Había una vez, hace muchos siglos, en algún lugar del Valle de México, existía una hermosa doncella; era tan hermosa que era la más codiciada por todos los hombres pobres que vivían en los diferentes pueblos a donde llegaban noticias.
No obstante, la doncella decidió ignorarlos a todos, pues sólo prefería encontrar al hombre ideal entre los hombres de las clases altas; fue hacia los palacios de todos los pueblos, desde los aztecas hasta los mayas, desde los otomíes hasta los tlaxcaltecas, y desde los mixtecas hasta los purépechas... pero todos los pretendientes ricos a los que fue a acudir terminaron rechazando la petición de la joven doncella.
Triste y llena de amargura en su desesperación por no encontrar al amor de su vida, comenzó a tener un sueño profundo; en él, la diosa Xochiquétzal se manifestó frente a ella, y le dijo lo siguiente: "Ve hacia el lago de Texcoco, ahí encontrarás una señal".
La doncella le contestó: "¿Pero cómo puedo yo encontrar al amor de mi vida si los pobres no me interesan, y los ricos prefieren ignorarme?"
"Hija mía, sólo haz lo que tu corazón te dicta, sólo te pido que cumplas mi petición", respondió la diosa.
Y en un día soleado, la doncella partió hacia el lago de Texcoco en una chinampa; ahí navegó hasta dar con una pequeña isla con una colina en el centro. Ahí vio a un águila de plumaje dorado. No se trataba de un águila común y corriente: se trataba de una especie única en su tipo, y no solo eso, sino que también hablaba.
"Hola, hermosa doncella", le contestó el águila.
"¿Sabes hablar?", le preguntó la doncella.
"Por supuesto", le respondió el águila, "Necesitaré que me hagas un favor: Tráeme un cactus como los que hay en el desierto del norte; necesito reposar y no puedo estar más tiempo así parado".
"Entendido", afirmó la doncella, quien rápidamente navegó en el lago, tocó tierra para después emprender una larga caminata que la llevó hacia la parte central del Altiplano; ahí encontró el cactus que necesitaba el águila, y cuando lo sustrajo y lo puso en una maceta, se llevó el cactus de vuelta hacia el lago, donde la llevaría a la isla, y de ahí la presentó ante el águila.
"Ya te traje el cactus", dijo la doncella "¿Quieres algo más?"
"Sí", dijo el águila "¿Ves aquella serpiente que está en las arenas de esta isla?"
La doncella miró con sorpresa a la serpiente, a la cual la pudo atrapar con un palo de madera que había encontrado en un árbol.
"Aquí traigo la serpiente", dijo la doncella.
"Necesito devorarla", dijo el águila, "No he comido ni bebido en años y necesito mantenerme vivo".
La doncella llevó el palo con la serpiente mordiendo en él, para dárselo al águila; cuando ésta la vio, comenzó a mordisquearla fuertemente, lo cual causó mucho asombro entre un grupo de nómadas provenientes del extremo norte del mundo, quienes compararon al águila devorando la serpiente sobre un nopal como una señal divina.
El águila había saciado su hambre y su sed, por lo que comenzó a dirigirse a la doncella.
"Hermosa doncella", dijo el águila a la doncella, "Necesito que me hagas un último favor".
"¿Cuál favor?", le preguntó la doncella.
"Necesito que me beses", le respondió el águila, "Te lo pido, por favor".
La doncella estaba algo indecisa, pero al final accedió a besar al águila; como por arte de magia, el águila comenzó a transformarse en un bello, noble y apuesto guerrero, quien iba vestido con atuendos dorados. Esto hizo que la doncella quedara sorprendida y se enamorara de él.
"Por fin, he encontrado al amor de mi vida", dijo la doncella, quien fue a abrazar al guerrero.
"Yo también encontré a la indicada", declaró el guerrero, quien correspondió a la petición de amor de la doncella.
Más tarde, la doncella y el guerrero, ambos vestidos con atuendos dorados, dejaron la isla y fueron a tierra firme; ahí se encontraron con los nómadas del norte y éstos los reverenciaron como deidades.
Y así, el guerrero tomó a la doncella como su esposa, y ambos crearon una gran familia con muchos hijos, y también crearon una nueva sociedad con los nómadas del norte; y los hijos de los nómadas del norte también se casaron con los hijos de aquella unión entre la doncella y el guerrero.
Hoy, los descendientes viven ahora en una gran ciudad, y en el lugar donde ocurrieron los acontecimientos, actualmente ondea una bandera, y en el centro de la bandera, una imagen estampada del águila devorando una serpiente y parada sobre un nopal, como fiel testimonio de que lo ocurrido hace mucho tiempo fue real.
YOU ARE READING
El Águila Encantada
Short StoryUn cuento corto sobre una peculiar versión de la fundación de Tenochtitlán desde el punto de vista de una descendiente de una familia indígena de clase media-baja promedio.