Capítulo 1.
Al caer la noche me dirigía con la banda al Meridian, para celebrar nuestra victoria. Teníamos que recorrer media ciudad pero merecía la pena. En noches como estas, en las que habíamos completado una misión, el bar cerraba para nosotros y podíamos celebrar en paz nuestra victoria. Eric nos había puesto una misión bastante sencilla, robar un par de libros de la Biblioteca Real. Cuando nos comentó la misión los cuatro nos quedamos sorprendidos, cualquier persona podía entrar a hojear los libros de la biblioteca, pero llevarse alguno es considerado delito contra la corona. Aún así, no entendía por qué de repente le interesaban las historias de las sirenas y las antiguas leyendas de los siete mares. Hay una que promete cumplir tus sueños siempre que encuentres los siete tesoros, pero dejé de creer en milagros cuando a los dieciocho aún no conseguí pagar mi libertad a pesar de la cantidad de dinero que tenía ahorrado.
He estado trabajando bajo las órdenes de Eric desde que tuve la edad necesaria, no sé por qué se interesaría en una niña abandonada, ni por qué decidió acogerme, pero hasta donde comprendo, él busca venganza. Su mejor amigo, Alaric, le traicionó en el momento más decisivo de sus vida Eric no pudo perdonarle la traición y a día de hoy aún sigue carcomido por la rabia y la sed de venganza.
Depositó todas sus esperanzas en mí, al darse cuenta de que él nunca sería lo suficientemente bueno para quitarle el trono. Solo podías conseguir el nombre del Señor de los Assassins de dos formas, siendo el favorito o matando al actual señor. Hace unos años apareció en la banda Riven, quien era tres años mayor que yo y me quitó el puesto de favorita. No pude irme por eso, no pude ser ''libre'', aunque nunca se es realmente, te dan algo de libertad para viajar, ver mundo, y hasta donde yo sé, eso es más de lo que yo podría desear.
No he salido de Veronia todavía, y estoy harta de esta jaula de cristal. Quiero escapar, pero sé que si lo intento sin premeditarlo antes, no llegaré a pasar de Orión y ya estaría muerta. La traición no es perdonada por los Assassins, y el destino que les depara a aquellos que deciden escapar de las manos de Alistair es la muerte.
—Alys, ¿Te pasa algo? — me doy la vuelta al notar el toque de Angélica. — Llevo hablándote un buen rato y ni siquiera me has escuchado.
—Perdón, Angy, estoy en las nubes. — Ella se adelanta un paso y me mira analizándome, intentando averiguar si le estoy mintiendo, así que intento disimular mi preocupación.
— ¿Estás pensando en cierta persona de ojos verdes y mirada penetrante? Porque si es así,te perdono. —Resoplo, Angy y sus ocurrencias, lleva semanas insistiendo con el tema, pensando que estoy enamorada de Riven, pero no lo estoy. A ver, no puedo negar que tiene cierto atractivo, con sus ojos verde turquesa, su sonrisa socarrona y su cuerpo lleno de tatuajes. Era mucho más alto que yo, y sin duda, tenía buen cuerpo, pero era incapaz de tener una conversación normal con él. Somos ladrones y asesinos, las relaciones normales no existen, y una no puede soñar con un príncipe azul cuando todo lo que te rodea desde que tienes nueve años son hombres malolientes y con barba, cuya única cualidad destacable era lo rápido que se terminaban las cervezas.
—Bueno, creo que no me merezco tu perdón, pero le rezaré a la diosa de las estrellas para ver si consigo ablandar tu corazón, aunque también tengo la opción decirle a Rowen algunas cosas no tan bonitas sobre ti, mmm, la verdad es que no sé qué hacer. ¿Alguna sugerencia?
—Eres mala,¡sólo bromeaba !Aunque no creo que me fueras a hacer eso ¿Quién te cubriría las espaldas después? Si me pierdes, te quedas sola, y por ende, tienes más probabilidades de morir, o quién sabe, depende de lo que le contases a Rowen, quizá te mataría yo misma.
— De veras que no sé qué pensaba tu padre al ponerte ese nombre, eres un diablo, el vivo ejemplo de que las apariencias engañan, tu tienes de ángel lo que yo tengo de santa, es decir nada. — Le echo un vistazo de arriba abajo, Angélica tenía una mirada dulce, propia de una dama de la realeza, los ojos dorados y la melena larga y rubia, casi dorada. A pesar de su apariencia inocente, era de las favoritas de Alistair, ya que era rápida y eficaz. Además como era tan pequeña podía esconderse con facilidad.
—¿Interrumpo la conversación, jóvenes damiselas? — Un brazo musculoso rodea el pequeño cuerpo de Angy acercándola a su musculoso torso , Rowen la mira con cariño, como si fuera un ser delicado, aunque a veces me gustaba encontrarme a mi misma imaginándolos en una pelea, preguntándome quién ganaría. Probablemente ella. Él le saca casi dos cabezas y es casi el doble de ella, ella es menuda y delgada, y él es alto y fuerte. Era algo mayor que Angy y llevaban juntos poco tiempo, aunque llevaban años tonteando, no fue hasta hace poco que él cedió y cayó en los brazos de ese pequeño diablo. Sus ojos verdes me miraron de reojo, y noto como se empieza a sentir algo incómodo. — ¿Te pasa algo? Te ves algo decaída.
—Quizá esté cansada, no sé, ¿Entramos ya? El resto nos espera dentro. — Me adelanté a toda prisa y abrí la puerta del bar, El Meridian era el lugar de encuentro de los Assassins por excelencia, servían la mejor cerveza de la ciudad, y no les importaba cerrar para que una panda de personas con un historial cuestionable pasaran una noche tranquila bebiendo con el resto.
El bar por dentro no era mejor que otro, pero al menos estaba limpio de suciedad y de hombres pasados de alcohol, aunque seguramente al final de la noche no quede ninguna persona sobria en el bar, solo los camareros.
—¿Qué te sirvo preciosa? ¿Lo mismo de siempre? —Antón fue el primero en verme al entrar, era uno de los camareros del Meridian, y para ser un simple humano, no estaba tan mal, no era del todo mi tipo, había algo en su mirada que me indicaba que no era trigo limpio. Lleva tirándome los tejos desde que entré por primera vez al local con Eric hace cinco años, aunque no era la única, tampoco me importaba, las relaciones con los humanos están prohibidas, y a pesar de que lo prohibido me atrae, él definitivamente, no. Aunque estoy bastante harta de sus intentos de ligar conmigo, así que intento contestar lo más borde posible:
—Sabes perfectamente lo que quiero, una cerveza, y que te des por vencido de una buena vez. No pierdas el tiempo adulándome, eso no funciona conmigo. —A pesar del tono condescendiente, él me sonrió mientras me servía una cerveza y me la extendía en la barra.
—Serán dos monedas de plata.
En el momento que fui a tenderle las monedas, una mano tatuada se me adelantó y le entregó cinco monedas de plata.
—Ponme otra a mí, y la quinta moneda es para que la dejes en paz. —Antón y yo nos quedamos sorprendidos ante la presencia de Riven. Él tenía algo que captaba la mirada de cualquiera que lo tuviera cerca. Sin duda era poderoso, él lo sabía, actuaba como si fuera mejor que el resto y lo odiaba por eso.
Antón lo miró con mala cara, y agachó la cabeza mientras le servía la cerveza. Riven era el segundo al mando, la mano derecha de Eric, y el favorito de Alaric, nadie se atrevía a desafiarlo y los humanos agachaban la cabeza al verle, imponía mucho más que el propio príncipe, y eso es mucho decir.
Ambos cogimos nuestras bebidas y nos fuimos hacia donde estaban Angélica y Rowen coqueteando. Antes de llegar lo frené en seco, cogí tres monedas de plata de mi bolsa de cuero y se las tendí en la mano que tenía libre.
