Día 5. Tomarse de las manos

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Tomarse de las manos. Ahora resultaba tan sencillo, natural, como si estuvieran destinados a hacerlo por la eternidad. Tomarse de las manos, no parecía sin quiera una posibilidad hace tiempo, resultaba incluso un acto de ofensa para el lastimado y herido de Leone, que tenía el aura de un animal herido, lastimado, cayendo a pedazos, solo, sin voz audible para el resto del mundo, en el frio, sangraba, mientras los demás pasaban inadvertidos, como si no le vieran. Se sentía igual a ser invisible y cuando alguien intentaba acercarse con ternura, no podía evitar querer arrancar esa mano.

Pero en esa noche de lluvia, Leone estaba cansado, tan cansado que decaído se derrapo al suelo y Bruno pudo acercarse. Tomarse de las manos sonaba ridículo cuando se encerraba en su habitación, con el agua que resonaba llevándose con ella las pastillas que acallaban las voces que le acosaban tan frecuente. Sonaba tan imposible ante la mirada de tristeza que Bucellati no podía contener y sonaba aún más estúpido cuando sin maldad y sin filtros soltaba la verdad, en un intento por guiarle, pero ¿Cómo?, ¿Cómo? pensaba Leone, ¿Cómo podría hacer algo para sacarlo de ese pozo?

Tomarse de las manos sonaba consolador y reconfortante en los días en que pedía disculpas y charlaba con la psicóloga, pero aun lucia tan lejano. Tomarse las manos fue tan bello cuando sin repudio pudo acariciar su propia mejilla en reflejo del espejo. Bucellati sonreía, compasivo, aunque el mundo se le cayera encima y una vez que Leone pudo erguirse más fuerte y más alegre, pudo ver los lamentos en silencio que solía dar Bruno.

Trato sin parar de darle su mano, para devolver el favor creía, pero el tiempo fue cambiando esa idea en su mente hasta soñar con gran anhelo el instante en que pudiera tomar su mano y sentir por sus venas el pulso de quien ahora invadía sus pensamientos y preocupaciones.

Tomarse de las manos se volvió un sueño recurrente, una fantasía a la que aferrarse, de pronto la culpa y el pesar eran sus mejores compañeras seguidas de una felicidad inmensa combinada en ternura, sus reflexiones eran una sinfonía agridulce, los labios de Bucellati eran tan provocativos, con un brillo especial en ellos, su mirar; el arco en sus cejas, sus líneas de expresión, los gestos extraños, su cabello. Todo se volvió un objeto de deseo y devoción. Era un santo al que seguir sin importar las dificultades en el camino que les reparaba el destino.

Se mantuvo fiel a su convicción y trato de todo para asfixiar este sentir, pero cuando el mundo les anunciaba la futura llegada de un viento dorado a sus vidas y el fin del mundo con ello, no pudo guardar más silencio y contra todo pronóstico, contra toda idea cuerda en ese arranque Bruno pudo corresponderle entonces el tomar su mano se volvió una posibilidad, una verdad casi irrefutable que llegaría eventualmente.

Los miles de besos que les robaron el aliento o curaron pequeñas heridas se volverían un viejo cuento que se repetía con frecuencia entre ambos, los abrazos ahora eran más fuerte y significativos, a veces cargados de lujuria y otras tantas de amor, ese amor que te inspira a crecer, a sentir el calor de un te amo en tu cuerpo y alma, para lograr con aquel disfrute que tu interior se armara una vez más, para devolverte lo que creías roto o perdido.

Tomarse de las manos era la conexión entre dos piezas que nacieron para conocerse, para amarse y permanecer juntas, dos piezas creadas para encajar a la perfección. El sol brillaba tanto en sus mañanas que resultaba temible a momentos y cuando el verano apareció; ese anunciado caos de oro aparecería para hacer chocar el mundo que habían construido, a lado de Mista, Fugo y Narancia.

Todo sucedía tan rápido, tan devastador que tomarse de las manos se convirtió en una promesa desesperada, un gran "sostenme antes de fallar". Y cuando los astros guiaron los movimientos para terminar en ese pequeño bote con Bruno, quien a sus espaldas tenía un ferviente atardecer, que les anunciaba que en ese instante la luz se esfumaría tal vez por siempre y lo único que les reparaba era una oscuridad profunda de la que tal vez no se regresa jamás

Unos titubearon, otros balbucearon, gracias al peso que implicaba esta decisión. Claro que cómo todos Leone tuvo que poner en tela su juicio y aunque algo dentro de Leone le pidió negarse no podía porque su amor era más fuerte, él juro hace tanto seguirlo hasta el precipicio más alto, hasta los confines de la tierra de ser necesario, le miro, pronunció las palabras y una vez que se encontró a su lado se tomaron las manos. Lo hicieron una vez más, pero algo se sentía distinto en este roce, un mal presagio que ninguno entendía.


O eso creyó Bruno hasta que la conmoción se vislumbró como una constante en este trémulo destino, en esa playa, en esa oportunidad tan invaluable, después de recibir el grito de emergencia y correr tan pronto le permitió su temor, fue así que al regresar sin aire lo vio. Una imagen que cumplía cada una de sus pesadillas, uno de sus peores temores hecho realidad y a sus adentros sollozaba, viendo de forma insana su mano, deseando desplomarse y sujetarla, pero se paralizo.


Petrificado, con demasiado dolor para hablar y los días que siguieron anhelaba tanto su mano, una vez más su mano cálida y protectora; una mano a la que sujetar cuando todo ello vino. Cuando les perdió a todos. Incluido a sí mismo.

Pd: Creo que salió más angst de lo que creí pero lo que sucedió en el cap de hoy me dejo solo con ese animo y me vi incapaz de hacer algo más fluffy como hubiera querido.  :c

En fin, aunque pensé en hacer de plano el angst hoy, traté de hacer algo con la temática de hoy.

BruAbba Week 2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora