El resto de la semana fue insoportable. Natalia no era una mujer muy habladora la verdad, cosa que me irritaba profundamente. ¿Quien no necesitaba amigos en un infierno como ese? Aunque ella por su suerte, si que los tenía. A la hora de comer iba con ella. Realmente no es que habláramos mucho, pero siempre intentaba sacarle algún tema del que poder hablar. Le explique muchas cosas de mi, demasiadas tal vez. Soy una persona muy comunicativa, y no suelo tener problemas secretos. No se si a ella le importaba mi vida, pero si era que no, tampoco me importaba. Era martes, y los martes hacían algo a lp que llamaban pasta, pero que no tenía nada que ver con la pasta que yo comía cuando vivía en barcelona, con mi padre. Hechaba tanto demenos eso... Mientras me servían un plato de aquella comida tan repugnante, sentí la mirada amenazadora de Melisa Swan que estaba a pocos metros de mi, rodeada de un seguito de cabezas huecas, entre ellas, mi gran compañera de habitación, Natalia.
SI de una cosa le gustaba a Natalia eran los rumores, los chivatazos y los secretos, por que todo eso podían darle pie ha criticar a las personas fuese quien fuese. Se pasaba todo el día criticando y hablando mal del resto de la plantica de alumnos del internados. Al principio me costó, pero acabé siguiendole el royo, aunque me traia sin cuidado quien se había teñido o que profesora se había operado la nariz. Pero de quien más me hablaba, y no esencialmente bien, era de su "amiga" Melisa. Ella era la más envidiada de todo el Instituto, tanto por su belleza como por su dinero. Tenía el cabello negro y unos ojos azules rasgados y profundos, de esos que son capazes de cortate el hipo. Siempre he envidiado los ojos azules. Ella no era nada en comparación a Melisa, es por eso que Natalia la criticaba tanto. Me contó que sus padres le consentian todo y que cada vez que acababa un curso, le compraban todos los caprichos que quería. También me contó por las noches, se llevaba a alguno a la cama sin que los profesores se enteraran. Vale, tal vez eso puede ser algo más raro, pero cada uno es libre de hacer lo que quiera ¿no?
Con la bandeja de espaguitis, fui al grupo de natalia y me incorporé incomodamente. Empezaron a hablar sobre un viaje que tenían pensado hacer y yo me límite a jugar con la comida.
Empece a pensar en mi antigua casa, en Laia y Caroline, mis dos mejores amigas, y aunque no quería pensar, también me acordaba de Eric, constantemente.- ¿Como.puedes ir con esas pintas? -Dijo Melisa.
Me costó unos segundos saber que me lo estaban diciendo a mi.
- Como?
- tus gafas. Son horrorosas.
Escuche una carcajada fuerte de Natalia. Realmente, en ese momento no supe que decir.
- Oh, yo...
- y tu pelo...¿es natural?- intervino otra chica de labios finos.
- si.
Todas empezaron a reír. Todas menos yo.
- No me gustan tus gafas. Haber, damelas.
No se por que cedi en darsas. Lo normal en una situación como esa, hubiera sido cojer e irme, pero no pude hacerlo, me sentía intimidada por ese grupo de chicas falsas y malas.
Natalia se las puso e hizo cara de tontania. Todas rieron. ¿ Tanta gracia hacían unas simples gafas negras nornales? Natalia después de esto cogió y las lanzó, lejos.
- si quieres estar con nosotras deja de llevar cosas tan feas.
No le contestes y fui rápido a buscarlas.
No podía creer lo que me acababan de Acer. Sentí sus risas de fondo y una que destacaba por encima de todas; ka de Natalia. Mi compañera de habiatacion era una auntentica arpía.Salgo repidamente de la sala; ya he he hecho bastante el riduculo.
Una vez en el pasillo saco mi móvil del bolsillo.
En el internado no dejaban tener mobiles, pero mucha gente los escondía y no se daban cuenta.
Llame a mi padre. Y mientras comunicaba, me alejaba lo más rápido posible de los comedores.
Era una imprufencia llamar, ya que si cualquier profesor me viera me lo quitaría y a parte, reciviria una gran sanción.es por eso que decidí esconderme en una sala que se encontraba vacía. Los profesores estaban comiendo, a si que no tenía peligro de ser descubierta. ¿Oh si? Unas voces me espantaron. Y fue entonces cuando me escondi detrás de una de las enormes cortinas moradas.
- Que coño te pasa?
Reconocí la voz de mi professor de filosofía, el Sr Anderson
no hubo contestación.
- Oye te estoy hablando. Por que te peleaste con ese chico?
- se lo merecía, es un gilipollas.
- hi crees que con violencia se solucionan las cosas. Le has roto la nariz,
- sabes que yo no deveria de estar aquí.
- si estás aquí es para ayudarte, no lo olbides.
- ayudarme? En que? Estar aquí sólo me estresa. Me has apartado de todos mis amigos, de mi casa, de todo.
- para salvarte, eram muy malas influencias y te estabas desviando del camino correcto. ¿Entiendes? Además, las cosas son así, así que no me discutas.
Se escucho fuerte portazo que parecia ser del sr Anderson, pero ahun notava l presencia de su mistorioso y al parecer , problemático sobrino.
¿Quien sería el chico que me impedía ver la cortina? No pude imginarmelo sin pirsings y tatuajes. Y con una navaja en el bolsillo. Y las manos llenas de sangre de la nariz rota de ese tal "gilipollas" ¿que habría.hecho como para enfadarlo tanto?
"Seguramente, mucho menos que espiarlo en una comversacion privada" dijo mi subconsciete.
es por eso que decido quedarme escondida un rato más, hasta que se vaya. Aunque no logró que sea así. Se hacerca a la ventana para. Abrirla, y es en ese momento, cuando me ve de lleno.
- ¡Coño! - Dice alterado.
- ehhh... Yoo... Puedo explicarlo.
Antes de decir nada más, me paro a mirarlo. No tiene nada que ver con lo que había imaginado. Es alto, y va vestido con el uniforme del internado, llevándolo impecable. Tiene el pelo oscuro y peinado hacia atrás, de una forma casual, pero elegante. En su rostro no hay ni una sola perforación. Y aunque el traje deja mucho que desear, no se localiza ningún tatuaje.
-me espiavas?
- ¿Que? No! Yo sólo quería llamar.
me clava sus ojos con severidad. Esta muy enfadado. Tal vez a repetido algún curso, quien sabe, pero parece más mayor que un chico de 16 o 18 años. Aparenta 20 o más.
- ¿a que curso vas?
- yoo.. -no entiendo a que viene la pregunta-Em.. Cuarto.
- 16 años.
- si.
- llama a quien quieras, y luego lárgate.
Se gira bruscamente, y luego se dirije a la otra ventana. La abre, saca un paquete de tabaco de su bolsillo y empieza a fumar. Mientras tanto, el teléfono de mi padre comunica.
- Si? Nena?
- ¡Papa!!- al escuchar su voz, me entran ganas de llorar, pero reprimo estos sentimientos.
- estoy ocupado ahora.
- Papa, porfavor tienes que escuxharme. Deves de sacarne de aquí. Es horrible. Las chicas se portan mal conmigo. Y sólo siento que pierdo el tiempo. No me gusta la gente de aquí. -Digo todo esto último del tirón, rápidamente antes de que el sobrino de Anderson se pare a pensar lo que digo.
- lana... Me pillas en mal momento.
- no Papa espera.
- te cuelgo, cuidate.
y me colgó.
Quería despedirme de el chico, pero mis lagrimas no podía contener las lágrimas así que me fui corriendo hasta mi habitación.
ESTÁS LEYENDO
Alguien con quien dormir
Teen FictionLana es una chica buena, educada y sensible, que, ahunque no sea muy estudiosa, no merece ir al internado Westhold. Allí, no encontrará consuelo de nadie. Las chicas son unas arpias, los profesores no cren en ella, y su padre no contesta sus llamada...