Aniquilación

Capítulo 1: El origen

Capítulo 1: El origen

En Japón siglo x nació una raza guerrera llamada los samuráis, al principio los samuráis eran como mercenarios solo realizaban acciones de asesinatos si eran contratados por alguien, pero con el tiempo eso cambiaria... En Japón había mucha corrupción mas que en otros países, como decían los poderosos llamados el clero, el más débil tiene que acostumbrarse a ser pisoteado por el mas grande por eso nadie podía prosperar con esa política...

Siempre había un grupo pequeño que intentaba enfrentarse era como un grupo rebeldes, pero estos luchaban por los derechos de los ciudadanos. Todo lo que se enfrentaba contra la realeza acaban ejecutados públicamente a la vista de todos los ciudadanos.

¿Qué ganaba la realeza con eso? Respecto y crear miedo a esos que intentaran algún tipo de revolución contra ellos.

En una casa pequeña pero bastante acogedora de una sola planta yacía una familia humilde compuesta de una mujer, un hombre y un bebe de apenas un mes de vida.

La mujer llamada Yui una tremenda belleza asiática, piel muy blanca, pelo largo negro, unos ojos marrones oscuros, de estatura media alta, delgada como siempre fue toda su familia. Cualquier hombre podría acabar cautivado con sus encantos, el hombre llamado Shank era corpulento, alto, muy fuerte, pelo oscuro corto, pero bien sano, el se crio en el campo como toda su familia, es muy tozudo, orgulloso, pero acaba siempre ayudaba a los demás por mucho que enganche su apariencia de tener mal humor.

Shank trabaja de samurái lo suele llamar el emperador para algunas ejecuciones a los grupos rebeldes es un trabajo bastante duro ya que ponías tu vida en juego en cualquier momento podrías ser asesinado por algún rebelde. -Shank, Shank la cena esta lista- le informaba Yui mientras se asomaba por la puerta corrediza de la cocina hacia al patio.

Shank suele salir al patio con frecuencia a meditar antes de la cena, ya que estaban todos en el salón se sentaron alrededor de una pequeña mesa redonda que se situaba en el centro del salón. El olor de la cena que salía con facilidad de los platos dejaría cualquiera atontado, antes de catar esa so pulenta cena siempre tenía la costumbre de honorar unas palabras a sus ancestros.

De repente antes de formular la primera palabra se escucho como llamaban a la puerta con mucha energía, Shank se levantó un poco desganado -voy a ver quién es- dijo Shank mientras caminaba hacia al pasillo.

Abrió la puerta era uno de sus compañeros de trabajo algunas veces el emperador tenia que enviar a dos samuráis hacer el mismo trabajo ya que la dificultad era mayor, -¿Qué te trae por aquí Archer?- le pregunto Shank mientras veía su rostro apagado. -Escúchame Shank, el otro día el emperador me mando a asesinar aun grupo de personas pero que no tenían nada que ver con los rebeldes- dijo Archer mientras cerraba en puño con rabia. -Archer descansa un poco seguro que el emperador tuvo sus motivos para mandarte ahí hacer ese trabajo- le respondió Shank mientras poso una mano sobre el hombro de Archer.

-Se me olvidaba Shank, el emperador quiere verte mañana por la mañana y quiere que te lleves a tu hija se lo esta pidiendo a muchos soldados- le comento Archer mientras caminaba hacia la salida.

7:30 En el Palacio

El Palacio era lo más grande que había en todo Japón era bonito por fuera, pero a la vez era lo mas oscuro y macabro que había en esta época. Tenía un sótano donde tenían a los prisioneros que los torturaban hasta la muerte, luego tenían dos campos, el de tiro con el arco donde probaban su puntería con algunos objetivos en este caso era los presos y el otro campo es donde realizaban sus entrenamientos.

Estaban todos los samuráis reunidos a la espera de su emperador, estaban todos con sus hijos e hijas algunos no tenían entonces con ellos mismos les Valia la asistencia. El emperador apareció delante de todos, -Hoy os he reunido a todos para encarguéis de una misión muy importante- anuncio el emperador en voz alta, -Pero antes de daros la orden, necesitamos a vuestros hijos por si os pasa algo encargarnos de que no se queden solos y huérfanos- continuo el emperador.