—Agradezco tu ayuda, pero sé cuidarme solita. Brindemos por la victoria de hoy y vayámonos a celebrar con el resto.— Se quedó mirándome a la cara como si no pudiera analizar lo que acabo de decir, así que cogí mi jarra y la choqué suavemente con la suya, para acto seguido irme con Angy.
No estaba huyendo, pero no termino de confiar en él, los assassins no podemos confiar en nadie y aún así anhelamos poder hacerlo.
—¿Interrumpo, parejita?—Ambos me miran como si no me reconocieran y me regañan con la mirada, se supone que su relación es un secreto, pero bueno, nadie nos escuchaba y ellos no lo ocultaban precisamente así que ¿Cuál es el problema?
—Estábamos hablando de nuestras misiones, al parecer Eric está muy interesado en los mitos ahora. A ellos también les han pedido que roben unos libros, aunque estos fueron robados de una casa que estaba prácticamente desierta. — Esto confirmó mis sospechas, ¿Y si la leyenda era real? Cuando era pequeña Eric siempre me contaba un cuento en el que, si encontrabas ciertos elementos podías conseguir que el Oráculo te concediera tu mayor deseo. Si mal no recuerdo lo primero que tenías que encontrar era una brújula, y activarla con la lágrima de una sirena, para que así puedan encontrar el resto de tesoros, y si juntabas ambas piezas podías encontrar también a alguna sirena. Era de conocimiento público que las sirenas estaban en guerra con los elfos desde antes de que la reina Maren naciera.
— ¿Para qué los querrá? No creo que encuentre nada importante entre esas páginas.— Dijo Rowen mientras se ataba su cabello blanquecino en una coleta baja. En parte entiendo por qué Angy se enamoró de él, era llamativo, su piel morena destacaba más con su melena albina, sus ojos verdes claros destacaban más aún, por no decir de sus casi dos metros de altura y las marcas que tenía en los brazos. Nadie sabe de donde salieron él y Riven, aunque los dos eran buenos en su trabajo, eso sin duda.
—Te sorprendería la de cosas que puedes aprender con un buen libro, aunque coincido, somos asesinos, ladrones, delincuentes, ¿De qué nos servirán las leyendas a nosotros?
— No creo que lo busque para el clan, si no para sí mismo, todas las leyendas coinciden en una cosa, el premio es un deseo, y un deseo sólo se puede usar una vez, por una persona. — Intervino de la nada Riven, ¿Desde cuando nos escuchaba? — Si bien es cierto que no tiene sentido, la mayoría de libros que hemos robado son cuentos de hadas y mitos sobre sirenas con poderes sobrenaturales, reyes que eran sus aliados y escondían sus tesoros, para esconderlos de las garras del malvado hechicero.
—Sabes mucho para creer que son solo leyendas. — Tuve que levantar la cabeza para mirarle a la cara, era demasiado alto y yo me negaba a admitir que era bastante pequeña.
—De pequeño mi madre me contaba historias para dormir, entre ellas siempre había alguna que incluía sirenas, y un Oráculo todopoderoso que concede deseos.
—Vaya Riven, no te veía como un niñito de mamá. — Le bromeó Rowen, le echó el brazo encima y se lo llevó a la barra para reponer sus bebidas.
Angy me miró con ojos asesinos, y juro que parecían volverse rojos.
— ¿Por qué lo tratas así? Entiendo que no te gustase que te quitase el puesto, pero eso fue para ti más un alivio que una desgracia. Con Alistair centrado en Riven, Eric te ha dejado más margen y ya no te aprieta tanto la soga.
— Tienes razón, pero me cabrea. Está tan lleno de sí, es tan creído, que solo con verle me dan ganas de darle un guantazo.
—Creo que no lo odias, más bien odias sentirte atraída por él, sabes que no lo conoces de nada y te da miedo confiar en él, pero no puedes pasarte la vida desconfiando hasta de tu sombra Al, tienes que intentar abrirte un poco, no todos los hombres son unos asquerosos como él. No todos van a tratar de hacerte lo que él te hizo, ni te van a traicionar así.
