Temprano al amanecer, suelo acercarme a la laguna. Me gusta respirar ese aire limpio, fresco, escuchar el silencio. Ese silencio que se vive en aquel lado de la montaña. Me gusta recordar aquel día, llegando tarde al anochecer, después de la cacería, con ganas de un buen baño y una taza cargada de café. Baje por la colina hacia mi camioneta. No había nadie por ahí, lo único que se podía sentir era la caricia del viento sobre mis hombros, el sonido de las ramas golpeándose entre los árboles, la luz de la luna posándose sobre mi nariz. Estaba solo, subía a mi camioneta procurando no llenarla de lodo. Arranque y me dirigí a la carretera, puse la radio y empezó una canción country, prendí un cigarrillo y observé como el humo de mi boca salía por la ventanilla. Camino a casa algo hizo que me detuviera. Mire alrededor y estaba en plena carretera con nada más que árboles que me acompañaban. Apagué el motor y baje del vehículo. Era una noche estrellada, sin una sola nube que se vislumbrara. Camine un poco a la orilla y algo llamo mi atención. Había como un camino entre los árboles, apenas se distinguía entre la naturaleza pero ahí estaba. Había pasado por esa carretera miles de veces antes pero hasta esa noche me había percatado de su presencia. Agarré mi linterna y me adentré al bosque. Pasados unos 15 minutos algo extraño ocurrió. El viento dejo de sentirse, las copas de los árboles dejaron de agitarse, el sonido de la naturaleza se apagó. Me vi inmerso en un silencio que no había experimentado antes, un silencio tal que se sentía abrumador, como si fuera el único ser vivo en ese lugar. Quise regresar pero ya había caminado demasiado como para dar vuelta atrás. Al abrirse el camino pude distinguir algo que brillaba, me acerque y vi que era el reflejo de la luna sobre esta laguna. Había algo en ese lugar que me tenía hechizado. Era como si el tiempo se detuviera en aquel sitio. Aún puedo saborear ese primer momento que descubrí este enigmático lugar, mi lugar. Aunque extraño mi camioneta, añoro aún más disfrutar de mis cigarrillos. Pero al descubrir a esta laguna, me encontré conmigo también, con una parte de mí que desconocía. Han pasado los días, semanas, meses junto con mi noción del tiempo, mi antigua vida, mi antiguo yo.