➻ trece

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¿Los Apaleadores de Northbridge? Deberían llamarse los Guapos de Northbridge, o los Fuertes de Northbridge.

—Que te quede bien claro cuánto te aprecio, Nina, porque he venido a tu fiesta en vez de estar en el polideportivo viendo ese partido de béisbol.

—¡Estoy de acuerdo!

—¡Todo verdad!

—¡Estamos perdiéndonos todos esos traseritos por tu culpa!

Era ya bastante tarde. La fiesta de Nina estaba tocando su fin. De las treinta mujeres invitadas quedaban sólo la mitad, las más jóvenes. Y gracias a las tres fuentes de ponche que se habían bebido, la fiesta se había animado y comenzaron a hablar de los miembros del equipo local, al que pertenecían Matteo y Gastón.

—¡Venga, hombre! —exclamó Luna—. No pueden ser todos tan guapos.

Todas se rieron.

—Tienes que verlo para creerlo...

—¿No te acuerdas que te lo conté después del primer partido al que fui? Todos están fenomenal y solteros. Deben de poner algo en el agua de Northbridge. No es normal.

—Lo que pasa es que se sientan al sol, bebiendo, y después de un rato todos les parecen guapos —repuso Luna.

—Nada de eso —se defendió una de las mujeres—. Con tantos hombres cañón, ¿Quién necesita alcohol?

Más risas.

—¿Cuál es su deporte favorito? —preguntó alguien.

—Bueno, no el béisbol. Los uniformes cubren demasiado.

Todas estaban de acuerdo.

—Yo me quedo con el fútbol americano y esos pantaloncitos tan ceñidos...—comentó una mujer.

—Es verdad. Pero yo prefiero baloncesto para poder ver musculosos muslos y bíceps...

—¡Son increíbles! —exclamó Luna—. Ellos pensando que van a verlos jugar y en realidad sólo asisten para coméroslos con los ojos.

—Muy cierto.

—Que no te engañen, les encanta.

Todas rieron de nuevo.

—A Gastón ya no lo miramos, por supuesto —añadió la manicura del pueblo mirando a Nina—. Pero menos mal que nos quedan los hermanos Balsano.

—Si yo me siento en la primera fila es por ver a Matteo Balsano—confesó la secretaria de la universidad.

Ese comentario despertó la curiosidad de Luna.

—Pero no sé qué hacer para que se fije en mí —prosiguió la joven—. Voy a su restaurante todos los días, a comer pescado con patatas, pero no he conseguido nada.

Todas, menos Luna, rieron.

La secretaria, Yamila Sánchez, era alta, delgada y tenía largas piernas, además de ser rubia y tener unos ojos mieles. Era difícil de creer que Matteo no se fijara en ella. A Luna no le hizo gracia que le gustara tanto Matteo y no sabía por qué se sentía así.

—Los hermanos de Matteo tampoco están mal. Yo me quedo con Simón — explicó la manicura—. Me encantan los chicos malos.

—Matteo es el mejor amigo de Gastón, ¿No, Nina? —preguntó Yamila.

—Sí, desde que llegó a Northbridge.

¿No podrías entonces prepararme una cita a ciegas con él?

Regalo De Bodas › Lutteo {Adaptada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora