Lorena se puso de pie apenas escuchó la puerta abrirse. No había podido dormir en toda la noche, preguntándose por el paradero de Alejandro, se imaginó todos los escenarios posibles. Y en uno de ellos, no pudo evitar imaginarlo haciendo el amor con Evelyn, que, aunque han pasado la noche juntos, eso estuvo bastante lejos de suceder, no pasaría hasta que él terminara con su matrimonio y eso era precisamente lo que pensaba hacer hoy.
Alejandro dejó el escuche de la guitarra recargado sobre la pared blanca y fue entonces que se percató de que la cena ya fría continuaba servida sobre la mesa. Lorena esperaba por él, llevaba encima su bata azul rey y unas ojeras tremendas por debajo de los ojos. No era difícil adivinar lo molesta que estaba porque él no ha llegado a casa, la forma en que lo miraba lo decía todo.
—¿En dónde estabas?
—Necesitaba estar solo.
—No respondiste mis mensajes, ni siquiera los abriste. Anoche te esperaba, cociné absolutamente todo lo que te gusta, ¿los ravioles?
Lorena tomó el plato y lo tiró al piso, así como el platón con la ensalada y el mismo destino tuvo la crema de zanahoria, para poner la cereza al pastel, también decidió hacer trizas las copas. Alejandro sólo veía el desastre que ha quedado en los mosaicos entre vidrios y comida, nunca había visto tan molesta a Lorena y eso le complicaba aún más anunciarle la noticia del divorcio.
—Lo siento, no sabía que pensabas hacerme una cena romántica. No teníamos nada que celebrar, así que...
—¿No teníamos nada que celebrar? Si hubieses llegado anoche sabrías que tenemos todo que celebrar.
Lorena caminó hasta él y le restregó contra el pecho un sobre. Alex lo abrió solamente para leer los análisis de laboratorio que confirmaban que su esposa está embarazada y tal noticia le paró el corazón por un instante. No sabía cómo tomarlo, no sabía qué hacer ahora, ni siquiera era capaz de expresar algún sentimiento en concreto, estaba helado.
Ella pasó un mechón de negros cabellos por detrás de su oreja y le quitó los análisis a Alejandro, dejando la hoja sobre la mesa.
—Pero bueno, lamento haberte interrumpido. Yo sólo quería darte la noticia de que vas a ser padre, no contaba con que pasarías la noche revolcándote con ella.
—Yo... Te equivocas, entre Evelyn y yo no pasó absolutamente nada.
—Pero estuviste con ella, ¿cierto?
—Llamaré a Rosa para que venga a limpiar todo esto. —Dice Alejandro intentando desviar la atención—. No quiero que salgas lastimada con los cristales rotos o que vayas a caerte, debes tener cuidado por el bebé.
—Cómo si eso te importara mucho.
Alejandro se negó con la cabeza, rodeó con cuidado la mesa para no pisar los cristales rotos y con miedo se atrevió a abrazar a Lorena, quién poco a poco fue cediendo ante tal abrazo, hundiendo su nariz en la camisa de su esposo, la cual olía a perfume femenino, el perfume de ella.
—Ve y toma un baño. —Le dice Lorena—. Y quema esta camisa después. Olvidaré que estuviste con ella, olvidaré lo que acaba de pasar... Pero debes prometer que la sacarás de nuestras vidas.
—Vamos arriba para que te recuestes, estás muy alterada y se ve que no dormiste bien. Tomaré un baño, tú necesitas dormir y relajarte un poco, puede hacerle daño al bebé.
Caminaron juntos hacia la escalera, en silencio. Una vez que llegaron a su habitación, Alex se encargó de preparar la cama para que Lorena pudiera dormir un rato, la ayudó a quitarse la bata y ella acomodó su camisón blanco con las manos antes de meterse bajo las sábanas.
Mientras tanto Alejandro tomó una ducha, pensando ahora en las dos posibilidades que tenía frente a él: divorciarse de Lorena como lo ha estado pensando y asumir su responsabilidad como padre mediante pensiones y custodia compartida o renunciar a la posibilidad de regresar con Evelyn y entregarle su vida entera a ese bebé que viene en camino.
—Ten cuidado Rosa, no te vayas a cortar.—Está bien señor Alejandro. ¿La señora Lorena no se lastimó?
—No, todo está bien. Está durmiendo arriba, cualquier cosa que necesite por favor te pido que estés al pendiente.
Él se acercó a su guitarra para tomarla, el piso ya se encontraba limpio. Miró por última vez a su ama de llaves, llevaba ya en el recogedor todos los vidrios rotos, recuerdos del desastre que ha ocurrido apenas Alex pisó la casa.
—Voy a estar en el estudio. No quiero que nadie me moleste, nadie.
—Está bien señor, ¿ni siquiera la señora Lorena?
—Nadie.
Caminó con su guitarra hacia su estudio. Realmente no tenía ganas de lidiar con nada en este momento, su cabeza era un lío.
No podía dejar de pensar en todo lo que ha sucedido el fin de semana, no podía dejar de pensar en lo que le ha dicho Lorena, va a ser padre eso no es cualquier cosa. Dentro de algunos meses iba a tener a un pequeño bebé en brazos, un bebé que va a tener la mitad de su genoma, un bebé que Lorena deseaba desde hace mucho tiempo.
Para sacarse el tema de la cabeza, tomó su guitarra y comenzó a tocar. Rasgó y rasgó las cuerdas, hasta que consiguió una nueva melodía, quizás demasiado tarde porque el álbum ya está listo y ahora mismo está naciendo una nueva canción. Un mal momento para pensar en nacimientos, si lo veía desde otra perspectiva.
«Ya nos hemos convertido en amantes eternos
Que se aman en silencio»Dejó la pluma a un lado en el momento en el que su teléfono sonó. Evelyn le ha mandado dos mensajes, deslizó su dedo por la pantalla para mirar lo que su musa le ha escrito.
«Olvidaste esto anoche, pero quizás ya no te la voy a regresar».
Adjuntó una foto de ella usando la cazadora café, escondiendo su nariz con la misma. Se veía adorable, miró la foto unos segundos más y decidió bloquear su teléfono sin responder, tomó la pluma y continuó escribiendo...
«Así que bésame una vez más
Llévame a la luna, como sólo tú sabes hacerlo»—Como sólo tú sabes hacerlo, Evelyn Arciniega.
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Asignatura pendiente
RomansaAlex nunca pudo olvidarla, Evelyn se convirtió en un sueño recurrente durante los últimos diez años en los que no supo de ella. Hasta que una noche llegó el momento de mirarla nuevamente a los ojos y solo así entendió que hay amores que nunca se van...