—Preferiría que no sacaras el tema, sé que Riven no es Evan, pero no por ello tengo que confiar ciegamente en un extraño que sólo lleva un par de años con nosotros.
—Nadie te dice que confíes, pero ¿Qué pierdes por arriesgar? Puedes divertirte con él, jugar con él y cuando te canses, pasar de él, ambas sabemos que se te da muy bien torturar al género masculino. —No pude evitar reírme ante su comentario, puede que Angy fuera de las personas más sanguinarias que conozco, pero ella era mi ángel, mi única salvación, y mi única amiga. No sé qué sería de mi sin ella. Tenía razón al decir que estaría perdida.
—Pero, ¿Y si solo quiere una damisela en apuros? Hasta ahora solo hemos hablado cuando me ha intentado salvar de babosos y cuando Eric nos ha puesto en la misma misión. No sirvo para el papel de damisela y mucho menos me gusta que me intenten salvar cuando no lo necesito.
— Sí, sí, tú te salvas sola, me sé muy bien tu lema, pero no pierdes nada, y si te rechaza siempre puedes lanzarle una de tus dagas y solucionado.
—¿ Y así firmar mi sentencia de muerte? No gracias, no es mala idea lo de apuñalar al favorito, pero preferiría conservar mi vida unos años más.
— No le des tantas vueltas, e inténtalo, si no luego te arrepentirás. Pocas alegrías tenemos en este negocio, a no ser que encuentres placer en el asesinato, que lo dudo, deberías intentarlo, tirarle los tejos, iros a alguna habitación y pasarlo bien por una vez en tu vida.
— Hablas como si fuera un muermo de persona, y además, en mi vida no hay espacio para lamentos y arrepentimientos, Angy, si los hubiera la culpa me mataría. Tengo que vivir en el presente, pues es lo único que tengo, y ya veré que hago, que a ti te haya ido bien con el grandullón no significa que a mí me fuese a ir bien con él.
—Creo que la esencia del Carpe Diem es que te arriesgues, así que —me susurró al oído — Arriésgate .
No me dio tiempo a procesar lo que estaba pasando, me di la vuelta para encontrarme con Rowen y Riven acercándose a nosotras y una muy entusiasmada Angy me da un empujón con todas sus fuerzas. ¡Maldita diabla!
Riven me sujeta por la cintura mientras intenta no tirar su jarra al suelo, me aferro a él hasta que recupero el equilibrio, la enana esa tiene mucha más fuerza de la que aparenta.
Al parecer Rowen captó las intenciones de Angélica porque cuando fui a maldecirla con la mirada ellos ya se estaban alejando y los perdí en la multitud.
— ¿Estás bien? —Echo la cabeza hacia atrás y le miro a los ojos, parece preocupado por mí, algo que me sorprende bastante.—Te estás aferrando bastante fuerte a mí. ¿Te duele algo?
Me alejo en un movimiento rápido y casi pierdo el equilibrio de nuevo, él me sujeta el brazo para que no caía al suelo, algo que, muy a mi pesar, agradezco.
—Gracias, Riven, y sí,estoy bien. Angy quería gastarme una broma, se le ha metido en la cabeza la idea de que nos vemos bien juntos y quería hacer de las suyas. Te pido perdón por su comportamiento.
— ¿Podrías no tratarme tan formalmente? Apenas nos sacamos un par de años, no soy mucho más mayor que tú ni tengo un rango que me haga tan especial como para que tengas que tratarme así. A Rowen lo tratas casi igual que a Angélica, pero a mí me tratas como si fuera peligroso.— Se acerca lo suficiente para traspasar el límite del espacio mínimo de privacidad y pasa una mano cerca de mi hombro, apoyándola en la pared y encerrándome entre la pared y su cuerpo. — ¿Es que acaso me tienes miedo?
Mi primer instinto era pegarle una patada en la rodilla y largarme, pero sería un suicidio. No pude evitar tragar saliva por su cercanía, e intentaba disimular que los latidos de mi corazón se aceleraban como si tuviera un colibrí batiendo sus alas en el interior. Me armé de todo el valor que pude para responder:
—¿Por qué lo preguntas? ¿Debería tenerte miedo?—Tengo que apoyar la cabeza en la pared para poder alcanzar su mirada, sus ojos azules tenían un deje burlón, sin duda se lo tenía creído y se lo estaba pasando bien. Las ganas de coger la jarra de cerveza y estamparsela en su cara aumentaban por momentos, pero tenía que contener mi ira, al menos lo suficiente, no podía enfrentarme a él ahora, no cuando pretendía escapar. Si le hacía algo, él se encargaría personalmente de perseguirme y hacérmelo pagar, y no quiero experimentar ninguna de sus torturas.
— Pareces un pez fuera del agua, ¿Quieres escapar? El mar está bastante cerca, aunque no deberías cruzar los límites, las sirenas podrían enfadarse y te ahogarían para tener un bonito trofeo en su palacio.
—¿Piensas que soy bonita ? — Imbécil, imbécil, imbécil. Nunca te había importado lo que las personas pensaran de ti, ¿por qué te iba a importar la opinión de Riven ahora?
—Pienso que tus ojos violetas son un bonito trofeo, y estoy seguro que más de uno querría arrebatártelos y enseñar que consiguieron acabar con la legendaria, la Damisela.
—Vaya, parece que has hecho tus deberes, no todos saben mi sobrenombre, sólo lo conocen mis víctimas y Eric. —Puede que ese fuera mi nombre, pero ni de coña volvería a comportarme como una inocente damisela delante de él, puede que sea probablemente el chico más guapo que haya conocido, pero eso no es suficiente.
—Hmm, no puedo negar que me hace gracia. Diría que pareces muchas cosas, pero —me lanza una mirada de abajo a arriba — no precisamente una damisela.—Su media sonrisa me deja claro que se está riendo a mi costa, ¡Me las pagará!
Estaba intentando encontrar una respuesta ingeniosa, o al menos una forma de herir su orgullo cuando Thorin se acerca a nosotros y yo aprovecho que él se gira para mirarle y me salgo de su agarre, si no fuera por eso, seguiría encerrada en los brazos de Riven.
—No quiero interrumpir vuestra charla, pero Eric y Alaric quieren hablar con vosotros, por separado. Alyssa, tú irás al despacho de Eric, Riven, acompañáme, te guiaré hasta donde está Alaric.
Riven se separa de mí, y deja la jarra en la barra, Thorin ya había echado a andar, antes de irse, se acerca lo suficiente a mí para susurrarme:
—Nos vemos, sirenilla. Todavía quiero escuchar tu respuesta .— Y se marcha no sin antes guiñarme un ojo burlón, sabía que había ganado este asalto, aunque desde el comienzo nunca fui rival para él. Por eso lo odio.
Lo odio tanto.
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¡Hola! Este es el primer capítulo de la historia de mi Oc Morgana, poco a poco iré publicándolos una vez al mes, para que la tengáis algo de adelanto del libro. Aún no estoy segura si lo publicare por Amazon o con una imprenta, pero ya se verá.
Espero que os guste y que me dejéis en los comentarios vuestra opinión. Llevo queriendo volver a escribir desde hace años y estoy muy contenta con cómo se está desarrollando la historia.
Este capítulo es algo más introductorio, pero dejo entrever el carácter de algunos personajes protagonistas, ¿Cuál os ha gustado más?
Os leo en los comentarios, con cariño, Lorena.
La próxima actualización sería el 12/07/2019
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La maldición del mar.
FantasyÉrase una vez, dos reinos enfrentados, una princesa perdida, un príncipe soñador, y una leyenda de los siete mares que promete cumplir tu mayor deseo si consigues encontrar los siete tesoros.