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Temo.




—¡Aristoteles Córcega! ¡Apurale!

Es tarde y este pelos de marchan, viene caminado como si faltarán horas y no minutos.

—Ay, Temo, un faltan 10 minutos —rodó los ojos sin darle importancia.

—No es verdad, eso dijiste la última vez y nos regañaron por llegar tarde a la primera clase.

Lo tome de la mano para correr hasta la universidad.

El salón de la primera clase estaba cerrado, y si entrábamos la maestra nos regañaria.

Mire mal a Aristoteles, y él solo me sonrió.

A veces lo odio.

—No te enojes, así no te vez bonito, aun faltan más clases y podemos aprovechar que tenemos esta hora libre.

Asentí, y fuimos a la cafetería.

Carlota corrió hasta nosotros cuando nos vio entrar a la cafetería.

—¿También llegaron tarde? —sonrió como si fuera algo bueno.

—Sí, este idiota no se despertó temprano —dije apuntando a Aristoteles, quien negó con la cabeza.

—Yo no tengo la culpa de que no me despertarás.

—No soy tu despertador Aristoteles —me queje.

Mire a Carlota, ella se estaba burlando de nosotros.

—Buen punto, pero en mi defensa, sabes que nunca me levanto temprano, así que no te quejes de mí si ya sabes como soy. —alzó los hombros.

—Ambos son muy tiernos, ¿se los había dicho? —dijo interrumpiendo el reproche que estaba apunto de hacer.

—Ya te hemos dicho que no somos novios —Ari rodó los ojos, y yo asentí afirmando lo que Aristoteles había dicho.

Ella tenía esa idea loca de que ambos éramos el uno para el otro.

—Aún así, no me voy a cansar de decirles que deberían serlo, harían una hermosa pareja.

Mire a Aristoteles, él estaba sonriendo.

—Pues, si tan bonita pareja hacemos, deberíamos considerarlo, ¿Verdad, bonito? —alzó su mano, pasándola sobre mis hombros atrayendome a él.

—Hay ternurita, te sonrojaste, Temo —dijo Carlota.

Ahora tiene sentido porque sentí mi cara caliente.

Ari me miró y comenzó a reír.

Idiota.

—¿De qué te ries, imbécil? —dije haciendo un puchero.

—Bueno, los dejo tortolitos, tengo que ir a ver si Diego ya llego, nos vemos después.

Carlota se fue, y quite la mano de Ari sobre mis hombros.

—¡Aún estoy molesto contigo por hacerme llegar tarde! —reproche.

—Me despertaré temprano mañana, lo prometo —se acerco tomando mi mano para salir directo al patio trasero.

Nos sentamos bajo uno de los grandes árboles esperando a que la hora pasara.

—¿Te parece bien si este fin de semana, vamos a Oaxaca? —pregunte, hace ya casi un mes que no vamos a ver a nuestras familias y ya los extraño.

—Claro que si, pero yo conduzco.

—Me parece bien señor Aristocles.

Alzó las cejas sonriendo burlón.

—¿Así nos llevamos, Cuauhtemocles?

Sonrió mirándome con las cejas alzadas y una sonrisa pícara.

Se acercó poco a coco... Oh no, esto no era bueno.

Se lanzó sobre mi haciendo cosquillas en mi abdomen, y solo podía reír como loco.

—Ari, Ari, ya basta, perdón Aristocles.

—Con una condición.

—¿Cuál? —intente patearlo, pero no funcionó.

—Tú lavas los platos hoy.

Entre cerré los ojos y le saque la lengua.

—Eso no se vale, yo lo hice ayer —me queje.

—Entonces... Vamos a la fiesta de Yolo, mañana en la noche.

Aggh, se me había olvidado la fiesta, no tengo ganas de ir, pero se que si dejo solo a Aris va a tomar y no quiero eso.

—¿Prometes no dejarme solo durante la fiesta?.

Asintió y me abrazo.

—Prometo nuca de los nuca dejarte solo.

Lo abracé también.

Hace un tiempo, comenzamos a pensar en lo que pasaría cuando cada uno siga por su lado.

Me refiero a cuando él consiga a su persona especial y yo a la mía, ya no estaremos juntos, ya no tendremos tiempo para nosotros, y eso es algo que no quiero que pase.

Pasamos hablando y bromeando como siempre hacemos, hasta que comencé a sentir que ya había pasado mucho rato.

—¿Cuanto tiempo tenemos aquí? —pregunte levantándome del piso.

—Como dos horas —dijo como si nada.

—¿¡Y porque no me lo dijiste!? ya perdimos otras dos clases.

Entramos a las últimas clases, todo normal hasta que llego la hora de química.

—Hey Temo, ¿Te parece si hacemos equipo?

—Perdón Mateo, hoy no puedo, ya estoy con Ari —su cara cambió, y solo asintió.

—Oh, esta bien, será otro día.

Estoy seguro de que Aristoteles me esta mirando.

Nos sentamos en una mesa de la orilla.

—¿Rechazaste a Symanski, por mi? —pregunto.

—Bien, Ari se supone que tienes que poner todos estos químicos en orden —dije ignorado su pregunta.

—Oye, no me ignores.

—Sí, Aristoteles, sí lo hice.

—Sabes que no necesito tu ayuda, siempre te vas con él cuando se trata de química y me dejas solo con Diego.

—Pues perdón, solo creo que Mateo y yo hacemos buena pareja cuando es química.

Ari me miro mal y tomo todos los químicos de la mesa, mezclandolos sin orden.

Él laboratorio exploto y todos salimos corriendo por el humo que empezó a salir de los tubos de ensayó.

—¿¡QUÉ SE SUPONE QUÉ QUERÍAS HACER!? —grite enojado.

—No lo sé, solo me enoje y mezcle todo.

—¡Esta es la razón por la que te dejo solo con Diego! —grite y al instante tape mi boca con ambas manos.

—Felicidades Aristoteles, por tu culpa, arruinaste el laboratorio, y una parte parte de nuestros experimentos se fue a la mierda, ahora olvidémonos de esa calificación extra —dijo Mateo.

Ari lo miraba con el ceño fruncido, apretando sus puños, haciendo que sus nudillos se pusieran blancos.

No era buena señal.

Quería decirle algo a Mateo y defender a Ari, pero tenía razón.

—Debiste hacer el trabajo conmigo Temo —Mateo me miro y se fue sin decir nada más.

Ari, salió de la universidad enojado.

—Temo, ve con él, ya sabes como se pone —Diego puso su mano en mi hombro y yo asentí para ir corriendo tras él.

Estoy seguro de que esta enojado conmigo y odio que se enoje conmigo, porque ambos nos ponemos mal si es así.








Atte: Queen

Amigos Con ¿Derechos? [Aristemo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora