#3: Pensar con frialdad

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Antes de darnos cuenta, ya estábamos en la ceremonia de graduación de Eraser y Mic.

Antes de darnos cuenta, yo ya estudiaba mi tercer año.

Antes de darnos cuenta, los tres ya teníamos que estar presentes en el Festival Deportivo de aquel año.

¿Por qué? Porque me había decidido a llegar hasta el tercer juego costase lo que costase, y como Mic confiaba tanto en que lo iba a conseguir sacó a Eraser de su agencia para poder ir los dos a verme desde las gradas. Con nuestros respectivos 17 y 19 años, la seriedad en el mundo de los profesionales era algo ya muy habitual, sobre todo para ellos después de sus prácticas de fin de preparatoria y ahora que estaban trabajando junto a héroes veteranos. A mí me faltaba poco, a pesar de estar a principios de mi tercer y último curso ya tenía en mente ciertas agencias en las que finalizar mis estudios y, si tenía suerte en mi última oportunidad de destacar en el festival, tal vez podría recibir ofertas interesantes para considerarlas en el futuro.

El primer juego fue bastante sencillo, un escondite a base de quirks en todo el perímetro del estadio de los de tercer año, en el que la primera mitad de los participantes en ser encontrada perdía. Yo por fortuna fui parte de la segunda mitad, aquellos que mejor nos habíamos ocultado usando nuestros poderes, por lo que ya bastante era el pasar al segundo juego después de dos años fracasando en el primer paso.

El segundo tenía algo más de complejidad, consistía en una simulación de rescate con muñecos y robots, lo que implicaba proteger a las "víctimas" mientras los "villanos" nos intentaban complicar la misión. Allí se restaban puntos por cada herida extra que apareciese en los muñecos, y gracias a mi quirk mantener la pila de falsas personas en apuros a salvo fue bastante fácil. En mis dos años en la academia había conseguido expandir mi repulsión desde varias partes simultáneamente, proyectarla a través de objetos y personas hasta endurecerla donde comenzaba el peligro y también podía soportar mayores presiones externas, siendo igual de fuerte a distancia que cerca de mí. En esa segunda ronda, me bastó con proteger a los muñecos con un campo de fuerza formado con una mano en forma cóncava y apartar a los robots con la otra, asestando golpes secos solo con el lateral de mi mano libre.

No me creía que hubiese llegado tan lejos, parecía que el dicho de "A la tercera va la vencida" se estaba aplicando de lo lindo, y aunque sabía que ya me podrían llegar ofertas por participar en la segunda ronda yo quería finalizar bien, por lo que hasta que no sonó la bocina indicando el final del juego no dejé de tomarme en serio mi labor. A veces se oían los gritos de Mic en medio del público, quien al estar emocionado no controlaba mucho sus tonos y a veces acababa usando su quirk casi sin darse cuenta, por supuesto siempre era controlado por Aizawa que supuse estaría a su lado con mala gana, deseando irse a dormir.

- ¡You were amazing, girl!- fue lo primero que me dijo el rubio cuando nos vimos afuera para la pausa del almuerzo. Una hora después, empezarían las batallas de la tercera ronda, el evento que todo el mundo ansiaba ver para descubrir mejor los quirks de los participantes. 

- Tendrías que haber hecho algún equipo en el segundo juego, pero no lo hiciste mal- por supuesto, el pelinegro me felicitó... A su manera.

- Estuve mirando unos minutos el orden de las peleas, tengo rivales difíciles- tensé la mandíbula-. Me dan miedo los del segundo grupo, esos lo van a tener complicado porque de una forma u otra Hebiro va a llegar a la final, y como de mi grupo acabe alguien contra él va a ser una lluvia de sangre.

- No puede hacer eso, todos saben que cualquier intento de herir de muerte al contrario es ilegal- fue el oscuro recordatorio de Eraser. 

Los tres nos quedamos un momento en silencio, recordando aquel día de mi primer año en el que Hebiro estuvo dispuesto a darme de navajazos hasta hartarse. Después de la expulsión y las advertencias del director Nezu, quien sería como de costumbre el árbitro en las peleas de tercer curso acompañado de Cementoss por si se debía frenar algo, no volvió a molestar a nadie de forma tan obvia. Me seguía llamando sakuranbo, pero no era tan agresivo como antes, no le tocaba un pelo a nadie a menos que fuese en prácticas, entonces iba con todo para descargar sus ganas de apalear a alguno de sus compañeros.

La metáfora del escorpión (BNHA)Where stories live. Discover now