I: Cámaras y Libros
Por Ema Geroux
Hace unos años, llegué a la conclusión de que no es que yo no crea en el amor, sino que el amor no cree en mí. Así de simple, no cree que pueda con él, no cree en mi capacidad de amar, por lo que no se gasta en tocar a mi puerta ni en darme ningún tipo de señal de que quiere entrar a mi vida. No es mi culpa, yo en el fondo soy una romántica empedernida, pero si él no cree en mí ¿Qué puedo hacer yo?
Por eso soy como soy, seca, directa y algo huraña a veces y asumo automáticamente que todos los hombres con los que me relaciono, por más que prefiero mil veces relacionarme con un chico que con una mujer, quieren simplemente ser mis amigos o salir con una de mis amigas.
No me mal entiendan, soy perfectamente feliz con como están las cosas en mi vida amorosa… o la falta de ella, el no tener relaciones sentimentales me deja un montón de tiempo disponible para concentrarme en mi y en mi futuro y, sinceramente, no necesito que ningún muchacho cabeza de balde desestabilice mis planes. A mí déjenme con mis amigos, mis clases y mi ocio y tendrán a la Ema más feliz que puedan querer.
- Ema… Ema… ¡Ema! ¡EMA!- sacudí la cabeza como los perros que se quitan el agua de los oídos y recordé que estaba en el comedor de la Universidad y que una de mis amigas me hablaba.- ¡Pero nena! ¿Dónde tenías la cabeza?
- Perdón, Is, me tilde…- mascullé dándole un trago a mi jugo de pomelo para que el regusto ácido me despeje un poco.
- Me di cuenta…- contestó mi mejor amiga mirándome con resignación- A veces siento que hablo porque me gusta escuchar el sonido de mi voz- agregó en una pose ofendida.
Isla es una de las dos excepciones a mi “no relacionarme con chicas”. Nos conocemos de toda la vida así que, para cuando se puso insoportable, yo ya sabía como aislarme de sus momentos “girlys”. Es una chica muy enérgica, sin un pelo en la lengua y que defiende sus ideas a capa y espada; lo más cómico de ella es que ponía el mismo entusiasmo en una rebaja de zapatos, una discusión sobre política internacional o un partido de rugby.
- No dramatices- me reí y le revolví su pelo perfectamente peinado, ella di un grito ahogado y comenzó a alisarlo frenéticamente, mirándome con infinito desprecio.
- Si me volvés a tocar el pelo, te rompo un brazo- amenazó con una sonrisa exageradamente grande.
- Srita. Bosco, ¿Le parece correcto amenazar de esta manera a sus amigos?
Isla se giró y su sonrisa se volvió más cálida y natural al sonreírle a su novio. Su sonrisa se me contagió, eran asquerosamente lindos.
- Buenas Em- Myles me sonrió sentándose al lado de mi amiga y robándole una papa.
Estos dos no hacía mucho tiempo eran novios, hasta hace un par de meses se llevaban tan bien como perros y gatos y ahora eran un solo corazón… como ya dije, asquerosamente lindos.
- Hola Myles… ¿Podrías decirle a mi ex mejor amiga que deje de babear? Se me humedece la hamburguesa- saludé haciendo una mueca y señalando a su novia que seguía sonriendo como boba.
La rubia me fulminó haciendo un mohín ofendido.
- Yo no babeo- reclamó cruzándose de brazos.
- Claro que si linda, igual que cuando yo te miro no puedo creer que semejante belleza quiera estar conmigo- la contradijo el moreno dándole un beso en la frente.
Al ver la cara fuertemente sonrojada de mi amiga, me debatí entre una ovación de pie y que se abriese un agujero en el suelo y me tragase. Que He-man se apiade de mi alma.