➻ nueve

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—¡Nina! Es mucho más bonito de lo que había imaginado —le dijo Luna a su amiga cuando la vio el lunes por la tarde con el vestido de novia.

Después de otro largo día finalizando últimos detalles, como la asignación de asientos para el banquete, no pudieron acercarse al sastre hasta las cinco, después de dejar a Jazmín con las gemelas.

Como iban con retraso, Nina tuvo que llamar a Gastón para que él y Matteo fueran por su lado a probarse los esmoquin. Después se verían los cuatro juntos en el restaurante para cenar. Luna no pudo sino lamentar el no poder dar el planeado paseo con Matteo desde el bar hasta el taller del sastre.

—Es precioso —repitió Luna mientras Nina se subía a la plataforma central de la sala.

Nina se giró despacio para que Luna pudiera verlo en su conjunto.

—Es bonito, ¿Verdad?

El vestido era de satén blanco, con falda larga hasta los pies, y el corpiño estaba bordado. Tenía un amplio escote y una veintena de botones a la espalda.

—Es perfecto —le dijo Luna.

—¿Crees que está bien que el velo sólo llegue hasta mis codos? No quería que fuera un engorro. Pensé que un velo más largo no dejaría que el vestido luciese.

—Creo que el velo tiene el largo perfecto —la aseguró Luna.

—¿Y la tiara? ¿Crees que es demasiado? Intenté colocarme el velo sólo con una diadema, pero no le daba el volumen necesario.

—No, no es demasiado —repuso Luna después de estudiarlo con detenimiento—. Está muy bien. Todo el conjunto está fenomenal.

—¿Estás segura? Porque confío en que me digas la verdad.

—¿Y qué harías si te dijera que algo no está bien? ¿Empezar a buscar otro vestido cuatro días antes de la boda? —le preguntó Luna bromeando—. Sí, estoy segura. El vestido, el velo y la tiara son perfectos. El vestido puede que haya que meterlo un poco en la cintura. Eso es todo.

Nina se miró en el espejo y se estrechó el vestido por detrás.

—Sí, a lo mejor un par de centímetros.

—Eso es. Pero no cambiaría nada más —le dijo con firmeza.

Al parecer lo hizo con la suficiente firmeza como para convencer a su amiga.

—¿Y tú vestido? —le preguntó Nina—. ¿Aún te gusta?

Nina había ido a Denver para poder comprar juntas el vestido que iba a llevar la dama de honor. Después Nina se lo había llevado a Northbridge y Luna no lo había vuelto a ver desde entonces.

—Creo que me gusta incluso más que cuando lo vimos en la tienda — repuso ella mirándose al espejo—. Me probé tantos hasta que encontramos éste que no recordaba lo bonito que era.

Y Luna estaba siendo sincera. Le gustaba de verdad el vestido que iba a llevar. Tanto que pensaba que seguramente se lo pondría en alguna otra ocasión. La tela era muy fina y leve, de color marrón claro, bordado con flores en colores tierra. Era liso, con tirantes finos y se adaptaba sinuosamente a su figura. El escote era recto, pero lo bastante bajo como para mostrar un poco del nacimiento de los pechos.

—Te queda fenomenal —le dijo Nina—. Quizás haya que subir un poco el bajo, pero es lo único que hay que hacerle.

—Además, es muy cómodo —repuso Luna revolviéndose un poco para ver el movimiento del vestido.

Nina miró a la puerta por donde había desaparecido el sastre después de mostrarles dónde estaba el vestidor. No había vuelto a aparecer.

—No puedo creer que vayamos a tener un minuto para nosotras —dijo Nina mirando la puerta.

—¿Qué te parece si cerramos por dentro y nos quedamos aquí escondidas?—le planteó Luna.

—Eso estaría genial. Un poco de paz y tranquilidad. Sin nada que hacer, ni niñas, ni horarios... —le dijo Nina.

Pero, por supuesto, ninguna de las dos cerró la puerta.

—Bueno, ya que tenemos unos minutos, ¿Por qué no me cuentas qué tal te encuentras en el apartamento y con todo lo que está pasando? —le preguntó Nina poniendo toda su atención por primera vez en su amiga.

—¿Todo lo que ha estado pasando? —repitió Luna.

Inmediatamente pensó en Matteo. Creyó que su amiga había notado algún tipo de química entre ellos. Pero se equivocaba.

—Sí. ¿No te importa ayudarme con todos estos aburridos detalles de última hora? —aclaró Nina—. ¿Y que no pueda dedicarte ni dos minutos para simplemente sentarnos y charlar? ¿O tener que quedarte en el apartamento en vez de conmigo? Todo eso.

—¡Ah! —exclamó ella al darse cuenta de que su amiga le hablaba de otra cosa.

Tenía la tentación de contarle lo que estaba pasando y cómo se sentía, pero Nina estaba tan liada y preocupada con la boda que le pareció egoísta poner más peso aún sobre sus hombros.

—El apartamento de Matteo está muy bien —le contestó para tranquilizarla—. Y no te preocupes por nada. Vine aquí sabiendo que no íbamos a poder sentarnos y charlar todo el día, sabía que ibas a estar muy ocupada. Estoy aquí para ayudarte, ¿O es que lo has olvidado? No para que tengas que entretenerme.

—Ya lo sé, pero no puedo evitar sentirme culpable de estar metida en todo este jaleo. Además, parece que todo gira a mi alrededor.

Luna se rió con ganas.

—¡Eres la novia! Se supone que todo tiene que girar a tu alrededor.

Así era como se sentía Luna y, al ver la inseguridad y presión a la que estaba sometida su amiga, se convenció aún más de que no sería buena idea contarle todo lo que le estaba pasando por la mente. Pero, aunque no quería hablar de él, su nombre salió en la conversación.

—Estás teniendo que pasar mucho tiempo con Matteo, ¿No te importa? —le preguntó su amiga.

—Bueno, yo soy la dama de honor y él, el padrino. Es normal que tengamos que vernos las caras a menudo y hacer cosas juntos.

Pero Nina no dejó el tema.

—Sí, pero pasas más tiempo con él de lo normal, porque estás viviendo en el apartamento de al lado, usas su cocina para hacer el pastel... ¿Sinceramente no te importa? La verdad es que parecía que lo estaban pasando muy bien juntos la otra noche, cuando fuimos a verte al restaurante. Tan bien que ninguno de los dos se dio cuenta de que Gastón y yo habíamos llegado, pero a lo mejor estás cansada de tener que verlo a todas horas. ¿Quieres que me invente algo para cancelar la cena de esta noche?

—No, no hagas eso —repuso ella rápidamente, pero sin querer parecer alarmada—. Él sólo está intentando ayudaros a ti y a Gastón, quería que pudieran tener una noche relajada, sin las niñas y sin preparaciones para la boda. No me importa verlo de nuevo, de verdad. Es un tipo muy agradable.

Nina sonrió con picardía.

Regalo De Bodas › Lutteo {Adaptada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora