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Ya que las he tenido abandonadas por tanto, he decidido ser clemente y darles una maratón. :)
¿Ya ven que sí soy buena?
Esta vez si me pondré al día, el mes pasado estuve viajando, so... No podía, lo siento.
También debo decirles que esta historia no durará más de 20 capítulos, junto con el epílogo.

Disfruten mis niñas. ;)

***
























Maratón 1/5

El fuerte pitido que escuchaba la rubia en sus oídos la hizo llevar sus manos a su cabeza intentando recordar lo que había pasado. Todo estaba oscuro, por más que intentaba sus párpados pesaban como rocas, apenas tenía fuerzas en sus brazos para levantarlos y agarrar su cabeza entre sus manos, intentando que de alguna forma el dolor en ella desapareciera. Podía oler la sangre de sus heridas, y el olor de las hojas ser traído por el viento hacia ella. ¿Hojas? ¿No estaba ella en una cueva? Clarke intentó de nuevo abrir sus ojos fallando estrepitosamente. Sentía dolor en todo su cuerpo, y aún no entendía porqué sus heridas no se cerraban, la única manera de que eso fuese posible, es que un vampiro de su sangre la hubiese atacado; y vamos, eso sí era imposible. De repente un suave y melodioso murmullo llegó a su afinado oído, sintió calma por un momento, hasta que sus músculos se tensaron al reconocer aquella voz.

-L...Lex...- su propia voz apenas era escuchada por ella misma, ¿tan débil estaba? Sabía que no había probado sangre en mucho tiempo, pero... Ella era fuerte, era la vampiresa más fuerte de su estirpe, era imposible que algo así pasara. Se concentró en aquel murmullo alrededor de ella, afinando aún más su oído para poder escuchar con mayor claridad. La voz, la voz de Lexa hablaba con ternura, sin poder evitarlo una sonrisa se dibujó en su rostro, al mismo tiempo que un gran alivio la llenaba, pero no duró mucho, pronto los recuerdos llegaron a ella como si una manada de ciervos la hubiese atropellado, la cueva, el grito, aquel enorme dragón... la pelea, todo eso la hizo abrir los ojos de inmediato y levantarse del suelo utilizando una fuerza que no sabía que poseía. Había dejado a su pequeña Lexa sola con aquella bestia, si algo le hubiese pasado... Si algo... Si tenía un solo rasguño... Jamás se lo perdonaría. -¿Lexa?- Toda su ira fue apaciguada al ver a la loba sentada sobre una roca amamantando al pequeño Aden, la morena cantaba una suave melodía mientras acariciaba el cabello del pequeño, al mismo tiempo que lo arropaba entre sus brazos y acunaba contra su pecho.

-Shhhh...- la ojiverde pidió silencio con una suavidad impresionante sin siquiera regresar a mirarla. -Aden duerme Clarke, no grites, lo despertarás.- la voz de Lexa resonaba por toda la extraña habitación, pero al mismo tiempo sonaba lo suficientemente baja como para no perturbar el sueño del pequeño niño. Pronto Clarke se vio a sí misma sin herida alguna en su cuerpo, limpia y vestida con ropas limpias. Lexa ya no estaba sentada sobre una roca, estaba en una mecedora, la habitación era blanca con detalles en celeste y amarillo, con pinturas en las paredes de animales y plantas con rostros felices, una cuna estaba en medio de la habitación en la que Lexa ahora depositaba al pequeño Aden que dormía plácidamente, vestido con un precioso mono de color blanco, aún así, a Clarke le parecía que Aden era más blanco que su ropa. -Ahora sí, dime, ¿por qué gritas?-

***

Lexa despertó de pronto, estaba en una cama, vestida con un traje muy sexy, aunque la mayoría de él había sido retirado de su cuerpo, sonrojada se cubrió como pudo con las sábanas y miró a su alrededor percatandose de que estaba en una habitación. Miró hacia el otro lugar de la cama, y fue ahí cuando la vio. La rubia descansaba completamente desnuda a su lado, dormía tranquila y se veía tan hermosa. Reprimió un suspiro mientras se levantaba de la cama y observaba la habitación, había un vestido de novia en el suelo, uno de color blanco perlado, así como había lo que parecía ser un traje de novia, un poco menos ¿femenino? Al menos a su parecer. Notó que lo que llevaba puesto parecía ser una lencería de novia, para la noche de bodas. ¿Estaban casadas ahora? ¿Era eso cierto? ¿Acaso había bebido tanto como para no recordarlo? Tomó el vestido y se acercó al espejo de la habitación, lo colocó frente a ella para observar cómo le quedaba y sonrió levemente.

Madre Luna.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora