Partida

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Los cuantiosos árboles de camino a Konoha parecían incluso más verdes que cuando abandonó la aldea. Boruto se deslizó entre ellos con tremenda destreza e impaciencia ya que ardía en deseos de regresar a su hogar después de tanto tiempo. Junto a él se encontraba su maestro, Sasuke, el cual le había entrenado duramente durante tres largos años fuera del País del Fuego. Este período de tiempo había convertido al rubio en un joven más maduro y consciente de sus actos, en un verdadero shinobi merecedor de ser el aprendiz de uno de los últimos y poderosos Uchihas. Antes de emprender el camino todo eran dudas e inseguridades pero después de la ardua experiencia Boruto creía por fin haber encontrado su camino ninja.

Mientras el hijo del Hokage se movía entre la abundante vegetación quedó ensimismado en sus pensamientos. Se preguntó cómo estaría su familia. De seguro que su padre seguía tan liado como siempre y que su dulce madre trataba de mantener todo en orden y calma en la casa. También añoraba a su adorable hermana Himawari y se preguntó lo mucho que habría crecido en su ausencia, ahora sería prácticamente toda una mujer. Posteriormente por su mente rondaron varias imágenes protagonizadas por una joven de cabello y ojos oscuros y unas características gafas rojas. Es cierto que muy a menudo recordaba las innumerables aventuras que había compartido con sus amigos hasta la fecha, pero más cierto es aún que sus pensamientos siempre acababan girando alrededor de la Uchiha. Y es que ella siempre había sido, aunque le costara reconocerlo, uno de los pilares principales de su vida. A pesar de las constantes riñas y piques que tenían, consideraba su relación con ella muy especial, un lazo tejido desde la niñez basado en el respeto y el apoyo mútuo. Aunque se mostrara receloso antaño, Boruto siempre había admirado lo mucho que Sarada se esforzaba para alcanzar su meta, ser la Octava Hokage de la Aldea de la Hoja. Hace varios años que prometió protegerla cuando lo fuera, y esa fue una de las razones por las que decidió marcharse y volverse más fuerte con la ayuda de su padre.

Un momento en particular, como muchas otras veces, se abrió paso en su cabeza. 

El de su partida.. 

Por aquel entonces el joven ya contaba con 15 años de edad, al igual que el resto de sus compañeros. La pelinegra por aquel entonces había comenzado a ser tutelada por el Nanadaime, quien tenía puestas todas sus esperanzas en ella para hacerse cargo de Konoha en un futuro no muy lejano. En cuanto a su aspecto, Sarada contaba con un cuerpo más curvado y había dejado crecer su pelo hasta el final de la espalda, aunque siempre lo mantenía firme en una cola. Las gafas rojas, su seña de identidad, seguían en su rostro pero eran más finas que las que usaba en la infancia, resaltando más así sus bellos ojos azabache. Su vestimenta era muy similar a la que utilizaba a los 12, ya que le parecía la más cómoda para entrenar, sólo que necesitaba un talle más grande para cubrir los nuevos atributos que había adquirido con el paso de los años.

El día en el que el rubio abandonó su hogar junto con su maestro muchos de sus seres queridos se reunieron con ellos para despedirse. Fue duro decir adiós a su familia. Era consciente de que perdería tiempo con su padre, con el cual había mejorado enormemente su relación y también se apenó al darse cuenta de que no estaría al lado de su hermana cuando diera sus primeros pasos como shinobi. Agradeció más que nunca lo mucho que su madre se entregaba a la familia. Desde luego sin ella estarían perdidos. Todos sus amigos se encontraban también allí, listos para despedir a su amigo de la infancia. Todos menos uno. Boruto se extrañó al percatar que su excompañera de equipo no se hallaba entre la multitud que se agrupó a la entrada de la aldea y se giró para ver a su maestro, incrédulo por la situación. Una mirada le bastó a Sasuke para saber qué perturbaba a su aprendiz.

- Se despidió de mí en casa - dijo solemnemente el Uchiha. 

No pudo creer que ella no se hubiera dignado a venir para soltarle aunque fuera un simple 'adiós', o más bien un 'adiós, Bakaboruto'. La noche anterior a su partida conversaron un rato, incluso acabaron discutiendo como de costumbre, pero no se imaginó bajo ningún concepto que ella le abandonaría de esa forma. 

Regreso [Borusara]  |Terminado|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora