UN CUENTO SOBRE TU POESÍA

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Vuelvo a sentir el ardor pasando por mi garganta.
"Fondo, fondo, fondo " canturrea el grupo de gente que me rodea, extasiados por ver cómo el "poeta" del salón se volvía una bestia alcohólica sin frenos. Termino bebiendo todo el wisky que entra a mi boca mientras la gente aplaude y vitorea mi osadía.

Mareado, con botella tras botella, camino por la fiesta disfrutando el momento y viviéndolo al máximo, rodeado de compañeros que aprecio, unos más que otros, pero de los cuales disfruto su compañía.

Bebo tanto, que termino entrando en una habitación vacía de la casa donde es la fiesta de generación, sentándome en la primera silla que encuentro, una negra con ruedas. Pasa el tiempo y solo veo la botella iluminada por la poca luz exterior que entra por fuera, raspó la etiqueta con mi dedo gordo mientras balbuceo versos sin sentido.

Así soy yo, diciendo versos, rimas y palabras hasta el hastío, y aunque siempre es complicado que cierre la boca, ahora que estoy ebrio, me siento como un cachorro regañado.

"¿Te gusta estar solo?" me dice una voz femenina que entra y cierra la puerta rápido, dejando tras ella el ruido de una fiesta épica que me estoy perdiendo, volteo hacia arriba y veo la cara de Karen (aunque todos le dicen Ka) la chica "mala" del salón.

Yo no creo que Karen sea mala. ¿Su apariencia da miedo? Si, no lo niego, pero también es lo que le da su encanto, está parada frente a mi con una ropa casual negra, viéndome con sus ojos verdes que brillan ante mi, volteo a verla, una chica blanca de pelo casi rapado teñido de rubio.

"La soledad es la musa del poeta" le digo mientras esbozo una sonrisa estupida y dentro de mí siento que me merezco un primero Nobel de literatura, me pongo de pie mientras la miro a los ojos, decidido de hacer gala de mi apodo. "Con una musa como tú, mis versos de amor sobrepasarían a Neruda" le digo mientras me acerco pero caigo en cuenta que es Ka y que estoy muy ebrio, "es broma, es broma" agregó rápidamente mientras me tambaleo ebrio hasta caer en la cama de la habitación tirando la botella a un lado y acomodándome, como puedo, boca arriba.

Ka se acuesta a mi lado, y noto su mirada viéndome, por lo que volteo desafiante, solo para terminar como un gato asustado ante unos ojos verdes brillantes. "¿Qué hora es?" pregunto para tratar de romper el hielo, "3:30" me contesta "cuando pasan cosas malas" agrega y me sonríe, con una sonrisa... ¿coqueta?

Una parte de mí se siente confundido. La parte que siempre razona, que es el listo del salón y que piensa mucho me dice que debo analizar todo mejor; pero está tan anestesiada con alcohol que solo me dejo llevar por el momento.

"El verde en tus ojos me recuerda al césped en primavera, porque brilla tanto, que me acostaría en él." Le recitó  torpe y embriagantemente mientras me rio, "¿solo sabes hablar?" Me pregunta mientras se burla de mi con una suavidad que nunca había notado en ella, "¿preguntas en serio?" Digo perdiendo el hilo de la conversación, pero cuando estoy apunto de caer inconsciente en esta cama cómoda y ajena, Ka se me avienta encima cual tigresa a su presa, yo solo me espanto y río a la vez. Estoy tan ebrio.

Ka me besa. No sé si es porque estoy borracho, o tal vez ella está borracha, pero disfruto, disfrutamos (creo) ese beso y lo movemos a nuestro gusto, como si fueran letras y nosotros los poetas que crean poesía. Ella se intensifica y no sé qué espera de mi, aunque tampoco puedo esperar mucho ni yo mismo de mi, empieza a quitarme la ropa y una voz en mi cabeza dice "¡wow! Chico relájate, no la conoces al completo." Otra voz grita a la par "¿Quién conoce a quién? Déjate llevar por el momento" y una tercera "Nunca pensé que el olor y sabor de cigarro, cerveza y fresas fuera tan delicioso".

Todo pasa tan rápido y lento, cariñoso y agresivo, razonado y salvaje, poético y bello. Bello. Bella. Ella es bella.

Ella es bella, estoy seguro.

En la mañana siguiente, con una resaca de los mil demonios, una luz primaveral pasa por las ventanas y se clava en mis ojos y el brazo de la mujer con la que tuve relaciones abrazándome me confirman que ella es realmente bella. Volteo a verla, aún con el mareo, la sed y el olor a alcohol que percibo de mi boca y la suya, sigo pensando que es la hermosura perfecta.

"Yo no sé de poesía, sé de reconocer y admirar la belleza. Entonces sólo se, que tú eres poesía, bella poesía." Le recito mientras la miro, sabiendo que esos versos no son más que palabras que no escucho y que el aire se lleva, pero me calman el alma y me alegran el día como me alegra ver a esa mujer acostada, sin preocupaciones.

Empieza a levantarse, y antes de que su primera imagen sea yo observándola para que se pregunte qué carajos está pasando, volteo hacia arriba, dejando su brazo, su bello brazo, sobre mi pecho.

Abre sus ojos, y tratando de verme natural volteo lento para verlos, esos ojos verdes que brillan, me miran con una tranquilidad. "Mierda, ¿no?" Me dice y se frota la cara "No, no es mierda, es poesía." Pienso en mi interior con el temor de poder decirle lo que pienso.

Se sienta en la orilla de la cama, tomando su ropa y vistiéndose, yo solo la contemplo, viendo su espalda desnuda. La miro, como quien mira una pieza de arte. "Ninguna palabra a nadie." Me dice, mientras su mirada es severa, pero aún así sus ojos brillan, sus ojos verdes brillantes, "¿escuchaste lo qué dije?" Y sin pensarlo mucho me disparó hacia ella para besarla, aunque al principio siento su espanto por el momento, noto como se relaja al compás de nuestro beso, nuestra poesía.

Nos separamos tras un beso que siento tan largo y nos encontramos con las miradas, uno frente al otro, tan cerca y tan unidos, "¿Qué carajos estamos haciendo?" Preguntó al aire un pensamiento rápido que se escapo de mi boca, "¿Qué paso con tu poesía?" Me pregunta ella y me acomoda el pelo con su mano que no está sujetada por mi brazo, "¿Cómo me atreveré a seguir haciendo poesía, después de leer la tuya?"

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