Hace ya demasiado tiempo que no probaba un desayuno hecho en casa. Estar sentada a la mesa, con un poco de jugo de naranja servido en un vaso de cristal y escuchando el sonido del tocino en la sartén me evoca cientos de recuerdos. Es como estar de vuelta en casa, un sábado por la mañana. Viendo los dibujos animados matutinos y bebiendo un poco de chocolate caliente mientras espero a que mamá prepare los panqueques cubiertos con salsa de chocolate o mantequilla y azúcar.
Y recuerdos así me hacen perder el apetito.
Nunca me había puesto a pensar en lo que mamá podría estar viviendo justo en este momento. ¿La estarán alimentando o la obligarán a pasar hambre? ¿Cómo puedo yo tomar un desayuno consistente cuando ella posiblemente está viviendo a base de agua sucia y pan rancio? ¿Tendrá un sitio para dormir o la obligarán a quedarse en un duro y frío suelo de piedra?
— ¿Perla?
La voz de David me sobresalta. No me había dado cuenta de que Liz ya ha servido mi plato, los huevos con queso y tocino comienzan a enfriarse. Lo único que puedo hacer es apartar el plato y hundirme en mi asiento.
— ¿No vas a comer? —me preguntan James y David angustiados, se fulminan con la mirada como si estuvieran participando en una competencia por ver quién demuestra más interés en mí.
—De pronto se me quitó el apetito —les respondo con voz débil.
—Será un viaje largo, necesitas energías —dice Diamond antes de que James y David reanuden su competencia.
—No tengo hambre —repito.
—No salvarás a tu madre estando famélica.
La voz de Sheryl ya no se escucha quebradiza por el llanto. Aunque aún tiene los ojos un poco hinchados y llorosos, ha vuelto a hablar como era su costumbre. Su indiferencia y agresividad es quizá lo más amigable que he escuchado en las últimas horas.
—No hemos probado una sola comida consistente desde hace ya varios días —insiste Sheryl—. Si hicimos una parada aquí, en la civilización, deberíamos aprovecharlo y comer todo lo que tengamos a nuestro alcance.
—Quizá todo ha sido envenenado por la Elite y moriremos por querer comer algo antes de salir de aquí —digo encogiéndome de… Pero… ¿Qué pasa conmigo? ¿De dónde ha salido esta Perla pesimista? Yo no soy así, ¡jamás he sido así!
Con mi actitud he logrado hacer que todos se preocupen por mí. Me miran fijamente, angustiados, todos han dejado de comer. Incluso Mewtwo, que me mira con indiferencia pero en sus ojos brilla la preocupación.
Bien hecho, Perla.
—Lo lamento —les digo y me levanto de mi asiento—. Necesito un poco de aire fresco.
Me retiro de la mesa y les doy la espalda, dirigiéndome hacia el jardín trasero de la casa de los Crown.
Mi teléfono no ha dejado de recibir llamadas, mensajes de texto, correos electrónicos y todo tipo de alertas amenazantes de un número particular.
000-000-000
No quiero responder, sé perfectamente lo que quiere ese sujeto. El Jefe debe estar furioso por mi notable ausencia, pero yo no… Ya no quiero hacer esto…
—Julie, es hora de levantarse.
Mi madre entra en mi habitación y se detiene en el umbral de la puerta. Debo verme horrible luego de no haber dormido durante la noche entera. ¿Cómo podría si cada vez que cierro los ojos, veo la última mirada de Skyler?
—Julie, ¿estás enferma?
Ella intenta acercarse, pero yo me aparto de ella y abrazo mis rodillas. Mi teléfono vuelve a timbrar.
—Cielo, no puedes hacer nada por Perla.
Te equivocas, sí podría hacer algo.
—Lo sé…
—No creo que sea buena idea que vayas al colegio estando así, hija.
No, no pienso quedarme aquí para que ella me compadezca.
—Estaré bien. Me daré una ducha y tomaré el autobús.
Tardo cinco minutos en salir de casa, vestida con el uniforme de mi colegio. Pero en lugar de subir al autobús, tomo un camino diferente y hago una llamada mientras abro mi bolso para sacar la gabardina negra de la Elite.
Él me responde al segundo tono.
— ¿Dónde estás?
No está contento.
—He pasado mucho tiempo lejos de casa. Se supone que no debemos levantar sospechas, ¿no es así?
—No vuelvas a ignorar mis llamadas. ¿Quieres terminar como Skyler?
Duele, lo admito.
—No, señor.
—Tu estúpida amiguita está en Crown Corners. Envié a dos de nuestros hombres para que la traigan ante mí.
Mierda…
— ¿Qué quiere que haga yo, señor?
—Quiero que vayas a McAllen y te encargues de engañar a los amigos de Cobby. Haz que confíen en ti y tráelos ante mí.
— ¿Por qué no consigue usted que alguien los secuestre a todos?
—No puedo enfrentarme a los cinco Legendarios a la vez, niña estúpida. Haz lo que te digo. Y si tienes la oportunidad de asesinar a alguno de ellos, hazlo.
—Señor, yo…
—No quieras retirarte ahora, Jason. Sabes que una vez que entras, no puedes salir.
—Pero, yo no…
—Haz lo que digo o seré yo quien te asesine a ti.
—Sí, señor.
Y termina la llamada.
Ya no quiero volver a hacer esto.
El Gimnasio Pokemon de los Crown es enorme, imponente, me siento diminuta estando cerca de esa enorme construcción.
Me pregunto si alguna vez Sheryl se habrá sentido así. Quisiera entrar, ver lo que ocultan esas enormes puertas, pero ni siquiera tengo ánimos para ser curiosa.
Detesto sentirme así, detesto sentirme como si todo fuera gris. Necesito motivación, necesito cualquier cosa que me haga recuperar los ánimos. Necesito ser fuerte… Pero, ¿cómo puedo volver a serlo? Es como si todo mi espíritu se hubiera ido con Skyler. Sé que soy egoísta por sentirme así, que Sheryl lo está pasando peor, pero no puedo evitar deprimirme… Todo esto es tan real… Y la realidad apesta.
—No deberías estar tú sola en situaciones como esta. Nunca sabes cuándo puede llegar un enemigo para atacarte por la espalda.
Me giro al escuchar esa voz y me topo con un hombre castaño, que debe estar pasando por los cuarenta. Tiene unos rasgos que me parecen muy familiares… Y usa las ropas oscuras de la Elite.
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Pokemon V: La Batalla Contra la Elite
Fanfiction¿Por qué tuve que ver los ojos de Skyler antes de morir? Él lo dijo, Él lo repitió mil veces. Él me advirtió que si veo los ojos de alguien antes de darle muerte, esa última mirada me perseguiría el resto de mi vida. Y los ojos azules de Skyler no m...