Capítulo 35

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—Te tengo, tranquila, estás en mi reino —oigo las palabras de Oberón, siento sus brazos alrededor de mi cuerpo.

Me encuentro muy débil, estoy agotada y dolorida.

—¿Qué le pasa?, ¿qué le has hecho a mi hermana? ¡Eres un maldito cabrón, juro que voy a matarte! Dijiste que no ibas a hacerle daño, ¿qué pasa contigo? ¡Eres un mal nacido!

—Ella está bien, no le he hecho nada, relájate Ana. Clara, llama a mis druidas y que vengan a la habitación.

—¡De eso nada, no vas a tocarla, juro que te mato, lo juro! ¡No te muevas de mi lado Clara, nos la llevamos fuera de este maldito reino!

—¿Y a dónde pretendes llevarla?, ¿con el clan de Mack? ¿Acaso crees qué ellos podrán protegeros? ¡Mírala, ni en mi maldito reino estáis a salvo! Estamos luchando con algo que desconozco, no solo Morgana la quiere. Si pisa la oscuridad, si vuelve a entrar en las tinieblas... no volveremos a verla. Intenta tranquilizarte, ¡por todos los dioses, Ana!, eres peor que Sorcha cuando te enciendes, controla ese poder, controla esas emociones. Ella está bien, te doy mi palabra, solo ha sido una pelea, verás como se pondrá bien.

—¿Una pelea, dices?, ¿pero has visto cómo están sus ropas? ¿Por qué la has golpeado de esa manera?, tiene golpes por todo su cuerpo.

—Creo que ha sido una pelea justa, fíjate en el rey Oberón. Relájate, no sacarás nada si te pones nerviosa —le aconseja Clara.

—¿Dónde coño están los druidas Clara?, ¡te dije que los llamaras! —grita Oberón.

—Aquí, estamos aquí majestad.

—Bien, no perdamos más tiempo, curad todas las heridas de Sorcha, haced un ritual dentro de la habitación, no quiero que entre nada de oscuridad. Quiero que siempre esté llena de luz, poned velas por todas partes, traed flores y rodead todas las ventanas con ellas.

—Majestad, tenemos que curar sus heridas, usted también está mal herido.

—Estoy bien, dejadme, tengo que convocar a los dioses y reunirme con ellos, Sorcha está en peligro. ¿Dónde está el druida Owen?, ¡qué alguien lo llame, lo necesito aquí, ahora! No podemos perder tiempo, nos necesita más que nunca.

—¿Quién te crees qué eres?, aquí nadie va a hacer nada sin mi permiso, yo soy su hermana, y me la llevo ahora mismo.

—¡Tú y tu hermana están bajo mi protección, y de aquí nadie va a salir! No seas estúpida, he intentado ayudar a tu hermana, tu padre, o lo que quiera que sea, ha intentando reclamarla, y gracias a mi está aquí, y no en la oscuridad. ¿Te queda claro?, no intentes cabrearme.

—¡No pienso hablar contigo, no eres nadie para mi, no vuelvas a amenazarme! ¿Te ha quedado claro?

—Todos estamos nerviosos, vamos a relajarnos. Sorcha está bien, deja que el rey Oberón se encargue de ella. Ven conmigo, salgamos para que te de un poco el aire —aconseja Clara.

—Owen, necesito que prepares una pócima, trae rama de brezo, toda la que puedas. Sorcha va a estar tomándola bastante tiempo.

—¿Crees qué eso la podrá ayudar? —admite el druida con recelo.

—No lo sé, pero nos dará tiempo, espero que Feet esté aquí para que pueda ayudarla.

—¿De qué habláis?, ¿qué pócima vais a darle? —pregunta Ana muy nerviosa.

—Sorcha necesita beber de esa pócima, sirve para cortar cualquier encantamiento, o cualquier hechizo que haya hecho Morgana. Eso nos dará un margen de tiempo para que no la puedan reclamar a la oscuridad. Tanto ella como tu padre, déjame hacer mi trabajo —advierte Oberón.

Entre Luces y TinieblasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora