ojos de un azul brillante se apagaban — soy tuyo, mi amor es tuyo y todo lo que tengo es tuyo, tan pronto lleguemos iniciaré con los trámites del divorcio... no quiero que te aflijas por esto.

— Lo siento solo estoy un poco emocional — la castaña forzó una sonrisa pero eso a él no le convenció para nada.

Acunó su cara entre sus manos haciendo que sus labios se unieran lentamente, se rozaron con delicadeza uniéndose una y otra vez, delineó aquellos labios suaves y carnosos con su lengua introduciéndose en ella para completar esa danza lenta en la que ambos estaban inmersos. Se besaron sin descanso hasta que por culpa de la falta de aire en sus pilones tuvieron que separase.

— No te disculpes cariño — replicó luego de haber recuperado un poco de aire — esto es mi culpa por no haberme dado cuenta de las cosas desde antes pero prometo que lo arreglaré.

Gia ladeó su cabeza ahora con una sonrisa nuevamente en su rostro, era tan suyo aquel gesto que era imposible no sonreír de vuelta.

— Mejor vamos que ya nos están esperando.

Tomó su mano sintiendo aquella conexión que lo hacía sentir vivo, una corriente recorrió su espalda como cada vez que caminaba de su mano.

Una gran Hacienda se alzaba frente a sus ojos, era de un color crema y tenía los techos de color rojo resaltando desde lejos. En la puerta una mujer de unos sesenta años los esperaba con un gran sonrisa en su cara, los guió hacia dentro y una vez ahí observando por un gran ventanal supo a dónde la había llevado, juzgando por su cara diría que estaba más que emocionada y gratamente sorprendida.

Regalo de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora