Capítulo 70

124 10 34
                                    

Carajo. El despertador no había sonado. Apenas desperté sobresaltada por ver ya algunos rayos de sol entrar por la ventana, revisé la hora. Quince para las ocho. Mierda.
Me levanté enseguida, tirando las cobijas a un lado mío, para después correr hacia el cuarto de Valentina. La desperté enseguida y ella se levantó de inmediato para vestirse. Yo volví a mi habitación a hacer lo mismo, entreteniendome apenas en elegir lo que me pondría y lavar mi rostro. Ya me maquillaría llegando al trabajo.

Valentina y yo salimos de nuestras habitaciones casi al mismo tiempo, y simplemente nos entretuvimos en tomar un vaso de leche antes de salir corriendo de la casa. Apenas comenzamos a caminar, una voz llamó mi atención a nuestras espaldas.

—Jessica —me llamó y me giré a verle—. ¿Quisieras que las lleve? —interrogó.

Un poco apenada, y maldiciendo el haberme encontrado con él ahora, le respondí.

—No es necesario —descarté—. Si que alcanzamos a llegar...

—¡Ed! —le saludó Valentina, corriendo hasta sus brazos. Éste la cargo consigo—. Anda mami, vamos con Ed. Él nos podrá llevar más pronto.

Resoplé. Estaba realmente indecisa entre aceptar o no, pues no quería que Ed me siguiera viendo como quien solo buscaba favores de él. Pero por otra parte, tampoco quería que pensara que le estaba evitando.

—De acuerdo —acepté rehusada.

Así, los tres subimos al auto de Ed. Al subirme de copiloto, durante un instante, los recuerdos de esa noche en que discutimos volvieron a mi. La noche que confesó todo.
Me giré a verle de reojo, mientras éste abrochaba su cinturón y giraba la llave para arrancar el auto.
Al ver que le observaba, él me sonrió.
Por primera vez, en todo este tiempo, sentí un ligero escalofrío recorrerme cuando hizo esto. Y es que no podía negarlo, Ed era atractivo. Su cabello anaranjado era muy peculiar, y que decir de sus ojos avellana. Contrastaban a la perfección. Además de tener un cuerpo medianamente trabajado. Honestamente, creo que era la primera vez que contemplaba a mi vecino con tanto detenimiento, pues nunca me había puesto a ver que él realmente era apuesto.

Una vez llegamos a la escuela de Valentina, ella se despidió de ambos y bajó corriendo para adentrarse a su salón. Así, Ed arrancó entonces hacia la estética.

—No tenías por qué hacer esto —musité, cabizbaja.

—¿El traerlas? —cuestionó, viéndome un segundo de reojo—. No ha sido nada.

—No debiste dejar a aquella chica sola en tu casa, esperándote —respondí.

Al instante de decir aquello, me arrepentí totalmente. Me había evidenciado. Y eso lo noté por la sonrisa que se dibujó en el rostro de Ed.

—Así que me has visto ayer —me consultó, alzando una ceja de forma inquisitiva.

—Lo siento —me disculpé—. No debí mencionarlo. Son tus asuntos y yo no debería meterme en ellos.

Ed soltó una pequeña risa que me pareció, de alguna forma, ¿tierna?

—No te preocupes —respondió—. Yo debí ser más cuidadoso, no pensé que alguien nos estuviera viendo.

—Era comprensible. Estabas muy distraído y ella muy ansiosa.

Joder, ¿por qué había dicho aquello?

—¿Tanto se notaba? —inquirió con una sonrisa ladeada.

—Prefiero no seguir hablando de esto —sentencié, pues no quería meter más mis narices en el asunto.

My Heart Is Open (Adam Levine) // [Reescribiendo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora