Rickoul: La fuga

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¡Hola!

Vuelvo con un nuevo OS de este universo tan bonito, esta vez, nos trasladamos a Inglaterra, donde conoceremos todo lo que ocurrió con la expedición y Raoul cuando tuvieron que presentarse ante el Rey hasta que pusieron rumbo al nuevo mundo otra vez cuatro años después.

(10953 palabras).

⚠️⚠️ ADVERTENCIA: ⚠️⚠️

En esta historia se relatan momentos duros y de violencia.

¡Espero que os guste!



🏹🏹🏹

1607.

El mar estaba bravo aquel día. Las olas movían el navío sin piedad, rompiéndose contra la roda de la proa.

En bodega amarraban barriles y demás objetos que pudiesen provocar un accidente humano o material. En cubierta, Raoul daba órdenes de posición al timonel, a los demás tripulantes ordenaba que arriasen gavias, que atasen cabos, mandando con seguridad y precisión, mientras luchaba contra las velas y el viento para que aquel gigante de madera de roble le ganase la batalla a la mar.

En la travesía de vuelta, varios de los marineros habían enfermado y, cuando la tormenta les pilló de frente, les faltaban manos y ojos para poder hacerse con el control del navío. Unos achicaban agua, otros aseguraban los cañones y, de pronto, el cabo que mantenía sujeta una de las botavaras de popa, se soltó, haciendo que el firme tronco de madera golpeara a uno de ellos, haciendo que se precipita se por la toldilla.

- ¡Hombre al agua!

- ¡Mantén el rumbo! ¡Ya está perdido! –mandó un marinero.

Los gritos de auxilio del tripulante se los tragaba el rugido del mar e hicieron a Raoul levantar la cabeza de los cabos con los que luchaba, aseguró una de las velas con un nudo ligada redonda y saltó al suelo de cubierta.

- ¡Sacad las cabillas! –ordenó el rubio, haciendo que las velas, por un momento, dejaran de luchar contra el viento y el barco redujese velocidad, jugándose su estabilidad.

Y, sin pensárselo, se ató otro con un ocho corredizo a la cintura, bajó del mástil y se tiró al agua.

- ¡Vázquez! —gritó Ricky— ¡Vázquez! ¿Te has vuelto loco?

El ojiazul no pudo frenarle, Raoul había saltado al agua en busca del joven marinero. Ni se podía permitir más bajas ni pensaba abandonar a uno de sus hombres a su suerte mientras él pudiese evitarlo. Ricky no dudó en ayudar a su compañero y, con la ayuda de otro más, tiraron de la cuerda hasta que lograron subir a ambos chicos de nuevo a la cubierta del barco.

El joven tosía, intentando eliminar el agua tragada y serenarse tras el susto. Raoul respiraba agitadamente, pero eso no le impidió ponerse en pie y acercarse al joven pelirrojo y palmear su espalda para ayudarle a recomponerse. El resto de marineros se acercaron a ellos, Ricky el primero, para asegurarse de que ambos se encontraban bien y se arrodilló junto al capitán.

- Que baño más refrescante –bromeó Raoul, sacándole una sonrisa a su amigo.

- Bien hecho capitán

- Claro, cualquiera haría lo mismo por mí –ironizó.

Tuvo que aguantar la risa cuando algunos de los marineros intercambiaron una mirada y otros la desviaron hasta un punto cualquiera del barco. Se levantó con la ayuda de Ricky y él ayudó al joven marinero que le sonrió agradecido y, sin perder más tiempo, volvieron a sus tareas hasta que la tormenta fue amainando, dándoles por fin una tregua.

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