Solo se podían escuchar unos pasos acelerados y escandalosos sobre aquel pasillo recubierto de porcelanito, ese que estaba adornado de rosas en cada columna y que daba vista al jardín, y era una entusiasmada chiquilla de quince años quien los perpetuaba a medida en que corría por el largo pasillo hasta llegar a donde se suponía debían estar aquellas personas que le dieron la vida, pero no, no estaban en el patio trasero, mucho menos en la entrada esperando por ella, y eso la tenía más fastidiada que feliz.
Sus padres, siempre haciendo todo más complicado para ella. Y es que claro, aquella inmensa casa simplemente era para que ella se perdiese tal vez de una buena vez, o al menos eso se decía siempre, pues aun no cabía dentro de su enmarañada cabecita, como sus padres la dejaban como ratoncito en laberinto, tan lejos de ellos y por tanto tiempo.
Pero tal vez aquello ya no importaba, pues ya estaban ahí, llegaron por ella, para estar con ella y llevársela por siempre de aquella horrible cárcel con fachada de mansión.
Y no es que Petra fuese mal agradecida, por supuesto que valoraba que sus padres le diesen lo mejor de lo mejor, nacer en cuna de oro y en almohadas de seda, era el sueño de toda aquella que deseaba ser una princesa como ella lo era, pues lo era. Esa niña de ojos color miel, hija única de un magnate en los negocios y actualmente un prestigioso candidato presidencial, era la princesa de los Ral, y como todas las princesas y sus respectivos cuentos, ella estaba encerrada en aquella torre tan abandonada de la gracia de sus padres esperando el milagro de ser rescatada.
Pero la princesa de cabellos naranjas aun no entendía que era lo que obligaba a sus padres a apartarla de todo el reino en el que ellos si podían reinar y ella no ¿Tan malo era no nacer siendo varón?
Ya estaba harta de pensar en aquello, ya estaba cansada de ser Dánae, y mientras recordaba aquel mito y a quien se lo había relatado con esmero para hacerle entender quien era ella, la primera vez que tuvo la oportunidad de hablar con él de manera civilizada, se adentraba a la sala principal exhausta por correr como una loca, consciente de que la mas emocionada por aquel reencuentro era ella. Y sin más, Petra se dejó caer sobre un diván mientras entre dientes maldecía imaginando que quizá sus padres tendrían alguna reunión en aquella ciudad y su visita en aquel abandonado hogar era efímero y fugaz, como siempre.
Y mientras reflexionaba sobre su vida, la escuela, su familia y las jodidas jugarretas del azabache con ella, el son de unos tacones a ritmo, taladraba en su cabeza despejando sus pensamientos, aquellos acordes pasos solo podían pertenecer a alguien, solo a ella... Su madre.
Velozmente cual soldado, la chiquilla de ojos color miel se puso de pie sintiendo cada vez más cerca de la sala aquella presencia acompañada de un suave aroma que reconocía como a nada, y en efímeros segundos, la delineada y perfecta silueta de su madre se presentaba ante sus ambarinos ojos que casi lagrimeaban de emoción. Y ni siquiera la dejo murmurar saludo alguno, cuando se acercaba a ella con sutileza, así de encantadora como era aquella alta mujer de cabellos cobrizos, más oscuros que los de su hija y más largo también, pero propiamente sujeto entre trenzas en un bonito peinado que hacía ver su perfil aún más elegante. A la estupefacta Petra casi se le sale un chillido cuando sintió las manos de su madre apretando sus mejillas y un cálido beso en su frente que la llenó instantáneamente de felicidad.
-¡Oh! Cariño, he manchado tu frente con labial, disculpa a tu madre por ensuciar ente bello rostro, pero me he emocionado al verte y no lo pude resistir, estas tan grande muñeca.- La palabras saltaban en la lengua de Petra pero la pobre no era capaz de dejar salir sonido alguno, dejando a su madre expectante y risueña por su actitud, a la hermosa mujer de treinta y tantos se le hacía gracioso que su niña estuviese estupefacta frente a ella, pero quizá era normal, pues hace ya un par de años que no la veía, ya ni recordaba cuanto tiempo había pasado y no se iba a poner a sacar las cuentas en ese momento, pero tampoco esperaba ver a la ojimiel tan sorprendida ¿Acaso nadie le aviso a la señorita de la casa que sus padres estarían de visita?
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La pervertida de ojos color miel.
Fiksi PenggemarLevi Ackerman es un estudiante de preparatoria bastante popular , las chicas no son un problema pero simplemente no le interesa el tema del amor y dicha característica lo hace el típico rompecorazones , su vida entera cambia cuando cierta pervertida...