Los ojos de Beth se abrieron y se fijaron en el techo de su habitación. El pálido color del mismo le hizo sentir una pequeña paz. Entonces percibió una fragancia diferente al acostumbrado olor a lavanda de sus sábanas; pero de igual forma, era un perfume que ella conocía. Cerró los ojos queriendo disfrutar del masculino aroma para luego girar su cabeza al lado izquierdo de su cama. Allí estaba la fuente de esa fuerte esencia, fresca y deliciosa, y saberlo en su cama le hizo sonreír un poco.
Interminables segundos pasaron mientras los verdes ojos de Beth O'hara recorrían el rostro de Sam. Beth pensaba en lo apacible que parecía mientras dormía, lo delgado de sus labios, su rostro y esos pequeños lunares que no se cansaría de besar. Y aunque él seguía dormido, podía recordar la forma en la que él la había mirado la noche anterior mientras disfrutaban de sus cuerpos, y un escalofrío recorrió su propia espalda, erizándose. Beth tragó seco, sintiendo que ella no se agotaba del delicioso sabor de Sam. Su mirada recorrió el perfil del hombre, su cabello largo castaño, su barba que a penas crecía y a ella le encantaba; sus manos grandes pero hábiles, sus brazos; no había detalle o pizca en ese hombre que no le gustara. Mordió sus labios con gusto y orgullo de saber que él acababa de ser completamente suyo y luego se rió de sí misma al encontrarse tan perdida en los brazos de ese hombre.
Beth se sintió una cruel burla de sus propias palabras de rechazo a aquellas mujeres que dejaban todo por un hombre; sus costumbres habían cambiado por la razón menos inesperada para ella, probablemente por que se había enamorado por primera vez en su vida. No se reconocía cuando estaba con él. Se odiaba un poco más al observarse tan comprensiva, tan atenta a cualquier palabra que viniera de él y pasiva a lo que él pensara. Tenían varios meses saliendo; meses en los que su propio mundo se reconstruía alrededor de Sam, en cada beso, en cada caricia y palabra que él pronunciaba. Beth sentía un dulce amargo en los labios cuando pensaba que no había otra persona en todo el mundo a la que quisiera amar. Pero Beth debía levantarse, pues por perfecto que fuera ese instante, el día acababa de empezar, y necesitaba un baño. Unos minutos después Beth cruzaba la habitación desnuda rumbo a su pequeño armario sin hacer ruido. Su cuerpo aún goteaba de la ducha que recién se había dado. Tomó una bata oscura de tela de paño y la amarró a su cintura para disponerse a preparar el desayuno.
El apartamento de Beth era pequeño pero acogedor, para ser una escritora soltera de 27 años. De paredes y ventanas blancas, con una sala pequeña con un estante para libros. un sofá para dos y una poltrona grande y cómoda, el mueble favorito en el que Beth pasaba horas escribiendo sus artículos. Luego venía la cocina y el comedor para 4 personas que usaba poco, pues siempre comía sola y acostumbraba hacerlo en la mesa para café de la sala, sentada en el piso. Beth caminó hacia la cocina, observando el lugar y se alegró de no haber tirado nada la noche anterior, cuando ambos entraron algo tomados a su apartamento. Una sonrisa se dibujó en su rostro al sorprenderse mirando la puerta; la forma en que Sam había tomado de ella contra la misma, la forma en que él gemía con ella mientras la embestía, había sido divino y fogoso, pues tenían horas de provocación durante la cena con los amigos de Beth.
La mujer intentó sacudir todas esas imágenes y se acercó al refrigerador, decidida a empezar con el desayuno, comenzó a sacar lo que necesitaba para prepararlo. Agradeció haber ido al super la mañana anterior, pues de no ser así, no tendría nada para cocinarle a Sam, y sentía una especial necesidad de atenderlo. Quiso llamarse estúpida en voz alta, pero no tenía el valor. Además, estaba demasiado plena para bajarse de esa exquisita nube dónde Sam la había dejado. Huevos, leche, tocino, y lo que pudiera cargar en sus manos fue llevado de la nevera al mesón de la cocina y puso manos a la obra con una rapidez automática.
―Sabes ― la voz grave de Sam hizo que el corazón de Beth comenzara a latir con fuerza, mientras ella sentía su cuerpo tensarse por la inesperada llegada de Sam. ―podría acostumbrarme a esto ― dijo con un tono divertido y sus brazos cruzados sobre su pecho, mientras pensaba que debajo de esa bata azul, estaba el menudo y exquisito cuerpo desnudo de Beth.
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I Don't Wanna Love Somebody Else - oneshot Sam Winchester
FanfictionUna escritora de 27 años se encuentra perdida e irremediablemente enamorada de un abogado de 33. Sam y Beth se encuentran así mismos enamorados el uno del otro, pero no pueden estar juntos. Aún así, Beth se niega a amar a alguien más. Todos los dere...