➻ doce

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Matteo se separó de la puerta y los dos fueron hasta la mesa que habían estado usando toda la noche. Sólo quedaba vino suficiente para un vaso y, después de sentarse, Matteo lo repartió entre las dos copas.

—No he dejado de pensar en lo que me dijiste anoche —dijo ella.

—¿Qué te dije?

—Que tu padre había muerto cuando eras pequeño y que empezaste a trabajar para colaborar con tu familia. Me preguntaba si has sentido que te han quitado la infancia.

—No, para nada —dijo él sin vacilar—. Fue muy duro perder a mi padre, pero tuve una infancia bastante normal. Northbridge era, y es, un sitio estupendo cuando eres un niño.

—¿Por qué?

—Es más seguro que otros sitios. Todo el mundo te conoce y se asegura de que no te pase nada. Así que los padres no tienen por qué estar todo el día encima de sus hijos porque siempre habrá alguien cerca si lo necesitan o si tienen que ser regañados por algo. Eso hace que tuviéramos más libertad, que siempre es positivo. ¿A qué niño no le gusta irse por su cuenta a vivir alguna aventura?

—¿Había muchas aventuras que correr en este pueblo? —preguntó ella con algo de escepticismo en su voz.

—¿Para un niño? Por supuesto. Para un niño, todo lo que sea no estar bajo la vigilancia de sus progenitores es una aventura. Íbamos en bicicleta a todas partes, nos pasábamos los largos días del verano nadando en el lago. Pescábamos. Un año construimos una casa en un árbol y dormimos allí todo el verano. En Halloween nos poníamos hasta arriba de golosinas y durante el invierno patinábamos sobre el hielo del lago o bajábamos en trineo por la ladera del monte.

La verdad era que sonaba muy divertido.

—¿Tenías muchos amigos o estabas sobre todo con tus hermanos? —le preguntó ella mientras él bebía.

—Las dos cosas. Tenía muchos amigos, pero en casa también había con quién jugar. No recuerdo estar nunca aburrido ni solo.

—Así que, a pesar de perder a tu padre, fueron años felices, ¿No?

—Sí, de hecho me encantaría que mis hijos tuvieran una infancia como la mía.

A Luna le pareció que eso era muy importante para él.

—Está claro que amas este pueblo.

—Sí. Es el sitio perfecto para vivir y tener una familia.

—¿Y durante tus años de adolescente? ¿No soñabas con salir de aquí, de una ciudad tan pequeña?

Matteo se encogió de hombros.

—Bueno, a veces sí me sentía así, pero siempre había alguien con coche el fin de semana que nos llevaba a Billings. Allí intentábamos comprar cerveza, aunque nunca pudimos, conocer a chicas y cosas así. Esas excursiones satisfacían nuestra ansia de vivir en una gran ciudad. Después nos gustaba siempre volver a casa.

—Hasta fuiste aquí mismo a la universidad...

—Sí.

—Entonces, ¿Nunca has vivido en otro sitio que no fuera Northbridge?

—Yo no he dicho eso.

Pero tampoco le dijo dónde había vivido ni cuándo. A Luna le dio la impresión que ese tema estaba prohibido, igual que el de su miedo a las bodas. Así que decidió no preguntarle.

—¿Y tú familia? ¿Viven todos aquí todavía?

—Sí. Mi madre sigue viviendo en la misma casa donde crecimos. Podría retirarse, pero ahora le gusta su trabajo. Es la jefa de la tintorería. Mi hermana y hermanos también siguen aquí. De hecho, mi hermano Simón acaba de comprarse una casa, un hogar y escuela para niños delincuentes que él pretende reinaugurar.

Regalo De Bodas › Lutteo {Adaptada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora