La noche en la que las estrellas se apagaron

Prólogo

Solía ser una chica con esperanza, a la que cada vez que golpeaban, se levantaba, que guardaba en su interior un fuego fiero y un corazón tierno. Anhelaba un verdadero hogar y una hermosa libertad, pero cada vez que era libre de las cadenas de otros, convertía a mi mente prisionera de mi pasado, del miedo, viviendo en miseria por aquellos que me habían herido.

Siempre en la búsqueda de un lugar al cual pertenecer, pero eligiendo o siendo forzada a pertenecer a alguien, convirtiendo mi alma poeta en melancólica.

Y justo cuando me encontraba a mi misma y pertenecía con alguien en lugar de pertenecer a alguien, aprendía (como antes aprendí que confiar en la persona equivocada era como vender tu alma) que la felicidad es pasajera y frágil como la vida lo es, que a veces los recuerdos más felices son los que más deseas dejar ir porque son los que te dañan más profundamente.

De cara a un mundo cruel, cegada por la esperanza; pague el precio de ver en caras desconocidas buenas intenciones, porque al final del día, todos quieren algo a cambio, y aquellos que parecen inocentes siempre guardan en su interior almas más oscuras.

Repetí los mismos errores, y olvidé tantas cosas que aprendí, excepto una; la gente es cruel y siempre destruye las cosas puras, pero, incluso si dejas de ser una, siempre tendrás un hogar en la poesía.

Mi historia está llena de caídas, dolor, breves momentos de felicidad, amores perdidos, lágrimas, de aquel arrollador sentimiento que te embarga cuando llega la conciencia de que nunca serás la misma después de ser herida, y de que la noche en la que las estrellas se apagan, el tormento empieza.

Ese fue el momento en el que me convertí en una poeta melancólica.

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