Día 1. The mask.

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Aclaraciones. Universo canon. Spoiler del capitulo 226 del manga.


La alarma suena estrepitosamente, haciendo eco en la fría habitación donde solo ella duerme. Ese día no es como los demás, hay algo diferente, algo que golpea dentro de ella pidiendo escapar, convirtiéndose en liquido que intenta escurrirse por los huecos de la fachada que ha ido reforzando con el pasar de los años. No se quiere levantar, pero hacer lo que quiere nunca había sido una opción en su vida, por lo que se arrastra fuera de la cama con los ojos entrecerrados.

Con monotonía se ha dirigido al baño para prepararse, acomodando su cabello con parsimonia mientras mira su rostro en el espejo, tan insulso, tan infeliz. ¿Quién soy? Inevitablemente la pregunta cruza su mente, y Toga puede notar como su rostro se agrieta en el reflejo. Dirige la mano hacia su mejilla y frota con fuerza y desesperación para borrarla, eliminando cualquier pensamiento que su mente pudiese formular acerca de la máscara que la cubre. Aún con eso, la grieta no desaparece, por lo que Himiko cierra los ojos.

—¡Basta!  —exclama golpeando la pared a los lados del espejos con los puños.

Ahora su mejilla solo esta roja, lo notan al abrir los ojos. Asustada, se lava el rostro, y posteriormente, sale del cuarto de baño, dirigiendose a su habitación para colocarse el uniforme.

—¿Ya lo viste? ¡Es muy guapo! —menciono una chica a sus amigas.

Toga se encontraba cambiando sus zapatos en ese momento, por lo que no pudo evitar escuchar y dirigir su mirada al dueño de los suspiros de sus compañeras. Era Saito, su querido Saito a quién quería amar.

O tal vez destrozar. Beber su sangre. ¿A qué sabra su sangre? Como una sombra molesta aquellos pensamientos aparecen repentinamente, y Toga tiene que apartar la mirada para eliminarlos.

Cada vez todo es menos soportable. Llegar a la escuela, fingir, todo se trataba de fingir, no quebrarte. Pero el liquido cada vez se derramaba más y más por las grietas. Y cuando en la tercera hora, durante el ejercicio, una chica cae al suelo sobre las rocas abriéndose la piel, dejando ver la sangre escurrir a borbotones, todo se va al caño. Tiene que pedir permiso para ir al baño con tal de no pensar y eliminar la sonrisa en su rostro.

En camino al baño Saito aparece frente a Toga, y la saluda con la alegría que lo caracteriza. Pero ella no esta bien, y en vez de sonreír de manera tierna, las comisuras de sus labios se pliegan en una sonrisa macabra que sus padres, y la sociedad en general, tanto detestaban.

La mueca de Saito no puede ocultar su desagrado y Toga tiene que bajar la mirada apenada, apretando la tela de su falda para no llorar “lo he arruinado” piensa apresurando su paso al baño, mientras las palabras de su madre resuenan en su cabeza como una balada de pesadilla.

“¿Por qué no puedes sonreír como una persona normal? ¿Por qué no puedes ser como las demás niñas de tu edad?” golpeaba como un martillo y la hacia desear desaparecer.

Al llegar al baño corre hacia uno de los cubículos, baja la tapa y se sienta encima. Presionando las palmas de sus manos contra sus párpados cerrados. Debe dejar de pensar.

¿Quién es? Ni siquiera puede responder eso.

Sale del cubículo luego de media hora, se mira en el espejo y puede notar su rostro lleno de grietas. Himiko se desespera, ha comenzado a jalar su cabello, mientras derrama lágrimas de sus ojos ambar. Una sombra aparece detrás de ella, y susurra con voz calma en su oído.

—¿No crees que Saito se vería hermoso lleno de sangre como Kaede y el pequeño pajarito que mataste hace años? Solo imaginarlo me pone la piel de gallina, y a ti también.

—Cállate. No lo voy a hacer, no lo puedo hacer.

—Claro que puedes, y lo sabes. Debes de hacerlo, o si no vivirás así el resto de tu vida, infeliz, inafortunda, fingiendo, ¿acaso no quieres una vida normar?

—La quiero.

—Entonces rompe la máscara y se tú.

La sombra desaparece. Y Toga ya no esta rota.

Ha regresado al salón, y pasado sus últimas clases rápidamente, se ha dirigido al pasillo, con un cutter en el bolsillo mientras bebe jugo de envase con una pajilla. Ha visto a Saito salir, por lo que se dirige hasta él y le pide que hablen un rato. Esperan a que todos se retiren y entonces Toga comienza a hablar, de forma macabra con la vista hacia el suelo y el cabello cubriendo su rostro.

—Me gustas mucho Saito.

—Himiko —menciona el chico con temor, intentando hacerse para atrás.

—Y por eso me preguntaba cómo es el sabor de tu sangre, ¿me dejarías probarla?

Saito no espera nada más, y echa a correr, pero Toga es más rápida, por lo que no tarda en alcanzarlo, tirándolo al suelo, sacando de su bolsillo el cutter, para finalmente apuñalarlo en el cuello.

La sangre salpica su rostro y ropa, el olor es magnífico. Por un momento se queda paralizada sin poder creer lo que ha hecho, recoge la sangre de su rostro con los dedos y entonces los lame. Sabe delicioso.

Mira hacia los lados para asegurarse que nadie la ve, descubriendo que su cartón de jugo esta tirado lo suficientemente cerca como para estirar la mano y alcanzarlo. No lo piensa, se estira, toma la caja y saca la pajilla que antes le sirvió para beber su jugo. La inserta en la herida de Saito y bebe, sintiendo el éxtasis recorrer su cuerpo sin darse cuenta que quizá, en las sombras alguien observaba.

 La inserta en la herida de Saito y bebe, sintiendo el éxtasis recorrer su cuerpo sin darse cuenta que quizá, en las sombras alguien observaba

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Notas de la autora. ¡Genial! Sí lo acabe, me siento orgullosa de mi misma. Me ha gustado el resultado y espero que a ustedes también. ❤ Nos leemos mañana.

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