Era muy unida a mi prima paterna, un año mayor que yo; siempre que nos veíamos, hacíamos la misma pregunta al terminar nuestras conversaciones "¿iras al culto?", obviamente ahí estábamos; nunca nos despedíamos, pues nos veríamos en la escuela. Ella no era mi amiga, era la prima, mi prima, creo que es más apreciable que un amigo.
Yo tenía dos mejores amigas, de esas que prometes que cuando tengas hijos serás la tía consentida. Bueno, ese es otro capítulo.
Un día, a la hora de receso, me encontré a mi hermosa prima, como siempre, nos sonreíamos y carcajeábamos también porque era y es nuestro saludo. Estábamos platicando nuestros chismes de niñas, de repente mi mirada se dirigió a la puerta del salón de en frente, donde salía un niño: serio, rostro iluminado y muy apuesto. Es curioso, cada que recuerdo la aparición de ese niño, me confundo si fue un sueño o fue real;
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Lo cierto es que, cuando lo vi por primera vez, quería verlo de nuevo, no para hablar con el, (porque yo era demasiado tímida, ya que mi mamá me amenazaba de que no hablara con chicos y menos tener novio, ademas, era pequeña, ni siquiera sabía que era estar enamorada) simplemente, quería mirarlo muchas ocasiones más.
Yo no pregunté nada sobre él; mi prima lo conocía, resulta que llegaba al mismo templo que nosotras, a veces me pregunto porqué no lo había visto antes.
Después de su entrada triunfal a mi historia, el se cambió de escuela, sólo podía verlo en el templo, mi mamá sólo asistía dos veces a la semana, pero, no tenía tantas ansías de verlo, sólo que cuando lo veía quería observarlo bien (desde lejos) sus ojos, pestañas, labios delgados, bien peinado, su ropa... entonces, me convertí en una acosadora pasiva...