Capítulo 5.

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- ¿Lo dices en serio?

- Así es. No soy humano – Dijo al tiempo en que volvía a tomar la toalla que le había dado hace unos minutos y se la ponía sobre la cabeza para comenzar a secar su cabello –. Es imposible que un humano haga cosas como saltar sobre edificios – Continuó –, es decir, a penas y pudiste correr a más de un metro de mi e incluso, pude sujetarte fácilmente. Y sé que te diste cuenta que llegamos aquí en menos de 20 minutos, a comparación de cuando caminas sola de regreso.

- Tienes razón, por lo general duro una o dos horas en llegar a pie – En todo momento permanecí en el mismo lugar mientras él se movía libremente dentro del departamento –.

-Cualquiera se habría cansado de cargarte durante tanto tiempo – Se detuvo al decir eso y se revolvió el cabello más agresivamente a como lo había estado haciendo –, no quise decir que estés gorda o algo así – Insistió aparentemente preocupado. ¿Por qué pensaría eso? –. Mi punto es, que por el tiempo en que te estuve cargando, cualquier humano terminaría agotado, sin embargo, yo podría hacerlo siempre. Claro – Giró su rostro hacia mí y extendió su sonrisa –, solo si tú me lo permites.

Dejó su toalla a un lado de su sudadera blanca sobre el respaldo de otra silla consecutiva y se encaminó a las ventanas del departamento que se encontraban cubiertas por las cortinas. Con una de sus manos y sus ojos posados sobre las ventanas comenzó a deslizar las cortinas que opacaban la impresionante vista que finalmente quedó al descubierto.

Desde el principio, la maravillosa vista era lo hacía que el pago mensual del departamento valiera la pena, debido a que toda la ciudad podía ser vista desde aquí. En la descripción, antes de hacer el contrato, mencionaron una ventana de 4 metros de longitud, pero jamás mencionaron lo maravillosa que era la vista.

- Siempre me ha gustado tu casa por esto – Dijo admirando la vista, que no era del todo clara debido a las constantes gotas de lluvia que chocaban contra el cristal –.

- A mí también – Confesé, quedando igual de cautivada que él. Caminé hacia el centro de la casa quedando a un metro de él, observando el nocturno paisaje –, lástima que sea tan costosa.

Él se sentó a lo indio en el suelo frente al cristal y movió su cabeza indicándome que hiciera lo mismo. Lo hice, pero no cerca de él, sino lejos, buscando la forma de no compartir el mismo espacio que él.

- Sé que estos días has estado asustada por causa mía, y de verdad lo siento – Estaba recargado sobre sus manos inclinado un poco hacia atrás, sus ojos miraban en mi dirección, sin embargo, yo opté por mirar hacia la ciudad. No deseaba establecer contacto visual –.

- Eres un asesino, o por lo menos eso dicen – Confesé aun sin mirarlo, no sé qué tan bien estuvo que dijera eso, es bueno que no me haya hecho daño antes, pero, aun así, no quería provocarlo –.

- Lo soy.

Sentí que mi corazón se detuvo por un momento. Yo ya lo sabía, pero, que él mismo lo expresara me hizo temblar y temer. No pude decir nada, simplemente abracé mis piernas como respuesta buscando un poco de seguridad en ellas. Lentamente, giré mi rostro en su dirección, no estaba molesto, solo estaba siendo sincero.

- Pero _______, tu no debes temerme – Fue muy difícil creerle. Aún a pesar de que en nuestros encuentros jamás me hizo daño, aún a pesar de que su rostro mostraba sinceridad –, es imposible que te haga daño, es más fácil que tú me dañes a mí a que yo piense siquiera en tocarte.

- ¿Por qué no debería temerle a un asesino? – Insistí. Supongo que el hombre entiende que es imposible no temerle, lo conozco muy poco, conoce mi nombre y hoy estuvo siguiéndome si no es que lo hace desde ya hace tiempo – ¿Por qué has estado apareciéndote en mi vida?, ¿Por qué no me mataste cuando nos conocimos?, ¿Qué se supone que eres si dices no ser un humano?

Esto es sobre nosotros (Jeff the killer y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora