Capítulo 3

339 47 10
                                    

Entró cuando todo el mundo estaba sentado y, a pesar de no haber mucha gente, sintió un poco de vergüenza. En su fila no había nadie cosa que le alegró por poder elegir la ventanilla.

El avión despegó y la chica depositó los auriculares en sus oídos.


"El cielo se viste hoy de miedo

No hay nadie al otro lado de la cama

La risa que una vez nos contagió

Guardada en un rincón, debajo de la almohada"


Dani Fernández siempre era bien pero, en este caso era más que bien. Las lágrimas volvieron a salir sin control, sin sollozos pero con gran tristeza hasta que una mano las limpió.

Bella abrió los ojos aturdida y giró la cabeza encontrándose con esos ojos brillantes que la habían dejado alucinada.

- No sé por qué estás llorando, pero nada debe de ser más importante que tú - le dijo el chico de las palas separadas de la manera más comprensible posible.

- Ojalá todo fuese tan fácil - susurró esta.

- No digo que lo sea - le susurró él mientras dejaba que esta respirase.

A los veinte segundos levantó la cabeza. Enfocó su mirada en la del chico y, con una sonrisa muy sincera le dijo un "Gracias" que contagió el buen rollo al chico que se acababa de sentar a su lado.

Pocas palabras más intercambiaron para terminar viendo una película en el iPad de Bella, compartiendo auriculares y centrándose únicamente en esta. Aladdin finalizó e, incluso esa película hizo volver a emocionar a Bella.

- Lo siento, estoy muy sensible - se excusó riendo, se sentía muy tonta por llorar hasta en ese momento.

Alfred rió a su misma vez.

- Tranquila, aunque tu imagen llorando sea lo único que vea es mucho más entretenido que ir con mis compañeros de viaje.

- ¿Con tus compañeros de viaje? ¿qué habéis terminado, fin de curso? - se burló la chica.

- Te aseguro que si hubiésemos hecho un curso, muchos de ellos habrían suspendido - y volvieron a reír.

Alfred hizo el amago de levantarse tras excusarse de que lo llamaban

- Es la mejor excusa que me han dado nunca para huir de mí - le picó la chica recordándole su frase de la noche anterior.

- Mira, ya somos dos poniendo buenas excusas - expresó guiñándole el ojo.

Bella volvió a reír mientras se recostaba en su asiento y volvía a abrocharse su cinturón, ya que, las lucecitas indicaban que estaban a punto de aterrizar.

El chico estaba bien, muy bien, pero ella no estaba para fiestas y era una lástima.

Aterrizó en Ibiza, puesto que Formentera no tenía aeropuerto y para poder ir allí necesitaba utilizar un medio de transporte acuático.

Al embarcarse decidió salir por la proa a tomar un poco de aire y se apoyó sobre la barandilla de metal que adornaba cada borde el barco.

Cerró los ojos y sintió cómo las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas y, poco más de diez segundos, escuchó una voz para nada familiar:

- ¿Necesitas uno? - abrió los ojos con rapidez y miró a su derecha, una chica bajita, pelirroja y con una gran sonrisa sostenía con su mano derecha un paquete de pañuelos con un gesto de ofrecérselos a Bella.

CREMAWhere stories live. Discover now