Si he decidido escribir esto, es porque a pesar de poner todo mi empeño y todo mi aguante para nadar día a día entre el oleaje de la locura y estupidez de mi jefe, ya está llegando a un límite en que siento que podría terminar con camisa de fuerza en el sanatorio. Si alguna vez han sentido que odian su trabajo, créanme, eso no es nada al lado de tener que soportar a un tipo loco, lunático, machista, decimonónico, irrespetuoso, intolerante y muchos otros etc. En fin, un puto infeliz —Mientras escribo esto siento un gran desahogo—.
Todavía recuerdo cuando Jorge (Nombre falso, no lo quiero dejar sin trabajo), el chofer de la oficina me decía "ojala no llegue ese tipo, es insufrible, antes ya estuvo aquí y nadie lo aguantaba, tres asesores renunciaron porque no pudieron soportarlo". Me preguntaba si sería tan terrible.
Pero déjenme antes explicar el contexto de esta jodida pesadilla —Mientras escribo lo escucho hablar en su oficina y se me erizan los pelos de la nuca— Esperen...me está llamando, a ver que pendejada quiere ahora...
Perdón, bueno, para variar otra estupidez. Retomaré desde donde estaba... El caso es que debido al cambio de gobierno, y como suele suceder, vuelan plumas, y obviamente los cargos de "confianza" son los primeros en ser renovados, bueno, si es que se le puede llamar renovación a llenar el aparato estatal de pendejos retrógrados.
Luego viene el efecto cascada, donde todos estamos en peligro, te pueden dar un buen puntapié en el culo cuando se les ocurra simplemente porque tienes una barba media comunista (Como suelen decir ellos) o porque compartes los quehaceres de tu casa con tu mujer...y eso es ser demasiado progresista para estos dinosaurios, que digo dinosaurios, protozoos primordiales.
Pero no me gastaré aun en describir este tipo de personajillos que pululan por los mares de la sucia política, ya conocerán a este a medida que las vaya relatando esta pesadilla. Sólo les diré que yo y otro tipo, que llegó junto con él como suele suceder en estos casos (Asesor de confianza) somos los que más sufrimos a manos de este energúmeno tercermundista con delirios de grandeza.
Ese pobre hombre, que para cuestiones de resguardar las verdaderas identidades de los aquí involucrados llamaremos Joselito (Es que es algo delicado, pero no me traten de homofóbico, recuerden que soy progre) Sube y baja corriendo las escaleras, salta y se aterroriza cada vez que el viejo de mierda (Asi lo llamaremos y me ahorro problemas) lo gritonea desde su oficina en el segundo piso. —¡¡¡¡¡Joselitooooo, mi agenda!!!—Jorge me mira y me dice "Ya empezó el hijo de la chingada, y parece que anda de malas"...
Ahora, la secretaria es una señora que no se urge por nada, ella ve novelas turcas en el computador, no hace mucho más, ella solo ve novelas turcas...claro, usa audífonos, tampoco es pendeja.
Joselito presuroso corre y salta cual garza por la escalera para llevarle al personaje la agenda del día, mientras yo escuchó y me hago el idiota como si nada pasara. Así comienzan todos los putos días en este agujero, con el primer grito de la mañana. Recuerdo la primera vez que me quiso gritar a mí....a pesar de mi situación de inestabilidad (laboral, aunque ya creo que también es mental) le dije "oiga jefe, a mí no me grite ni me mire feo, que conmigo no va a conseguir nada así"...y me lo quedé mirando. Increíblemente guardó silencio y cuando retomó lo hizo en un tono más tranquilo...
—Mierda— Me dije— No me mandó a la chingada... cuek.
Bueno, el tema es que este personaje ya había estado en este mismo cargo, hasta que su sector perdió la elección, y tuvo que agarrar todas sus cosas y mandarse cambiar. Según me han contado la felicidad fue inmensa cuando lo vieron salir por última vez por la puerta. Lo que no se imaginaron era que el tarado este iba a volver cuatro años después. Cuando lo supieron, sufrían.
Yo me preguntaba si sería para tanto. No quedaba más que esperar. El cabrón acaba de irse a una reunión, gracias al cielo, cada vez que sale, y no debo acompañarlo, es como si cayera maná del cielo...ok, sigamos.
Había otro colega acá, flojo el wey, como la mandíbula de arriba, humeaba de flojera, no hacía nada y a mí me tenía harto. Nuestro jefe anterior no se calentaba, total yo terminaba haciendo todo, pero como era un tipo agradable, amable, cercano, yo lo hacía con gusto. El puto de abajo (Del primer piso) me daba lo mismo. Ese cabrón sí que era un cara de ojete sin ni una jodida pizca de vergüenza, porque decía, y de hecho así fue, que si lo echaban lo mantendría su mujer, que con su sueldo les alcanzaba...pfff, pobre martir.
Pero bueno, cada uno sabe dónde se le mete la tanga ¿no? Mi situación era distinta, tenía que tratar de mantener mi trabajo, porque al contrario de él, con el sueldo de mi mujer, no alcanzaba, en otras palabras estaba hasta las manos sumido en un insondable pozo de excremento político.
Nada que hacer, así que como dijo un sabio una vez, me hice el soberano pendejo y cuando apareció el Viejo de Mierda, seguí haciendo mi trabajo como siempre. —Ahí llegó el viejo cabron—Me dijo el chofer en aquel aciago día otoñal... Hijo de la chingada, de verdad no sabía lo que me esperaba... Al principio, se hizo el caballero, pidiendo un resumen de funciones, muy amablemente, diciendo que a él le importaba que cada quien hacia bien su trabajo.
Yo ingenuamente le decía al chofer "No era para tanto wey, le pusiste color". Ahora lo pienso y me rio, porque Jorge cuando me ve colapsado se caga de risa y me dice "¿No decías que no era para tanto wey?".
Como comprenderán esta crónica tendrá capítulos cortos...se preguntarán por qué...'pues porque ya regresó el Viejo de Mierda...vuelvo a la tortura.
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Mi jefe es un viejo de mierda
HumorSi piensan que encontrarse con Freddy Krueger en sus sueños puede ser perturbador, horrible, torturante y desquiciante, es porque no trabajan en esta oficina, con este energúmeno. Créanme, se sentirán felices de no estar en mi pellejo.