Hans se quedó unos segundos mirando desde la ventana de su habitación a Stella, a las afueras del castillo, parecía estar divirtiéndose buscando algo entre los matorrales. No entendió qué estaba haciendo pero tenía claro que la joven se encontraba totalmente atenta en ello, en ese momento recordó algo que le había dicho aquella misma mañana.
"¿Yo? ¿Por qué? No tengo lugar al que poder ir."
Durante unos instantes Hans sintió lástima por ella y tras meditarlo unos largos segundos, se dispuso a ir hacia la entrada para invitarla a pasar la noche en el castillo, ya que no le parecía bien que lo hiciera en la calle o que tuviera que volver a aquella pobre posada sin dinero.
Tras unos minutos recorriendo el palacio y una vez atravesado el portón, Hans llegó al lugar donde se encontraba Stella; pudo verla sentada en el suelo al lado de aquellos matorrales, con algo sobre las piernas de color blanco que se movía de manera inquieta y a lo que no paraba de dedicarle sonrisas y besos. El príncipe se acercó extrañado y trató de preguntar por aquello.
—Stella, ¿qué es eso?
—¡Hans! —la joven se levantó apresurada e ilusionada mientras transportaba aquello en brazos—. ¡Mira Hans! ¡Mira!
Un cachorro labrador que no llegaría a los tres meses de vida miraba a Hans con una ilusión tremenda por haber sido encontrado, su aspecto delataba que llevaba un tiempo sin nadie que pudiera atenderle.
—¿Dónde te has encontrado a este animal?
—¡Ahí! —la chica señaló los matorrales, ahora Hans comprendía qué estaba haciendo antes.
—¿Y su dueño? Supongo que tendrá uno.
—No lo creo, mírale —respondió ella a la vez que le acariciaba el lomo suavemente—. No lleva collar, y está muy sucio el pobrecito. Hans, ¿sabes de algún lugar en el que puedan darle de comer y lavarle?
Hans se quedó en silencio unos segundos, parecía estar a otra cosa menos al tema del pequeño perro, Stella pensó que no había escuchado la pregunta, pero en realidad su cerebro estaba funcionando a gran velocidad. Pensó que con la excusa del perro, Stella podría quedarse allí y de ese modo no se vería obligado a demostrar nuevamente su debilidad por la triste situación de quien era su acompañante, su personalidad después del incidente en la isla le había vuelto mucho más orgulloso y rencoroso, pero seguía teniendo sentimientos aunque quisiera reprimirlos.
—Puedes usar el castillo si te parece bien, no creo que nadie tenga problema.
—¡Bien! ¿Has oído eso, Dicky? —Stella frotó su mejilla con la del perrito con tremenda alegría—. ¡Vas a estar muy limpito! Muchas gracias, Hans. Eres el mejor.
Hans no supo qué responder a eso, era la primera vez que alguien le decía algo semejante y no resultaba desagradable.
—¿Le has llamado Dicky? Que nombre tan extraño para un perro, seguro que Hans le habría quedado mejor. —comentó con tono burlón mientras se observaba los botones de su camisa con indiferencia. Era la primera vez que adquiría una expresión divertida y simpática con Stella, a lo que la chica sonrió y se adelantó un poco de camino hacia el portón.
Los dos entraron al vestíbulo principal y la morena no pudo evitar abrir los ojos al máximo, admirando cada rincón que observaba; las ventanas, las alfombras, escaleras, cuadros... absolutamente todo lo que allí había era fascinante para ella.
—¡Qué casa tan elegante!
—No es una casa —corrigió el pelirrojo—. Es un palacio.
—Pero es tu hogar, ¿no?
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Frozen: El príncipe de fuego.
FanfictionEl príncipe de las Islas del Sur se encuentra en una cueva a la que llegó por casualidad, una cueva que parece "mágica". Descubre lo que ocurrió justamente después de la coronación de la Reina Elsa.