21. Siento haberte olvidado, déjame ponerte al día

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A Yuri nunca lo habían llamado de la dirección en plena clase. Así que cuando le ocurrió por primera vez ese día, no pudo evitar sorprenderse, casi quedándose quieto en el sitio pensando que había escuchado mal, de no ser porque volteó a ver a Mila y ella lo miraba de manera insistente. Quizá ella también había escuchado mal.

No era muy común que te llamaran, pero aun así, las veces que pasaba, la mayoría del tiempo todo el asunto era sacado de proporción. Por ejemplo, una vez hace unos meses llamaron a Anya, y cuando regresó en el segundo turno estaba llorando. Fue preocupante por unos segundos, hasta que Mila le preguntó y al parecer era que su serpiente mascota había muerto. Ninguno de los dos quiso preguntarle por qué tenía una serpiente de mascota, y tuvieron que ignorar los chillidos que soltaba de vez en cuando en plena clase de matemática.

Pero, Yuri no tenía una serpiente mascota. Aunque tenía a Potya, él sabía que era imposible que le pasara algo. Comenzando con el hecho de que cada vez que Potya se había enfermado en algún punto de su vida, él se encargaba de buscar la esperanza de vida promedio de los gatos siberianos y, según sus cálculos, todavía le faltaban unos cuantos años para siquiera empezar a preocuparse. Potya era una gata fuerte.

Miró al frente, y la profesora le indicó con un movimiento de cabeza que se apurara. Yuri, medio cohibido, tuvo que moverse fuera de la silla de manera torpe para poder salir.

—Te guardaré el bolso si no llegas al terminar la clase —le aseguró Mila, en un tono de voz un poco más alto de lo que ameritaba. Él volteó a verla, justo a tiempo para que ella le sonriera y mostrara el pulgar arriba.

Yuri salió del salón y caminó por los pasillos en silencio, replanteándose cualquier situación que podía ameritar un llamado a la dirección, hasta que llegó y se obligó a tocar la puerta varias veces, solo por ser educado. No era como si lo hubiesen criado sin ciertas normas de cortesía, además, sabía que podía necesitarlo si estaba metido en problemas.

Cuando entró, vio al director y a una mujer sentada en la silla que usualmente ocupaban los estudiantes mientras recibían un regaño. Cuando ella giró la mirada, una mezcla de sentimientos le invadió. Cabello rubio, labios rojos y toda la habitación tenía un olor dulce, que él suponía era de su perfume. Ella le sonrió y se quitó los guantes de las manos mientras se ponía de pie. Su ropa era lujosa, dándole un aspecto mucho más formal y elegante al que Yuri hubiese esperado verla jamás. Debajo de toda esa ropa, Yuri se dio cuenta de que era su madre.

Alina le sonreía de manera calurosa, a pesar de lo extraña que podía resultar la situación. Se veía completamente distinta a lo que él había creído recordar, y sentía algo parecido a lo que él suponía debía sentirse cuando veías a tu artista favorito cara a cara, después de estar acostumbrado a verle por fotos o videos durante toda tu vida.

Yuri recordaba ver a su madre de pequeño, pero ahora era obvio que ambos habían cambiado y que de los dos, era Alina quien parecía mucho más feliz de que ese encuentro estuviese ocurriendo que él.

—Yura, justo hablaba con el señor Yakov. Ha sido muy amable en pedir que te llamaran. —Sonrió—. Me temo que tendrás que perder las otras clases del día de hoy, pero creo que está bien justificado.

Yakov y Alina intercambiaron unas palabras, se dijeron adiós y ella salió con la excusa de que tenía que hablar con su hijo.

—¿Qué quieres? —preguntó Yuri apenas salieron—. ¿El abuelo está bien?

Alina le sonrió de manera condescendiente mientras jugaba con los lentes de sol entre sus manos.

—Él está bien, puedes estar tranquilo. Dime, ¿acaso no te emociona que yo esté aquí?

Handsome Devil [OtaYuri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora