Capítulo 2

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Sin saber segura lo que se iba a encontrar detrás de la puerta decidió abrirla por la insistencia de la persona que se encontraba detrás de esta.

Pensaba que Jorge sería el motivo del ruido, pero en su lugar se encontró a un chico más joven. Sus rizos y cara de niño delataban que era más pequeño que Bella, unos cinco años seguramente. El cuerpo de Bella no pedía salsa pero debía admitir que él no estaba nada mal. Sus ojos desprendían alegría, vitalidad y purpurina, el brillo en estos sorprendió a la chica que desvió su mirada hacia su boca donde era protagonista su sonrisa en la que predominaban dos palas un poco separadas.

El rostro del chico cambió sutilmente al ver el de Bella pero, aún sin sonrisa alegre, desprendía dulzura con su mirada y con su voz:

- Hola, perdona por molestarte a estas horas, ¿eres Bella? - preguntó volviendo a sonreír de una manera más cariñosa.

- Sí, ¿tú eres? - preguntó totalmente desubicada, pero tranquila al no tratarse de su ex.

- Perdona otra vez por no presentarme, qué desastre - susurró por lo bajo mientras se rascaba la nuca - me llamo Alfred y estaba buscándote porque creo que tengo algo que te pertenece - explicó mientras sacaba el iPad de Bella de detrás de su espalda.

- Mi iPad ¿por qué lo tienes tú? - cuestionó confundida la chica.

- Creo que se te cayó y lo recogió una compañera mía. Por un mensaje de tu gmail he sabido tu nombre, he ido a recepción para preguntar por ti, ya sabes, el mundo no está repleto de Bellas jajaja - intentó ser gracioso logrando conseguir sacarle una sonrisa a la chica que se escondía detrás de una puerta - me ha facilitado tu puerta y, aquí estoy- tomó una gran bocanada de aire - siento si te he molestado, no soy ningún acosador ni nada por el estilo, pero creía necesario devolvértelo.

- Para nada - negó con la cabeza Bella mientras cogía su iPad - me acabas de salvar la vida, tengo todo lo importante ahora mismo en este cacharro y, como lo perdiese me moriría - intentó decir lo menos dramática posible - por dios, no me malinterpretes tú a mí ahora. No soy ninguna suicida jajaja - dijo negando y agachando la cabeza mientras reía.

- Bueno pues, me alegro de haberte salvado la vida, Bella - dijo haciendo una reverencia muy patética en tono jocoso - hasta la próxima, si hay alguna, buenas noches y encantado - se despidió mientras volvía a sonreír.

- Muchas gracias, otra vez. Encantada igualmente Alf... - dudó un momento.

- Alfred - repitió el chico ladeando la cabeza.

- Alfred - sonrió la chica para después cerrar la puerta.

- Perdona Bella - se escuchó por detrás otra vez, la chica volvió a abrir - es tarde y seguro que no habrás cenado, ¿te apetece? - preguntó con miedo.

Ella se moría de ternura por dentro, quería decirle que sí pero no podía y sabía que no era muy buena idea.

- Lo siento Alfred, creo que hoy no sería la mejor compañía - dijo en el tono más amable que pudo.

- Si quieres, puedes dejarme tu número de teléfono - se atrevió a decir este mientras volvía a mirar al suelo muerto de la vergüenza.

- No te lo vas a creer pero, a partir de mañana no voy a tener teléfono - expresó de manera jocosa.

- Vale, creo que nadie me ha dado calabazas con una mejor excusa, descansa Bella - rió mientras la miraba con total comprensión.

- Ojalá fuese una excusa y no verdad, Alfred. Descansa tú también - y con una sonrisa cerró la puerta.

Volvió a adentrarse en su habitación se recostó en la cama, aún con las toallas envolviendo tanto su cuerpo como su pelo y con esa sonrisa en la boca pero duró poco cuando procedió a leer el mensaje que traía su iPad.

CREMAWhere stories live. Discover now