Capítulo 03. I love you

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Primero intento darle una explicación lógica a eso ya que era imposible que Jimin, el chico que había muerto por un accidente en auto se encontrara ahí, a mi lado. Quería comprender más allá de que mis ojos veían―porque podía existir la posibilidad que mi mente le estuviera dando una mala jugada―traté de estirar mi brazo y tocarlo lentamente, solo para confirmar la sospecha de que él seguía con vida, pero algo dentro de mí sabía que, incluso haciéndolo, se quebraría.

Intento sacar cualquier conclusión lógica a este evento, pero todas me llevaban a lo siguiente:

1. Como había mencionado antes, todo se trataba de un sueño. Quizás ya era hora de ser feliz y dejar de sentirse miserable.

2. Había consumido alguna sustancia que me provocara esos momentos, nunca fui alguien que se metía cosas ni mucho menos, pero ¿estaba realmente seguro de ello al grado de decirlo con tal convicción? Lo dudaba.

3. Pude haber caído en un estado de delirio en el que mis memorias y realidad tuvieran un problema de percepción, sin embargo se remitía al punto anterior ya que, de ser así, debió existir un factor externo para causar tal alteración en mi sistema.

Pero si lo veía desde los tres puntos el único que tenía sentido era el primero―porque vivir bajo una ensoñación era mil veces mejor que aceptar el error en sí―ya que quería aferrarme en las posibilidades de que aún bajo la memoria regida por un corazón roto, él seguía intacto. Fue entonces cuando quise creer que después de haberme recostado bajo el agua dentro de la bañera salí de golpe de esta, me despojé de las prendas mojadas para pasarme una toalla encima y cambiarme por ropa más cómoda, haberme quedado unos minutos contemplando la pared blanca como si fuese una obra de arte compleja para, finalmente, caer dormido―considerando el dolor muscular de hace unos minutos, todo esto tendría cierto sentido―y si, aún quería aferrarme a la idea de que era una ensoñación entonces parte de la bañera e incluso prendas mojaras estuviesen dentro de la imaginación y no una desesperación de retenerlo en mi consciente.

Aquí estás ―solté con tal naturalidad mientras acercaba mi cuerpo al del menor, lo envolví con mis brazos y lo acerqué a mi pecho pues existía esa necesidad terca de resaltar de manera física que él estaba ahí.

Sin embargo, nunca creí volver a sentir dicha paz y tranquilidad en esos cuatro años de tortura ya que había olvidado la textura de Jimin, la sensibilidad que causaban ciertos toques en áreas específicas, así como recorrer mis dedos por las hebras de sus cabellos castaños, aspirar su aroma, reconocer los movimientos sutiles que indicaban intimidad, coqueteo o juegos para pasar a las sonrisas espontáneas que dejaba escapar cuando la intimidad era parte de la atmósfera. Había comenzado a olvidar lo que se sentía tener a Jimin cerca, el recibir gestos de cariño por parte de él y los sonrojos acompañados ante la cercanía que teníamos solo para caer en la cuenta del infinito amor que le tenía.

Quizá y solo quizá estaba poniendo un montón de pretextos y comparativos con algo tan simple: había extrañado a Jimin en todos esos años.

Y es que no solamente extrañaba el contacto físico que le proporcionaba sino la manera en cómo el menor me relataba cosas―usando sus manos para ejemplificar las cosas, los ademanes que tenía para compartir su emoción, así como los gestos que tenía cuando algo le desagradaba, irritaba o simplemente no entendía―, la forma en como se tocaban―en público Jimin solía tomar mi meñique y entrelazarlo con el suyo para, después de un tiempo, tomar mi mano, sin embargo solo en la intimidad se atrevía a escalar ligeramente mis dedos hasta entrelazarlos con los suyos y proporcionarles un suave beso a mis nudillos―, las sonrisas que soltábamos cuando el mundo desaparecía al centrarnos completamente en nosotros, las canciones que le escribí y que un Jimin con voz tenue cantaba. 

One More Time.                      [Yoonmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora