La casa de las muñecas

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-La oí hablar esta mañana, ¡Se los juro!-

Mi madre y yo miramos a la señora Dolores de nuevo, ¿En serio cree que la muñeca de su hija habla?

-¡Y también escuche a Juan, el muñeco! Los escuché hablar, no es la primera vez que escucho voces así, ¡Ahora sé que las otras veces fueron ellos!-

La señora Dolores señaló hacía la fila de muñecas frente a nosotras y luego a paso rápido salió de la cocina, mi madre miró a la muñeca, una pelirroja de gran sonrisa que tal vez mediríalo mismo que yo, estaba mirando un punto detrás del hombro de mi madre, inmóvil en el pasillo, tal vez si hablara tendría voz fina y dulce, pero estoy segura de que hablar no era su principal talento.

-¡Aquí está!- La señora Dolores llego con otro muñeco en sus manos -¡Juan también habla!-

Juan era un niño de juguete, medía casi lo mismo que la hija de 8 años de la señora Dolores, su rostro estaba serio, algo raro en juguete de esta clase. La señora Dolores lo colocó justo frente a mí.

-Habla con el Valeria, te aseguro que escuchara todo lo que le digas- La señora Dolores me miró expectante.

-Ahm... ¿Hola?-

No sabía que decir, quería salir de ahí, me acababa de dar cuenta que en esa casa no existía nadie normal.

La señora Dolores so colocó detrás de mí, y le habló a Juan por encima de mi hombro.

-Habla Juan, habla ya, o te aseguro que ya no hablarás más-

Por un segundo pude ver la expresión de la señora Dolores, su sonrisa se había deformado en una mueca de superioridad, su mirada había perdido su brillo y ahora un vacío la rellenaba, no pude evitar sentir un leve escalofrío, pero no me dio tiempo de decirle a mi Madre que era hora de ir a casa, porque Juan había rodeado mi cuello con sus manos y estaba dispuesto a comenzar a apretar.

-¡Déjennos en paz loca! ¡Se lo que le hacen en esta casa, lo que le han hecho a los demás!-

Debido a la sorpresa me tomó más de un segundo reaccionar, pero sujeté por los hombros a Juan y lo alejé de mi cuello. El miedo corría por mis venas, pero en 5 segundos ya se había transformado en ira.

-¡Quédate tranquilo muñeco estúpido! ¡No te acerques a mí!-

Mi madre se había sentado, su boca se encontraba entreabierta debido a la sorpresa y tal vez había un poco de pánico en su expresión.

Juan no tuvo tiempo de responderme, pues Lanie, la hija de 8 años de la señora Dolores entró a la habitación, llevaba un hacha en sus manos, pero no me di cuenta de sus intenciones sino hasta que la vi como degollaba a mi madre con un movimiento rápido.

Dejé caer el muñeco, que abandonó su expresión seria para reírse en mi cara. Miré a Lanie, que con una sonrisa de satisfacción le entregaba el hacha a su madre, Dolores, que con su mano palmó la cabeza de su hija para demostrar su orgullo, y luego ambas, con una sincronización tan perfecta que parecía ensayada, se voltearon hacia mí, y justo cuando vi las sonrisas en ambos rostros me dí cuenta de lo que iba a ocurrir.

-Monstruos... - susurré - Son unos monstruos -

Dolores y Lanie caminaban acercándose cada vez más a mí.

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⏰ Última actualización: Oct 10, 2014 ⏰

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