Las luces a lo lejos mantenían su vista ocupada, aquellos edificios a lo lejos llamaban mucho la atención.
El viento soplaba suavemente y los puntos titilantes del cielo apenas se veían por las nubes que se amontonaban en lo alto.
Suspiró pesado y movió sus lentes para poder tallar sus ojos.Se encontraba sentada en el pequeño sofá de la azotea, estaba esperando por saber algo de Lapis.
«Aunque Aqua no la mencionó»
El constante dolor en su pecho y la preocupación comenzaban a agotarla.
Arrugó las cejas y secó una de las que habían rodado por sus mejillas, tragó saliva y se alertó cuando escuchó el sonido de un coche. Tomó su teléfono y se puso de pie, caminando rápidamente hacia adentro de la casa.
No tardó en bajar las escaleras y llegar a la entrada, en donde aquella chica más pequeña que ella se encontraba ingresando con una bolsa aparte de la suya.
Aquamarine cerró con llave y volteó a verla para sonreír.
—Hola, guapa.
Peridot dejó de ver a la puerta y observó a la ojiceleste.
—Ven, vamos a cenar antes de que se enfríen —caminó en dirección al comedor—. Son hamburguesas bastante especiales, las más ricas de toda la zona.
La rubia tenía un nudo en la garganta, los nervios la recorrían y hacía un gran intento por hablar y preguntar por la peliazul. Aquamarine acomodó platos y vasos en la mesa y sacó también un refresco del refrigerador.
—Hay que romper la dieta como se debe —dijo aún muy sonriente—, y... ya puedes sentarte.
—En realidad no tengo hambre.
—¿Ya comiste?
—No, no... solo no quiero comer ahora.
La pelinegra alzó una ceja —Al menos siéntate para hablar un rato.
Peridot lo dudó un poco, después de tallar sus ojos accedió. Tomó asiento y miró hacia el vaso que ella le había servido.
—Oye, Aqua.
—Dime —comenzó a comer.
—¿Hoy... Lapis te dijo algo?
—¿Algo como qué?
—No lo sé... ella...
—¿Tú hablaste con Lazuli? —recargó ambos codos en la mesa.
—De hecho sí —la miró—. Hablamos en la mañana.
—Oh... y, ¿sobre qué? —se mostró bastante interesada.
—Muchas cosas, en realidad —suspiró—. Sobre lo que sentimos y... sobre lo que queremos hacer.
—¿Y qué quieren hacer?
—¿Hablaste con ella?
—Bebé, siempre respondes con otra pregunta —sonrió levemente—. No me evites.
—Tú me evitaste primero.
Aquamarine bufó y luego bebió un poco —No... sí la vi hoy, estuvo trabajando normalmente pero no, no platicamos sobre nada —se encogió de hombros.
La rubia desvió la vista, la pelinegra frunció las cejas y los labios levemente; su mente generaba respuestas para la extraña actitud de Peridot.