| Capítulo 3 |

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Los potentes rayos del sol cayeron sobre sus ojos, gruñendo molesto y frunciendo su ceño al despertar.

Al principio tuvo dolor de cabeza, había estado inconsciente mucho tiempo y apenas había amanecido. ¿Cuántas horas pasaron desde que cayó así?

Bajó la mirada y observó que tenía una hoja rodeando la yema de su dedo deteniendo el sangrado, además de que su ropa estaba medio abierta, dejando ver su cuerpo formado y mojado con un trapo en su abdomen, al igual que en su cabeza.

-Por fin despertaste, pensé que pasaría otra luna llena para salir de tus sueños, bello durmiente.

YoonGi se talló los ojos y le gruñó al chico que le había dado tal apodo de burla, seguido de volver a abotonarse su traje de seda, el cual estaba algo dañado por el musgo.

—Necesito volver a mí casa, mis padres se preocuparán cuando no me vean en casa -dijo YoonGi apresurado—. ¿Cuánto tiempo estuve inconsciente?

El rubio rió y empezó a contar en silencio usando sus pequeños deditos de ayuda, algo chiquitos comparado con las dos manos venosas que Yoon tenía.

—Fueron tres días aproximadamente—respondió el chico de características mágicas, haciendo un movimiento ágil acercando una planta de mangos—. ¿Tienes hambre? Pareces desnutrido, come un poco, estas no tienen veneno cómo lo que te pinchaste.

El príncipe dudó en corresponder a tomar de lo que le había brindado el chico con buena intención. Le daba miedo lo in-humano que era. «Maldita sea Min, él ni siquiera es un humano» sus dudas fueron realmente resueltas cuando el chico mostró su dos cristalinas alas que poseía en su espalda.

Temblando y sin fuerzas accedió a comer de uno de los mangos, mordiéndolos desconfiado al principio, pero el sabor era tan jugoso que YoonGi no desperdició la oportunidad de probarlos y dejarse llevar por el sabor. La mayoría de los árboles en su reino estaban secos, algunos afectados por la contaminación de un lugar tan pequeño cómo lo era su reino. Ahora había probado de los mejores, sin duda alguna, frutos del lugar prohibido.

—¿Cualf es tu nombref?—preguntó YoonGi teniendo la boca llena mirando al chico.

—¿Uh? Soy Park Jimin, puedes decirme solo Jimin.

—Solo Jimin, entonces-dijo indiferente, limpiándose con la seda de su ropa—. ¿Y que clase de humano eres?

—¿Humano? Ah, no soy humano, haces muchas preguntas a la vez—dijo el chico sonriendo-. Soy un elfo, ¿nunca haz visto uno?

YoonGi negó de inmediato, creía que solo eso existían en su imaginación, pero Jimin era el primer elfo que veía en persona, luego de tantas historias que se suponen fueron creadas para entretener e incluso asustar. 

Si en ese bosque había dichosas desapariciones, YoonGi se rehusaba a preguntar al respecto, aun tenía desconfianza del muchacho que se veía gentil. Aunque había estado cuidando de él en estos días que se encontraba inconsciente, y eso lo hacía dudar en demasía en una situación de este alcance. ¿Estaba bien seguir ahí?

—Mamá y papá me decían que eran falsos, pero... Se supone que este bosque está prohibido para mi gente—contestó el pelinegro.

—Mis padres decían lo mismo de los humanos. Esto es muy loco —dijo Jimin sin importancia alguna—. Que ustedes nos cerraron las puertas, blablabla... ¡Oh! ¡Espera, recordé algo!

Jimin volteó detrás suyo y pequeñas chispas hicieron espacio sobre el ambiente húmedo, abriendo una entrada grande al poco tiempo que alguien salió de los arbustos. El hermoso caballo de YoonGi apareció, y el príncipe estaba feliz de volver a ver a su compañero que no dudó en levantarse y correr a abrazarlo. 

Anhelos Perdidos | YOONMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora