Y colores descubrir

Tadoney: Enamorado

¡Hola!

Esta pequeña nota es para aclarar que este OS está contando desde el lado de Tadan y resume varios capítulos, empezando cuando Agoney le cuenta en el lago de que conoce a un hombre blanco (capítulo 7), cuando le confiesa que le quiere (capítulo 13) y continuando en el capítulo 14 hasta el final, contando sus decisiones, sentimientos y motivaciones.

Un punto de vista que no conocemos y que aprovecho para contar detalles que no se vieron en la historia, así como una escena que eliminé del capítulo 15 (sí, el de la ejecución) y que he aprovechado para ampliar aún más.

¡Espero que os guste!

🏹🏹🏹

Aquel día había sido un completo caos.

La presencia desde hacía unos días de aquellos hombres blancos habían perturbado la tranquilidad del poblado, acostumbrados a la paz, a la convivencia feliz y a no meterse en más líos de los necesarios cuando necesitaban ayudar o ser ayudados por alguna otra tribu hermana. Sin embargo, lo que les estaba tocando vivir robaba el sueño de su gente, con la incertidumbre de no saber si serían abordados en sus propias casas esa misma noche o tal vez la noche siguiente, ya habían atacado a uno de los suyos, a su hermano, su compañero. Si era necesario, pasaría la noche en vela suplicando a cada uno de sus espíritus y antepasados que salvasen su vida.

No podía permitirse sentir miedo, mucho menos mostrarlo, él era guerrero y cualquier grieta de debilidad era una pequeña victoria en el enemigo. Pero luego miraba a la persona que ahora tenía apoyada en su hombro tras uno de sus peores días y era imposible no temer. Temer por él, por perderle, porque le pasase algo, porque le hiciesen sufrir...

No soportaba verlo como aquel día, no soportaba verle llorar, había que golpearle justo allí donde más le dolía, donde le nacía la vulnerabilidad para hacer que Agoney derramarse alguna lágrima. Y aquel día lo habían hecho. Nadie tenía más relación con el bosque que él, y se lo habían quemado, nadie amaba más a los animales que él, y había tenido que sacrificar con sus propias manos a una loba.

Agoney tenía el cielo nocturno en su mirada, era oscura pero brillante, sin embargo, en aquel momento parecía que se habían apagado las estrellas de sus ojos y le quemaba el alma no poder encenderlas de nuevo. Pero lo entendía, estaba triste, confundido y dolido, ya no solo por lo que había vivido ese mismo día, sino porque tras aquello, el enfrentamiento con los invasores estaba más cerca que nunca y el joven conocía a uno de esos hombres blancos, se lo acababa de confesar, sabía que su espíritu tenía un dilema nada fácil de resolver.

Quería preguntarle, quería saber lo que pasaba de verdad, pero se encontró con un Agoney tranquilo apoyado en él que miraba como las pocas luces que aún lograban pasar entre las montañas desaparecían dejando paso al primer cielo nocturno tras el crepúsculo, antes de pasar al azul marino que traería consigo las estrellas y la luna.

Adoraba tanto como Agoney ese momento del día, ver el cielo pintado de tantos colores, la alegría y la paz que el baile de luces les transmitía, la magia que parecía surcar el cielo cuando las estrellas aparecían y el sol se iba tras el mar, provocando ese último rayo de luz como un camino entre el cielo y la tierra, más cerca que nunca. Solía disfrutar de ese momento con el joven jefe casi cada día y cada vez parecía distinto, nuevo, como si no lo hubiesen visto nunca.

Notó a Agoney revolverse a su lado y mirarle con timidez unos segundos, coger aire para hablar y soltarlo al momento, dudoso, pensando.

- Hay algo más

- ¿El qué?

- Le besé

Tadan, entonces, volvió a la realidad. Cambió la vista del cielo al joven que tenía sobre su hombro. Permaneció en silencio unos minutos, sin saber qué decir, con un pequeño pellizco en su estómago. No se había enfadado, no podía hacerlo, no sentía ese derecho, pero sí volvía ese temor a verle sufrir, esta vez de otra manera, lo que acaba de confesarle era peligroso, no por Agoney, confiaba en que sabía cuidarse, sino por como podría terminar aquello si la guerra d
Se desataba o si su padre se enteraba.