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"Disimula, que la gente nos mira, un pequeño descuido y todo se acabó."

Íbamos camino al bar donde sería la fiesta, una de las miles a las que teníamos que asistir involuntariamente, para que te exhibieras con tu novia. El lugar no era de mi agrado, muchas gente, mucho ruido y poca luz. Una vez dentro del lugar, ella te tomó del brazo, dirigiéndote a la pista, para comenzar a bailar y tus ojos se encontraron con los míos fugazmente. Tus manos se posaron en su cintura y me mirabas a mí por encima de su hombro. No lo soportaba. Cuando tuve oportunidad enseguida me alejé de ustedes y de los chicos, en dirección a la barra, necesitaba tomar algo. Ordené un fernet con coca y enseguida me atendieron. Me senté decidido a nada más que beber, deseando que las horas pasaran rápido.

Hola, soy Jerónimo. — apenas si logré escuchar.

Era un chico, cabello negro, tez blanca, no pude distinguir el color de sus ojos, por la poca luz del lugar, pero de igual forma, no me interesaban ningunos ojos que no fuesen los tuyos.

Hola. — contesté por mera cortesía.

Sonrió amistoso, no lo podía negar, era un chico realmente lindo.

¿No te gustan muchos estos lugares? — preguntó-

Sinceramente no. — admití e intente fingir mi mejor sonrisa.

Aún así ¿Te gustaría bailar conmigo?

Estuve a punto de contestar, inventando la excusa de que estaba cansado, pero alguien respondió por mi.

No puede.

Eras vos, y sentí como tu abrazo rodeó mi espalda, apretándome posesivamente del hombro y lo fulminaste con la mirada. El chico se alejó de inmediato, nos miramos y sonreí como estúpido, tus ojos ya no echaban fuego, me miraban con ese brillo inigualable, estábamos demasiado cerca, seguías aferrado a mi hombro y el aire que salía de tus fosas nasales me hacía cosquillas en los labios, debías alejarte, teníamos que disimular, bajaste tu cabeza y la recargaste en mi brazo, sabía que te estabas conteniendo para no besarme, nos conocíamos tan bien.

Eso no fue muy amable. — dije aún sonriendo, refiriéndome al chico. — Probablemente lo asustaste. —

Bajaste tu brazo de mi hombro y te sentaste a un lado de mí en la barra, pues no podíamos estar mucho tiempo teniendo contacto, la gente sospecharía.

Te está cogiendo con la mirada, Tato. — dijiste en un tono serio.

Creí que estabas bailando. — murmuré en el mismo tono.

Antonella se fue al baño. — informaste quitando el vaso de mis manos y bebiste de ahí.

Renato... — dudaste un poco. — ¿Tenes ganas de bailar conmigo?

¡¿Qué?! — pregunté incrédulo, y pude sentir como mi rostro comenzó a tomar color, hablabas en serio. — No podemos Ga, hay mucha gente que podría vernos, y... y vos ya sabes que pasa. — contesté en un suspiro.

No me importa. — y yo no pude decir más, aferraste tu mano a la mía, adentrándonos donde había más cantidad de gente, para que así no pudieran notar nuestra presencia. Me tomaste de la cintura, y te acercaste a mí, pude sentir como aspirabas el aroma de mi cuello y comenzaste a moverte, guiándome a mí. No sabía si lo que estábamos bailando iba con el ritmo de la canción, o si lo que estábamos haciendo llamarse baile, pero nada me importaba, cuando estabas conmigo, dios cuando estabas conmigo olvidaba hasta donde me encontraba parado. Tus ojos se posaron en los míos y mis labios desesperados querían probar el dulce sabor de los tuyos.

Me volves loco.

El momento se arruinó cuando vimos a Antonella acercase a nosotros. Nos separamos a una distancia considerable, para aparentar bailar con el resto de la gente.

¡Mi turno! — dijo, y sonrió mirándome.

Me alejé y la miraste, fingiendo tan bien una sonrisa, que casi me creo que te sentiste feliz al verla. Pero tu sonrisa no llegó a tus ojos, ya que estos me miraban, pidiéndome perdón.

Disimula || Quallicchio (adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora