Capitulo 24

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Pasados los 3 días, volvió al trabajo como nuevo. En ese tiempo Tom y él habían estado juntos como una pareja de enamorados. Tuvieron una primera cita en toda regla yendo primero al cine y luego a cenar. Las noches las pasaron juntos en el apartamento de Tom, donde gozaban de más intimidad. Y cada mañana se despertaban abrazados y sin poder evitar hacer de nuevo el amor bajo las sábanas hasta que protestaban sus hambrientos estómagos.

No podía evitar sentirse muy nervioso su primer día, Tom no había podido acompañarle al salirle un caso que requería toda su atención así que Georg le fue a buscar y llevó a comisaría. Gustav estaría de baja 2 semanas y cuando no estaba bajo los cuidados de sus padres, era Lauren quien se quedaba acompañándolo, como ese día.

Nada más llegar a comisaría se puso el uniforme y fue a ver a Oliver. Ya le había anunciado que hasta que un psicólogo no le diera el visto bueno no volvería a pisar la calle, quedándose en comisaría a realizar trabajos de despacho.

—No te lo tomes como un castigo—pidió Oliver al ver su expresión—Son las normas.

— ¿Cuánto tiempo estaré así?—preguntó Bill cruzándose de brazos.

—Todo depende del psicólogo—contestó Oliver—Tienes tu primera cita esta tarde, puedes hablar con él con total confianza, todo lo que le digas no saldrá de su despacho, ni yo mismo sabré nada. Solo me pasará un informe cuando crea que eres apto para volver al trabajo.

—En estos días lo he superado, créeme—le aseguró Bill.

—Necesitas hablarlo con un especialista—insistió Oliver.

—No servirá de nada—dijo Bill poniéndose en pie—Ya fui a un psicólogo cuando murió mi madre, y no supo ayudarme. Yo solo quería que ella volviera, y no estaba en su mano.

Oliver le vio salir de su despacho cabizbajo. Conocía la historia de Bill, como un buen día Christine Trümper decidió quitarse la vida sin importarle dejar un niño pequeño que tanto la necesitaba. Y años después, ese niño había crecido y era obvio que guardaba un pequeño rencor a su madre, aunque no quisiera admitirlo.

Suspiró y cogiendo el teléfono, marcó un número con la esperanza de estar haciendo lo correcto....




Al finalizar el turno, Bill no podía estar más cansado. Había estado toda la mañana poniéndose al día de los casos que se habían llevado en su ausencia, viendo como sus compañeros entraban y salían a patrullar una y otra vez, mientras que él sentado ante un ordenador pensaba que la vida era muy injusta.

Llegada la hora de reunirse con el psicólogo, lo hizo a regañadientes. No había visto a Tom en todo el día y necesitaba que le subiera los ánimos, pero estaba liado con un caso y tuvo que ir él solo.

Le tocó una mujer, la doctora Mitchell fue muy amable pero no podía evitar estar alerta, rezando por dar las respuestas adecuadas para que le diera el visto bueno. Pero ese día no iba ser, pues le citó para la tarde siguiente y no tuvo más remedio que aceptarlo.

Salió de su despacho y se sorprendió al ver a Tom en la salita de espera leyendo una revista. Nada más verlo, la dejó a un lado y se puso en pie.

— ¿Qué tal?—preguntó Tom.

Bill se encogió de hombros como respuesta, no estaban solos y no le apetecía mucho hablar del tema. Tom lo notó y cogiéndole por la cintura fueron al ascensor. Una vez dentro y viendo que estaban solo, se apoderó de sus labios besándolo con pasión.

Rookie BillDonde viven las historias. Descúbrelo ahora