Capítulo 16

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Conforme avanzaba la semana, Hermione se iba quedando sin energía. Ron seguía hablándole muy poco y Harry estaba completamente centrado en la búsqueda de horrocruxes. Ella no había tenido ni tan siquiera tiempo de hablar con Bellatrix o de devolver los libros a la biblioteca. Entre los trabajos, prepararse los exámenes y los cabezotas de sus amigos, cuando llegaba la noche, se metía a la cama y se dormía al instante. Sin embargo, a pesar de las ganas que tenía del esperado encuentro con el colchón, la estudiante se tomaba su trabajo como prefecta muy en serio (como todo lo demás). Dedicaba mucho tiempo a patrullar por los pasillos de la torre de Gryffindor para asegurarse de que no había alumnos fuera de sus habitaciones o haciendo alguna travesura. Por eso, todas las noches su hora de retirarse a su habitación y acostarse se retrasaba bastante. Ese jueves no fue diferente.

Lo que sí fue diferente fue la sensación de peligro. Al volver, cuando se acercaba a la puerta de su habitación individual, vio un atisbo de luz por debajo de la puerta. Estaba segura de haber apagado las luces y cerrado todo al salir. Había alguien o algo en su cuarto. Y no podía ser nada bueno: dada la naturaleza de sus investigaciones con Harry, siempre cerraba la puerta con multitud de encantamientos para asegurarse de que ni un alohomora ni ningún otro hechizo podría invadir su intimidad. Pensó en pedir refuerzos, pero también pensó que se estaba volviendo paranoica de tantos secretos y tragedias y que no sería nada grave. Así que sujetó su varita con firmeza y abrió la puerta.

Para su sorpresa, sentada en el escritorio con la espalda en apoyada en la pared y los tacones de las botas de cuero en el asiento de la silla, estaba Bellatrix envuelta en una túnica. La duelista tenía un libro en una mano y una botella de whisky miedo vacía en la otra. Hermione no supo cómo tomarse la invasión. Viendo que la bruja había burlado sus encantamientos de protección y había violado su privacidad como si nada, optó por la rabia. Lo que aumentó ese sentimiento fue que la profesora ni siquiera levantó la cabeza del libro que estaba leyendo al oírla entrar. Hermione reconoció su propio ejemplar de "El retrato de Dorian Gray" en manos de la bruja. Robarle sus libros sin permiso ya era lo último. Se acercó a ella con ímpetu y le arrancó el libro de las manos.

-¡Eh! ¡Lo estaba leyendo!- protestó Bellatrix indignada.

Hermione la miró sin dar crédito. Así que la bruja continuó con el mismo tono de tranquilidad de quien le está explicando a un niño pequeño que los árboles no andan.

-Nunca había leído un libro muggle. Una cosa es que pueda llegar a aceptar que igual la pureza de sangre no afecta de forma vital a la inteligencia o al poder de un mago... y otra que me interese por una cultura inferior. Pero tengo que reconocer que ese libro está bien, la premisa me intriga. Aunque claro, al pertenecer a la más antigua y noble casa de Black, hay tanta magia en mi sangre que es probable que me mantenga así de estupenda para siempre. Así que no necesito que nadie me pinte un retrato - explicó la bruja sonriente.

-Pero, pero, pero... ¡pero tendrás cara! ¡Te cuelas en mi cuarto, coges mi libro y encima me vienes con tu superioridad de sangre! - exclamó Hermione indignada antes de ceder a la curiosidad- ¿Cómo demonios has entrado?

Su compañera abrió la boca para responder e inmediatamente Hermione la cortó:

-Como me digas que por la puerta, sales por ella envuelta en llamas.

Bellatrix soltó una carcajada al ver lo bien que la conocía la joven e hizo un gesto con la mano para quitarle importancia:

-Bah, un hechizo que inventé siendo cría para entrar al despacho de McGonagall a cambiarme las notas. ¿Quieres? -preguntó ofreciéndole la botella de alcohol de la que estaba bebiendo a morro.

La estupefacción de Hermione fue en aumento, ¡cuántas infracciones juntas en menos de un minuto! La cosa se torció aún más cuando la bruja añadió en tono seductor: "Pero no estoy aquí por eso..." mientras echaba los hombros hacía atrás provocando que la túnica se le abriera ligeramente. Hermione se fijó por primera vez en su atuendo. La slytherin llevaba una capa de Gryffindor, con lencería roja a a juego y sus características botas de cuero. Y nada más. Para la joven hormonal que acababa de descubrir el sexo y que necesitaba olvidarse de todo y descargar tensiones, la visión de su profesora de Artes Oscuras sentada en su escritorio en sujetador y bragas fue demasiado. Su valioso cerebro entró en cortocircuito. Sabía que era lo que ella pretendía, matar dos pájaros de un tiro. Se trataba de la compensación que le había prometido, pero también de una manera nada sutil de evitar cualquier tipo de conversación profunda (sobre su viaje con Voldemort, Snape o cualquier otro asunto). No podía ceder ante semejante chantaje. La miró de nuevo. ¡A quién quería engañar! Ni siquiera un dementor le negaría algo así... La bruja oscura se dio cuenta de su lucha interna y sonrió con satisfacción y maldad a partes iguales. Tras unos segundos y viendo que Hermione no era capaz de reaccionar, fingiendo un tono tímido e infantil empezó:

Alguien que cuide de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora