En multimedia, Olive Cloud.
La noche envolvía todo; a lo lejos, unas avecillas cantaban con alegría mientras que las cuatro siluetas se agazapaban en la pequeña cueva, tratando de encontrar un poco de calor ante la fría noche que se acercaba. Mientras que el hombre de cabello rojizo frotaba sus manos y trataba en vano de mantener su temperatura corporal, la joven rubia a su izquierda se notaba demasiado tranquila.
—Es injusto, soy el único aquí que tiene desventaja en un clima frío—exclamó indignado sin dejar de mirar a la muchacha de cabellos de oro; por su parte, los otros dos acompañantes solo soltaron un bufido.
—Con mucho gusto podría cambiar el clima, pero eso podría delatar nuestra ubicación—exclamó una peliplata a su derecha, mientras se retiraba el manto de su Orden—. Y no eres el único... sabes que Siri tiene igual o menor ventaja que tú cuando anochece—terminó señalando a su compañero albino, mientras éste, ajeno a la conversación, trataba de dormir hecho un ovillo.
El hombre hizo un puchero y, sin más que decir, se dejó caer sobre el frío piso de piedra. Dos pares de ojos se encontraban fijos sobre su nuca, mirándolo con reproche.
—Olive... ¿No le tocaba a Ralph montar guardia hoy?—preguntó la última integrante del grupo, una joven rubia de ojos azules. La aludida se encogió de hombros. Decidida a no comenzar una pelea con el joven mago, la chica de cabellos dorados tomó su grimorio y salió de la cueva, dejando a la peliplata y al hombre mayor solos, siendo ambientados con los débiles ronquidos de Siri, que se había dormido enseguida. En cuanto salió, una onda de viento le dio de lleno en el rostro, deteniéndola por un momento.
El Reino del Corazón era hermoso... así tuviese que regresar al día siguiente al Reino del Trébol, jamás olvidaría las montañas escarchadas de nieve, los ríos con sus aguas traicioneras.
Y los volcanes...
¡Madre Santa! Los volcanes eran lo que más había amado la rubia. Después de todos los castigos que había tenido por hacer travesuras con el hermano menor de su tutora, la chica había aprendido, inconscientemente, a utilizar su magia. Para colmo, la mujer que estaba encargada de ella evitaba, en toda forma, que la rubia terminara donde estaba ahora: como un Caballero Mágico.
El castigo más frecuente para ella era hacer abdominales, lagartijas o cualquier otra clase de ejercicio que, quisiera o no, le otorgaron una resistencia algo extraña para una chica de su edad. Después de haber entrenado su magia tras ser elegida en la Orden, recibir más presión por parte de su tutora y tener que escalar un volcán activo para darse un buen baño, la rubia había aprendido a ver la hermosura que para los demás era imperceptible. La forma en la que el calor del volcán le quitaba la respiración y la hacía jadear era algo que adoraba y no podía negar que disfrutaba cada vez que, por error, terminaba dentro de la lava.
Literalmente.
<<La primera vez que había caído dentro de ella, su maestra había palidecido. Ya de por si era difícil sorprenderla y, en ese momento, la mujer de cabellos naranjas y mirada penetrante se encontraba al borde de una roca, estirándose lo más posible para poder sujetar a la rubia aunque fuese de los cabellos. La piel de maná tal vez la protegería, pero... ¿y si no?
¡Que sorpresa se había dado al verla salir del mar ardiente y con una sonrisa plasmada en el rostro!
—Maestra... ¡ahora entiendo perfectamente lo que me decía acerca del ser uno solo...!—.
La joven no había podido terminar de hablar pues, entre sollozos y gritos de alegría, su guía y protectora le había dado un golpe en la cabeza, para después abrazarla.
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CRIMSON TWISTER | BLACK CLOVER
FanfictionCuando la humanidad estaba a punto de caer por el Rey Demonio, un único mago la salvó y lo derrotó. Más tarde ese mago se convirtió en una leyenda y fue nombrado Rey Mago. Después de ese suceso, el Reino del Trébol gozó de paz a través de generacion...