Capitulo. 6

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La visita de Aiden y el gruñón caballero inglés fueron lo suficientemente caóticas como para alterar todo nuestro día, al punto en que la situación vivida se convirtió en la comidilla de mis hermanos, no había conversación en la cual no se rememorara lo sucedido. Y aunque mi indignación con ese hombre me pidiese obviar todo pensamiento hacia ellos, había algo en sus palabras que no podía olvidar... Andrew Stephen... Por supuesto, el incendio de la mansión había atraído a algunos familiares lejanos de las víctimas, llenando nuestro destruido pueblo de caras nuevas que día a día intentaban ayudar a poner en orden el pueblo; algunos negocios habían cambiado de manos, mientras que otros permanecían cerrados y algunos pocos eran reconstruidos lentamente. Sin embargo, la aparición de familiares del Lord Stephen, podría deparar algo mucho más grande, pues aquel dulce hombre que habíamos perdido en el incendio era dueño de todas las tierras donde se asentaba nuestro pueblo, las granjas y comercios, además de costear los salarios de muchos trabajadores. ¿Qué haríamos si ellos reclamaban el pueblo como suyo? Aiden era solo un niño... Pero ¿Y el gruñón?

El incendio había sido solo el principio, pues desencadenaba innumerables cambios para nuestra vida.

— Naomi. — Charly me sacó de mis pensamientos internándose en la habitación de mamá. Llevaba horas revisando sus cosas en busca de algo que asegurara nuestras vidas. — Ya nos ocupamos de los animales y el huerto.

— Bien, comenzará a llover pronto, así que lo mejor será que se queden todos dentro de casa. — Le indiqué, no quería travesuras en ese momento. — ¿Jane y Harry ya regresaron?

— Jane si...

El tono de su voz captó por completo mi atención, Charly bajó la mirada ocultando su rostro de mí. Harry no estaba en casa. Frustrada dejé lo que hacía y comencé a buscar mi capa y la de Harry, la tormenta era peligrosa y él lo sabía... Con cada trueno y viento mi preocupación no hacía más que aumentar. La ausencia de nuestra madre parecía ser veneno para él, pues desde su partida apenas y veía a Harry en casa, no hablaba con ninguno y apenas permitió que curásemos sus heridas... No tenía forma de saber si tenía el corazón roto, si se culpaba por algo como Elizabeth, si se hacía el fuerte, o algo peor.

— Jane, ¿Harry estaba contigo en el pueblo? — Preguntó en cuanto llegue a la cocina, todos mis hermanos se reunían para preparar la cena, alguno debía saber algo.

— No, de hecho, no lo veo desde el desayuno. — Contestó ella al instante. — Naomi, no creerás que se está metiendo en problemas ¿Cierto? — Preguntó entonces, temerosa de la respuesta. Sus desapariciones se habían vuelto demasiado usuales.

— Espero que no... Jacob, ¿No te ha dicho nada? Es peligroso que esté allá afuera en este momento.

Podría decirse que Jane, Jacob y Harry conformaban un trío de hermandad similar al que tenía con Eleonor y Elizabeth; los tres llegaron juntos a nuestro hogar y desde entonces se apoyaban y confiaban entre ellos como ningún otro. Eran incontables las travesuras comandadas por Harry, que Jacob ocultó perfectamente y de las que se habían librado gracias a Jane; así que la información de donde estaba el mayor de los tres recaía en los otros dos. Creía a Jane, pues desde el accidente se había comportado con la madurez que necesitábamos para cuidar de todos, por lo tanto, solo me quedaba Jacob. Y no me equivocaba, pues mi pequeño castaño me observó con nerviosismo y culpa, Harry era su ídolo y traicionar su confianza era quizás la mayor traición entre ambos. Pero confiaba en que el niño hubiese aprendido bien lo que era correcto y lo que no.

— Solo dijo algo del rio, no estoy seguro... — Finalmente, musitó tan bajo que apenas y alcancé a oírle. — Estará bien ¿Verdad?

Pero no tenía tiempo para calmarle, las nubes grises que se encontraban sobre nosotros desde la mañana, solo deparaban peligro para mi tonto hermano. El rio podría desbordarse y arrastrarlo antes de que se diese cuenta. ¿Qué hacía Harry allí? Ni siquiera sabía nadar, y aun si lo hacía el agua aún debía estar helada. Lo viese por donde lo viese, su ausencia no deparaba nada bueno y tenía que encontrarlo antes de que la tragedia volviese a embargar nuestra ya lastimada familia.

Jeune fille indomptableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora