Capítulo 14: El Club de Pelea - Prólogo

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Los treces días se cumplieron y el día de inscribirse había llegado. Jon estaba bastante recuperado de su lesión en la pierna y podría llegar a participar en buenas condiciones en el torneo, pero aún no podía utilizar la pierna al cien por cien y tendría problemas si fuera golpeado en la zona de la herida.

Jon se dirigió al cabaret la noche del viernes que se abrían las inscripciones. El lugar parecía ser un cabaret dentro de lo que podría considerarse normal,aunque tenía un ambiente bastante underground y oscuro. Las mujeres en las tarimas bailaban desnudas, rodeadas de hombres desagradables que les gritaban asquerosidades o les lanzaban billetes. Jon podía darse cuenta, tan solo observando el rostro de las desdichadas jóvenes, que eran víctimas de trata y forzosamente estaban simulando disfrutar de ese oficio. No era la primera vez que lo veía, incluso podría decirse que estaba acostumbrado a ello, ya que la calidad de vida en la gran ciudad había caído de forma drástica desde el colapso de la Cosa Nostra, por lo que Jon había observado y experimentado toda su vida esa realidad.  

Luego de preguntar en la barra, le señalaron que debía dirigirse a unas escaleras que se encontraban en el fondo de un lúgubre y sombrío pasillo. Al descender, se encontró con un grandullón de seguridad que le pidió identificación, dejándolo pasar tras confirmar que no era policía y venía a inscribirse al próximo torneo de pelea. Cuando ingresó al subsuelo donde se realizaría el torneo, Jon quedó asombrado del gran espacio que abarcaba, siendo alrededor de una manzana completa. Se trataba de un enorme espacio que contenía un gran cuadrilátero en el centro, cuatro cuadriláteros más pequeños ubicados en los vértices del espacio, formando un cuadrado con el cuadrilátero principal en el centro, y numerosas gradas colocadas alrededor de todo el lugar. Entre los cuadriláteros había grandes espacios vacíos donde se podría intuir que muchos espectadores se encontrarían allí parados, y también se distinguía una plataforma directamente delante del cuadrilátero central y ubicada entre las gradas, que contenía una cabina donde seguramente se colocarían los presentadores. Como era de esperar, el lugar estaba bastante vacío y sólo se encontraban los responsables de las inscripciones y unos cuántos luchadores que formaban una fila para anotarse. La fila llegaba hasta la plataforma antes mencionada, donde dos personas recibían a cada participante para inscribirlo. Resultaba difícil describir a las personas que esperaban inscribirse, ya que había de todo tipo y edades, desde jóvenes apenas mayores de edad hasta ancianos veteranos, como también mujeres y personas de distintas etnias o estilos. El denominador común era que todos eran individuos familiarizados con el bajo mundo y posiblemente muchos serían gangsters del distrito.

Cuando llegó el turno de Jon, se inscribió y le fueron solicitadas dos cosas: en primer lugar, una seña, es decir una cierta cantidad de dinero que servía como garantía de que asistiría y le sería devuelta el día del torneo. A pesar de esto, siempre había luchadores que no asistían y eran remplazados, por eso mismo luego de llenarse el cupo de sesenta y cuatro participantes, se permitía que otros treinta y seis más se anotaran como suplentes de los que no asistieran, por lo que en total el cupo era de cien luchadores. La segunda solicitud se trataba de un sobrenombre, lo que era obligatorio puesto que los presentadores no utilizaban los nombres propios de los luchadores. Jon no tuvo problemas en pagar la seña, pero la idea de un sobrenombre no se le había pasado por la cabeza.

—Si quieres, chico, puedes elegir una combinación de esta lista —dijo la empleada, una mujer cincuentona, obesa y de tez negra, mientras le entregaba una hoja de papel con una lista de nombres impresos.

Jon la tomó y se dio cuenta de que se trataba de una lista de sobrenombres predeterminados para luchadores. Luego de hojearla rápidamente, se dio cuenta que no eran de su agrado.

«Esto de elegir un sobrenombre es más molesto de lo que creía. No es algo que me interese, pero si debo llevar uno, no quiero que sea cualquier cosa...», se decía a sí mismo. «Veamos, una palabra que me caracterice podría ser luchador, pero resulta muy genérica. Quizás guerrero suena mejor... sí, esa me gusta. Pero guerrero sola se queda corta, así que podría ir acompañada de otra palabra. Si mi objetivo es viajar hacia el Mundo Exterior, entonces...»

Odisea de Clanes | Volumen 1 - Primera Odisea en IneriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora